Y hasta ahí llegó el Luis jovial que había representado toda la noche. Es como si de pronto necesitara volver a delimitar nuestras vidas. Pues durante toda la velada lo vi mirarme en ocasiones fijamente, como si le gustara esta burda representación de esposos. Por lo que sigo la conversación. No es que me interese, pero así de ese modo, al hablar sin tapujos de su amante, damos por sentado que no somos nada, ¡nada! Ni lo seremos nunca, no me gusta como persona y mucho menos como ha comenzado a mirarme desde que me viera en la tarde.—¿Tu chica? ¿La rubia del avión? —pregunto animándolo a hablar.—¡Sí, ella misma! ¿Cuál otra crees que sea? No me creas un mujeriego empedernido, solo la tengo a ella, que si no llega a ser por ti y tu maldito dinero, estuviéramos juntos. —Maldice, pero no sé, siento que lo hace como si no lo sintiera esta vez.—¿Y por qué me culpas a mí? Pudiste negarte y no lo hiciste, así que déjame a mí afuera, sabes muy bien que si me casé contigo fue para salir de mis
¿Cómo se atrevió a golpearme de esa manera tan salvaje? Me preguntaba sin poder dejar de llorar. ¿Y si llamo a papá y se lo digo? Lo amenazó el día de la cena, de seguro sabía que Luis golpeaba a las mujeres y se lo estaba advirtiendo. ¿Me defenderá, o será verdad lo que me gritó Luis de qué mamá hace de él lo que quiere?Bueno, he de reconocer que en eso tiene razón, ni siquiera abuelo pudo hacer nada cuando a ella se le metió en su cabeza mandarme para el colegio aquel tan fuerte. Gracias a Dios abuelo me iba a ver todos los días y las endulzó con todos los regalos y dinero que les dio, que me trataban después muy bien, y me dejaban leer todo lo que yo quería. No me fue mal después de todo. Debieron dejarme allá en vez de inventarse toda esta farsa de la boda.¿Será mamá una adicta al juego y por eso papá está casi en bancarrota? ¿Es ese el motivo? Aunque la cantidad de joyas que se compra a cada rato, a cualquiera dejan en la quiebra. ¿Por qué papá no le pondrá medidas? ¿Lo llamo y
¡¿Cómo se atrevió a golpearme?! ¡No lo puedo creer! Según borro los mensajes que no me tomo el trabajo de leer, descubro que hasta tengo uno de la odiosa rubia, diciéndome que regrese que ella se marchará. ¿Quién se han creído que soy esos dos? ¡No, esto se acabó, Isabella, se acabó! ¡No tienes que aguantar nada a nadie, aunque me quede sin un peso, no volveré a estar con Luis y mucho menos a obedecer a papá!De seguro sabía que Luis me golpearía y por eso lo estaba amenazando el día de la cena. ¿Lo llamo? ¿Se lo digo? ¿Aceptará que me divorcie? No, no Isabella, no seas tonta, papá hace todo lo que quiere mamá, ella fue la de la idea de casarme con Luis, no él. En eso tiene razón el condenado ese, papá hace todo lo que quiere mamá. Mejor márchate y no le digas nada a nadie, comienza una nueva vida lejos de todos.Después de percatarme de que no existe nada de comer en la casa, solo un pomo de agua fría en el refrigerador. Tomo mi bolso y reviso mi cartera y compruebo que al menos teng
Sé que ya lo sabe, pero no tengo la fuerza ni el valor de contarle nada, por lo que sigo en mi papel de que no me sucedió nada. Tomo aire dejando que mis lágrimas rueden por mis mejillas y me esfuerzo porque mi voz salga normal.—No es nada abuelo, solo me emocioné de saber cuanto me amas —digo rápido, al sentir que lo estoy preocupando realmente. —Abuelo, ¿puedes hacerme un favor?—El que quieras mi niña.—Si llama Luis de nuevo, pueden decir, que me estoy quedando con ustedes, porque mima no se siente bien.—Lo haré, pero, ¿dime dónde estás?—Estoy en el apartamento que me compraste hace años, ya sé que debes haber visto por el localizador que acabas de mencionar donde estoy, gracias por respetar mi privacidad —le digo así, porque en verdad lo aprecio mucho. —Lo que no hay nada de comer, así que desbloquéame la tarjeta para ir a comprar de todo lo que necesito.—¡Sabía que algún día lo ibas a necesitar! —exclama alegre de que al fin sea yo la que le diga donde me encuentro. —Me ale
Y escucharlo consolándome así, me hace querer llorar aún más. Todo el dolor que he tenido retenido todos estos años de mi vida, sale a flote en los brazos de mi abuelo. Él me aprieta fuerte contra su corazón, acariciando mi cabello. Espera pacientemente que me calme. Cuando lo hago nos sentamos, uno frente a otro con las manos tomadas. No me pregunta nada, solo espera que sea yo quien hable.—Abuelo, no quiero que hagas nada, por eso no te lo dije, ni fui para allá con ustedes, sobre todo no quiero asustar a mima.—¡Debiste ir al momento! Tu abuela se va a molestar mucho cuando lo sepa.—No se lo digas abuelo, ella está muy delicada. Tampoco quiero que te metas en problemas por esto.—¿Y qué es lo que pretendes hacer Bella? ¡No podemos dejar al degenerado ese, sin castigo!—Solamente necesito que me ayudes a divorciarme. ¿Sí? Olvídate de Luis, quiero pensar que nunca existió en mi vida, por favor abuelo, ayúdame a olvidar todo esto.—¡Seguro linda, ahorita mismo hablaré con mi abogado
De seguro ahora que lo pienso, fue para poder seguir su tren de vida como dice Luis, debe haberlo hecho para pescar al tonto de papá que vive diciendo cuando bebe mucho que si no fuera por mí, su vida no fuera desgraciada. ¿Qué querrá decir con eso? Lo repite siempre que bebe y se lo dice a mamá también, que están juntos por mí. Mima dice que él tenía una linda novia a la que adoraba antes de mamá, que no sabe cómo pudo dejarla por ella. ¿Quién será? Papá no es malo, sobre todo cuando no está mamá, se acercaba más a mí sin su presencia. Recuerdo aquel verano que nos la pasamos con los abuelos, ella estaba de viaje en un crucero y papá vivía conmigo para todas partes, creo que ha sido la única vez que lo vi reír feliz a mi lado. Cuando ella llegó y me vio como corrí a recibirlo, porque regresaba del trabajo y me cargó llenándome de besos, no le gustó. Discutieron mucho, encerrados en el despacho. Después de ese día se le ocurrió la idea de mandarme para aquel colegio tan estricto y pa
Tomo mi bolso, salgo de mi casa, camino con pasos cortos hasta el elevador, lo tomo al llegar al parqueo de mi edificio, por un momento pienso en tomar mi auto. No hagas tal cosa Isabella, me digo enseguida, de seguro Luis ha mandado a circularlo, para encontrarme, como la vez que lo dejé en el puerto solo.Le doy la espalda, y salgo caminando despacio, no estoy acostumbrada a los altos tacones, aunque me defiendo por las clases que me hizo tomar mamá. No bien llego a la garita del portero, este me saluda con los ojos muy abiertos, y eso me gusta, porque fue una mirada de admiración y reconocimiento a mi belleza, le sonrío amablemente. Mientras avanzo más segura de mi misma, el taxi que había solicitado llega en ese justo momento.—Buenas noches. ¿Isabella Sardino?—Sí, señor, soy yo. Buenas noches.—Monte —dice al tiempo que se ha bajado y me ha abierto la puerta amablemente, sin dejar de mirarme asombrado, y sonriendo también tontamente, ji, ji, ji… Me está gustando esto, me gusta m
No sé si algunos de ustedes han sentido alguna vez lo mismo que yo, pero quiero que comprendan por qué cometí lo que considero mi mayor error. No pretendo justificar lo injustificable, solo anhelo compartir mi historia y encontrar empatía en sus corazones. En aquella primera vez en mi vida que decidí aventurarme sola, experimenté una amalgama de emociones. Desde mi infancia, me vi aprisionada en un mundo de restricciones impuestas por mi madre. Cada aspecto de mi vida estaba controlado; mi libertad era un lujo inalcanzable. Como si un invisible velo me separara del mundo exterior, me prohibieron tener amigos, excepto aquellos que ella elegía por mí. Pero esos supuestos amigos solo se burlaban de mi ignorancia sobre lo que acontecía más allá de los muros de mi hogar. El poder de elección me fue arrebatado, incluso en la elección de mis ropas, y era obligada a acatar sin protestar, aunque me sintiera incómoda. Mi voz era reprimida, sólo debía hablar cuando se me preguntaba y dar res