Con toda la delicadeza de la que es capaz, sus manos suben un poco mi polo, dejando una suave caricia en mi abdomen y enviando un escalofrío a todo mi cuerpo; escucho como lanza una pequeña risita satisfecha con lo que ha logrado para después bajar la cremallera de mi pantalón y liberar mi miembro, el cual salta ansioso por lo que pueda suceder en los siguientes minutos. Siento como su cálido aliento choca con la piel de mi miembro y antes de que pueda detenerla sus labios comienzan una lenta tortura. —¡¿Acaso te volviste loca?! —pregunto aferrándome al timón—. Así no puedo manejar, nos vamos a matar; además, de que alguien nos podría detener. —Claro que puedes gorila, solo es cuestión de que fijes tu vista en el camino y en cuanto a que nos puedan detener, ¿no le da eso un toque de adrenalina a todo esto?, te podría decir que hasta cierto punto es más excitante. Más te vale que no hagas lo que pienso o de lo contrario te dejo con esa enorme erección que se está formando aquí —murm
Anastasia —Nunca pensé que hacer una negociación con este hombre sería tan agotador, —le comento a Ben, masajeando mis sienes—, en caso de que hubiese seguido con su negativa, ya estaba planeando la mejor forma de asesinarlo —confieso tomando el vaso de agua que me deja la azafata. —No sé por qué no me sorprende, me di cuenta de que cada día estabas llegando a tu límite; ese tipo sabe todo lo que perdería en caso de no trabajar con nosotros, somos los mejores proveedores que podría haber encontrado en su miserable vida, por lo que no le quedo más opción que aceptar aun en contra de su voluntad. —Bueno, aún no es seguro que acepte nuestras condiciones —lo contradigo con una pequeña mueca. —Eso ni tú te lo crees muñeca, ambos sabemos que ese as que guardas bajo la manga llamado, Ekatherina Expósito es más que suficiente para obligarlo a cooperar con nosotros. —En eso tienes razón Ben, que esa mujer esté embarazada y lejos de él ha sido lo mejor que nos pudo pasar —respondo con sin
—Está todo listo muñeca, podemos partir en cuanto lo desees —me informa Ben, entrando a mi despacho.—¿Los vigilantes no serán un problema? —inquiero revisando los informes sobre el envío que le hicimos a Belucci hace algunos días.—No, ellos serán como una tumba, además, sabes que tenemos infiltrados a algunos de nuestros hombres.—Perfecto, en ese caso vayamos a darle el último adiós al Primer Ministro.Salimos junto con todos nuestros hombres y tal como lo prometió Ben, otros tantos de nuestros hombres ya resguardan el lugar, nos dejan pasar sin ningún problema y una vez dentro del zoológico Novosibirsk, nos dirigimos a la torre de seguridad.—Está todo listo jefa, hemos desactivado el circuito cerrado del lugar, así como de los alrededores, por lo que nadie podrá relacionarnos con su muerte —me informa uno de mis hombres.—Ben, pide al resto que tomen sus lugares, es seguro que el Primer Ministro, venga con todo un batallón, por lo que debemos de estar preparados por cualquier cos
Damien Tomo las llaves de mi auto para salir con rumbo al cuartel y justo cuando cierro la puerta de mi casa, escucho que alguien grita mi nombre, me giro y veo la cara angustiada de Yasha que corre hacia mí. —Qué bueno que te encuentro, te estuve llamando desde hace una hora, pero nunca tomaste mi llamada —me recrimina poniendo su mano en su pecho en un intento por respirar con normalidad. —¡Lo siento! Ayer terminé sin batería y me olvidé de encenderlo, pero dime, ¿qué sucede? Te noto un poco extraña. —El General Kazakov nos ordenó dirigirnos al zoológico Novosibirsk. —¿Por qué? —inquiero confundido. —Esta mañana encontraron el cuerpo del Primer Ministro, Stanislav Yershov —responde después de guardar silencio por algunos segundos. —¿Cómo que su cuerpo?, ¿qué hacía allí?, ¿cómo fue que murió? —Yasha desvía su mirada, por lo que insisto—: ¿cómo fue que sucedió Yasha? —L-lo encontraron en la jaula de los leones. —¡Con un demonio! —mascullo sosteniéndome de la puerta de mi casa
Anastasia Despierto debido al fuerte olor de las sales debajo de mi nariz y cuando mis ojos logran enfocar todo a mi alrededor me doy cuenta de que ya estamos en la mansión, a mi lado veo a Marisha quien se ve tan pálida como un fantasma y Benedikt por su parte lanza un suspiro de alivio. —Por un momento pensé que no podríamos despertarte —susurra acariciando mi cabeza. —Ya estoy bien —le respondo e intento levantarme. —Ni pienses en levantarte de esa cama jovencita —me amenaza Marisha apretando los labios en una fina línea—, no sabes lo asustada que estuve cuando vi entrar a Ben contigo entre sus brazos, por un momento llegué a pensar que estabas herida —comenta hipando y de un momento al otro comienza a llorar. —L-lo siento, no fue mi intención preocuparte —la tomo de la mano y la pego contra mi mejilla—, solo q-que hoy f-fue demasiado para mí —confieso tapando mi rostro con mi mano libre y uniéndome a su llanto. »Y-yo pensé… yo… que —balbuceo sin poder dejar de llorar y afer
Damien Días después—Damien, ¿puedo pasar? —inquiere Yasha del otro lado de la puerta.—¡Adelante!—Luces terrible —comenta frotándose los ojos y conteniendo un bostezo—, necesito un descanso con urgencia —susurra sentándose en la silla que se encuentra frente a mi escritorio.—Yo también Yasha, ahora que todos saben sobre cómo murió el Primer Ministro, no hemos tenido ni un solo día de descanso, con eso de que se filtró la noticia antes de tiempo, todo se ha convertido en un completo caos y eso sin mencionar que se nos culpa de su muerte. ¿Encontraste algo sobre el casquillo que te di? —pregunto al tiempo que le sirvo una humeante taza de café, la cual me acepta agradecida.—Sí, resulta que ese lote corresponde a aquel que se robaron de nuestras bodegas hace algunos meses, por lo que eso solo nos lleva a una persona detrás de todo esto.—La muñeca de Bratva —respondemos al mismo tiempo.—¿Ya te entregaron el informe sobre lo que encontraron?—No, aún sigo esperando que…Me interrump
Después de algunas horas de medio dormir, siento como a mi lado Ana se remueve incómoda y retira con suma lentitud mi brazo que reposa sobre su cintura.—¡Quédate, Ana! ¡No te vayas, por favor! —suplico aferrándome a su cintura.—¡Damien!, creí que dormías. No me pensaba ir, solo quiero bajar y beber un vaso de agua. Además, sería un poco ilógico irme de mi propia casa, ¿no lo crees? Anda mejor sigue durmiendo —me insta intentando levantarse.—No puedo dormir cuando estoy contigo —confieso besando su cabeza.—¿Ahora me vas a decir que ronco y no te dejo dormir? —inquiere con ironía.—No es eso rubia, es solo que... —guardo silencio unos segundos y después confieso aquello que me atormenta—: cuando estoy contigo y me duermo, tengo miedo de que al despertar no estés a mi lado, que hayas decidido irte y abandonarme.—¡Damien! —susurra dándose la vuelta y acariciando mi mejilla—. Eso no sucederá a menos que tú no me quieras cerca de ti.—Créeme que nunca te pediría algo semejante.—Esper
Benedikt Cuando Ana me confiesa que ella no respondió mi llamada la sangre se me hiela y temo lo peor ante el hecho de que ahora el Coronel Damien Pavlov sepa la verdadera identidad de esa mujer con la cual ha compartido más que solo momentos robados. Le ordeno salir de ahí y después instruyo a nuestros hombres para que lleven a cabo una misión de vida o muerte, salvar a La muñeca de Bratva, de una muerte inminente. Cuando nuestros hombres me informan que salieron del departamento sin ningún contratiempo, permanezco en la estancia dando vueltas, esperando que todos lleguen a salvo. Miro mi reloj y cuando me percato de que tienen más de media hora de retraso comienzo a ponerme nervioso, temiendo lo peor. Estoy por salir a buscarla por mi cuenta cuando el motor de varias camionetas me anuncia que por fin han regresado, espero a que Ana traspase el umbral de la puerta y es que me permito respirar con tranquilidad, por lo menos de momento. Cruzo unas cuantas palabras con ella y cuan