Damien —¿Dónde estuviste? —inquiere Yasha en cuanto abro la puerta de mi oficina.—¡Hola, buenos días Yasha! Yo estoy muy bien, gracias —respondo ignorando su pregunta.—Déjate de bromas.—Necesitaba un poco de espacio Yasha, no quería hablar con nadie, ¿contenta?—Pero ¿qué sucedió para que salieses así ese día? —insiste mirándome con esos ojos suyos que parecen de rayos X.—Como bien lo dijiste el General Kazakov no quiso reabrir el caso de mis padres —respondo al tiempo que le doy la espalda.—Lo lamento, sabíamos que eso era probable. ¿Qué razón te dio?—Que la muerte de mis padres se debió a un accidente, además, de que debemos de centrarnos en encontrar a La muñeca de Bratva.—
Anastasia Después de ese intenso beso con Damien y su pequeña confesión de que no ha dejado de pensar en mí, coloco mi mano sobre mi corazón en un intento por tranquilizarme, dado que éste parece estar fuera de control y temo que mi acompañante sea capaz de escuchar el retumbar de él.—¿Entonces no sabes cocinar? —inquiere Damien después de varios minutos de permanecer en silencio.—No.—¿Cómo es posible que sigas viva? Yo no puedo vivir sin llevar un buen bocado de comida a mi boca.—Mi na… alguien cocina para mí Damien —me corrijo antes de hablar de más y provocar que la curiosidad de Damien se dispare en esa cabecita suya.—¿Quién? ¿Tu amigo el malencarado? —inquiere soltando un resoplido y solo por qué no puedo verlo, pero estoy casi segura de que puso los ojos en blanco al decir esto.—No. Recuerda… que tengo unos pequeños restaurantes por lo que es imposible que muera de hambre —le miento.—Es verdad lo había olvidado. ¿Entonces supongo que mi cena no será tan magnífica como la
Giro el auto a la derecha y aunque he dejado de ver el rostro de Damien no puedo evitar seguir sonriendo por todo lo que sucedió en esta noche.—Parece que te divertiste mucho Ana —escucho la voz de Ben en la parte trasera del auto y al instante freno en seco.—Pero, ¡¿qué mierda haces aquí?! —chillo girándome en mi asiento para observar a Fiară quien permanece recostado con un poco de dificultad sobre el asiento trasero—, ¿cómo entraste? Olvídalo, no respondas, es más que obvio —le recrimino.—Baja del auto, es más seguro que vayamos en una de las camionetas —me pide sentándose y mirando a cada lado de la calle.Hago lo que me pide y de inmediato varias camionetas hacen su aparición, mis hombres bajan y sin perder tiempo sacan sus armas, Fiară se apresura a cubrirme con su enorme cuerpo y de esta manera subo a la segur
Benedikt—¡Maldita sea! Esto no puede ser posible —exploto furioso cuando termino de revisar toda la información que mis hombres han recolectado.—¿Sucede algo malo Ben? —inquiere Marisha entrando a la estancia.—Nada por lo cual debas preocuparte nana.—No me mientas Benedikt, que sé perfectamente cuando me estás escondiendo algo, lo veo en tus ojos que rehúyen mi mirada.Lanzo un quejido y sin más remedio le cuento todo lo que sé hasta el momento.—Al parecer el nuevo Coronel está recibiendo ayuda del Servicio Federal de Seguridad para dar con nuestra ubicación.—¿Y supongo que eso es malo?—Así es nana, esos hombres trabajan muy de la mano con el bastardo del Primer Ministro —en cuanto escucha esta pequeña información, cubre su boca con su mano—, por lo qu
Damien Me encuentro en el comedor terminando de acomodar algunas velas en sus pedestales cuando el timbre me anuncia que mi invitada ha llegado, le lanzo una última mirada a todo el lugar y me apresuro a abrirle; y aunque la belleza que desprende Ana, es algo a lo cual ya debería de estar acostumbrado después de pasar tiempo juntos por algunas semanas, nada me prepara para verla enfundada en un grueso abrigo negro que hace resaltar sus hermosos ojos azules, los cuales brillan como un faro de esperanza en medio de una tormenta y, esa sonrisa entre coqueta y seria que solo ella puede dedicarme. —Pasa, hace mucho frío afuera —le tiendo la mano y la ayudo a entrar. Cuando retiro su abrigo para colgarlo en el perchero, mi respiración se detiene y mi voz se queda atascada en mi garganta por algunos segundos, impidiéndome proferir sonido alguno. —T-te ves increíble —confieso cuando salgo de mi letargo—, ese vestido no te hace justicia Ana —me acerco a ella y dejo un pequeño beso en sus
Benedikt —¿Lo acompañamos jefe? —inquiere uno de mis hombres en cuanto cruzo la puerta. —No es necesario, prefiero que se queden a vigilar. Me encamino a la cochera donde ya espera uno de mis autos y subo sin perder tiempo, deseando escapar hasta de mis propios pensamientos. Manejo a toda velocidad sin saber qué hacer con la información que descubrí hoy, no deseo que la vida de Ana peligre, pero tampoco me siento con el derecho de destruir esa nueva ilusión que crece en ella. —¡Maldita sea! —grito golpeando una y otra vez el timón—. No debí dejar que te acercaras a ese hombre. Paro el auto y me percato de que me encuentro en el Cel Neiubit, salgo y decido pasar un rato en este lugar, tal vez unos tragos me hagan pensar bien lo que haré y como le diré a Ana la verdadera identidad de ese infeliz. Entro al bar observando todo a mi alrededor, le hago un leve asentimiento de cabeza al encargado del lugar, quien se acerca a paso lento hasta donde me encuentro. —¿Cómo han estado las
Despierto con un pequeño peso encima de mi pecho que no me deja respirar con normalidad, me remuevo incómodo y cuando abro los ojos me encuentro en un lugar que no reconozco; observo a la persona que se aferra a mi torso y cuando veo una melena pelirroja recuerdo todo lo que sucedió ayer por la noche.«Maldita sea, precisamente tenía que acostarme con la Teniente» pienso cubriendo mis ojos con mi mano, niego con mi cabeza y antes de que pueda hacer otra cosa, la pelirroja se estira y cuando su mano palpa mi abdomen se aleja de mi lado con temor dejando al descubierto su cuerpo desnudo y encendiendo mi deseo de volver a convertirnos en un solo ser.—¡Hola pelirroja! ¿No me digas que no te acuerdas de lo que hicimos ayer? —inquiero sonriendo.—¡Idiota! Claro que lo recuerdo gorila, tanto así que hasta mi trasero lo recuerda.—Que extraño, ayer no escuché que te quejarás una vez que te acostumbraste a ello, por el contrario, que recuerde, me pediste que golpeará aquí y aquí —respondo col
Anastasia Después de lo que me parecen unas cuantas horas de sueño, despierto entre los brazos de Damien quien duerme profundamente; observo su rostro sereno y una pequeña sonrisa se forma en mis labios al recordar la forma tan tierna en que me hizo el amor, haciendo vibrar mi corazón como nunca nadie lo había hecho en todos estos años.Acaricio su rostro haciendo que se remueva ante mi tacto y en el proceso afloja su agarre en torno a mi cintura, enredando las sábanas en su cuerpo con lo cual me da la oportunidad de levantarme con mucho cuidado y comenzar a recoger mi ropa, me visto con prisa y después de dejarle una pequeña nota de despedida salgo de su habitación tal cual ladrona que no desea ser descubierta; bajo hasta la estancia y antes de apagar las luces que aún permanecen encendidas, tomo mi abrigo para salir al frío aire de la madrugada, donde ya me esperan mis hombres para regresar a mi dura realidad.Los siguientes días, como toda una adolescente, intercambio mensajes c