Fuera de una iglesia donde se celebra una boda, un joven llora mirando sin cesar la entrada, hasta que ve salir a la pareja de recién casados. Salen felices tomados de las manos y se montan en un auto ante los aplausos, la lluvia de pétalos de rosas y arroz que le lanzan todos los invitados. El joven no puede quitar su mirada de la novia que por un momento choca con la suya y le sonríe tímidamente al tiempo que la desvía.—¡¿Por qué, por qué, por qué no pudiste esperar por mí?! ¿Por qué? —Grita golpeando el timón de su auto con furia. Permanece allí por largo rato, luego regresa al hotel en que se hospeda. Vino lo más rápido que pudo al enterarse. ¿Por qué tuvo que andar de viaje todo ese año en que a ella la sacaron del colegio? ¿Por qué solo ahora se enteró de que la tenían comprometida? ¿Y ella? ¿Cómo es posible que ella se olvidara de él? Es verdad que hace muchos años que no se ven, desde que eran niños. Pero se lo prometió en la casa del árbol, que la haría su esposa un día,
Si de niña era hermosa, de mujer, ahora lo es mucho más. Se sienta a su lado por largo rato, ella sin darse cuenta se gira y se apoya en su hombro, él la deja feliz, y aprovecha para olerla. Su olor no ha cambiado, sigue siendo el mismo, a jazmín, igual que cuando la olía de niños. Era algo que le encantaba de ella. Al hacerlo, le parecía que estaba en un jardín lleno de esa hermosa flor. Y era el motivo por el que le encantaba dormir con ella en su habitación, todo estaba impregnado de ese aroma. Después de varias horas, en las que ni el esposo regresó, ni ella se dio cuenta de que aquel faltaba, y seguía no solo con la cabeza apoyada en su hombro, sino, con una mano en su pecho, pues se había girado por completo para abrazarse de él. Cosa que lo llenaba de alegría y de rabia al mismo tiempo. Porque sabía que ese era un abrazo robado. No estaba dirigido para él, sino para el desvergonzado que llevaba a su amante. ¿Cómo pudiste enamorarte de él? Susurró en su oído, ella solo levan
Cuando Adele y su padre regresaron a la ciudad, lo primero que hizo ella fue contactar con la hermana del chico, era un año y unos meses menor que ellos. Y aunque era muy inteligente, cuando se trataba de la felicidad de su hermano, no lo pensaba dos veces. A ella era a la primera que tenía que convencer, si lo lograba tenía ganado la mitad del camino. Sabía que ella influía mucho en las decisiones que él tomaba.—Christie, soy Adele. ¿Te gustaría que nos encontremos? —preguntó con la voz más dulce e inocente que pudo poner.—Hola Adele, está bien. Ahora mismo estoy en el centro comercial, si quieres venir podemos tomarnos un café y charlar.—Estaré ahí en poco tiempo —dijo y le colgó, para luego girarse en los brazos de un hombre que la miraba sonriente en una cama ambos desnudos— me tengo que ir.—¿Ya empezó la cacería? —preguntó aquel con descaro.—Sí, esta vez tengo que lograrlo o papá me mata. Así que nada de estarme cayendo atrás ni darme escándalos. A partir de hoy seré una ni
Isabella se ha vuelto a quedar dormida en un sillón mientras Marta sigue organizando el proyecto. Fueron a la escuela por la mañana, y luego al orfanato a buscar algunas cosas que ella necesitaba. Después de esperar a su amiga en la cafetería toda la tarde, regresaron al apartamento, y ahora se había dormido. El sonido de la puerta y la voz de su abuelo, hizo que saltara y corriera al encuentro de ellos. —Pensé que ya no iban a venir hoy —le dice abrazando y besando a su abuela primero, y luego a su abuelo — es muy tarde abuelo, tienes que dejar de viajar de noche. —Es que a tu abuela otra vez le dio por hacerte junto a la cocinera esa enorme cantidad de comida, insiste en que no te alimentas bien y es verdad, has bajado mucho de peso.. Habla con tono de reproche el abuelo Sardino mirando a las chicas complacido. Su nieta nunca había tenido una buena amiga y eso era algo que lo entristecía. Desde que vio a Marta la primera vez, de una sola ojeada supo de que era una buena chica
Christian es el hijo mayor de una muy adinerada y afamada familia. Tiene solo una hermana un año y medio menor, se adoran. Son además de hermanos, amigos y confidentes, confían ciegamente uno en el otro. Por eso, al llegar ese día a su casa, rió feliz al verla correr hacia él y saltarle arriba, como si hiciera mucho tiempo que no se veían.—¡Bájate Christie! Le pidió, mientras la sujetaba, para que no fuera a ser que se cayera. Ella seguía llenándolo de besos hasta que al fin se desprendió y bajó, sin soltarlo emocionada.—¿Y? ¿Lo lograste?—Llegué demasiado tarde —dijo soltando un suspiro.—¿Cómo demasiado tarde? ¿Qué quieres decir con eso?—Se casó con otro, precisamente llegué a la hora en que se estaba celebrando la boda. Fue terrible, la perdí, mi hermana, la perdí.—Vaya, mi hermano lo siento mucho. ¿Y por qué te demoraste tanto? Pensaba que estabas con ella.—La seguí a su luna de miel.—¿Qué? ¿Por qué hiciste tal cosa? ¿Eres masoquista acaso? —preguntó ella obligándolo a det
Christian la vio alejarse mientras sonreía tontamente, sí, había tomado la decisión correcta, se dijo volviendo a entregarse a su trabajo. Era realmente enfermiso seguir detrás de una mujer que había olvidado que existía, y encima de eso estaba casada. Con Adele podría rehacer su vida y olvidar por completo a su primer amor. Al terminar se montó en el coche de sus amigos que pasaron a recogerlo y condujeron rumbo a su yate. Al final, decidieron hacerlo allí, navegaron hasta aguas de nadie y disfrutarán a lo grande. Sus amigos se dieron a la tarea de invitar a las chicas. Él les había aclarado que no quería a ninguna, que se mantendría fiel a su inocente y bella novia, obteniendo las burlas de todos, pero se mantuvo firme. Esta vez no quería que sucediera nada, que diera al traste con sus planes de vida feliz. La fiesta avanzaba, según lo planearon, dinero era lo que les sobraba a todos. Por lo que habían hecho que el helicóptero de su familia permaneciera con ellos. Cada tanto iba
Mientras, un tiempo antes en París. Isabella se encuentra sentada en el medio de la sala de un hospital con la cabeza cabizbaja, ve como los pies de su abuelo cruzan por delante de ella en su andar de un lugar a otro. ¿Cómo pudo suceder esto? Es la única pregunta que retumba en su cabeza. Hasta que ve los pies detenerse a un metro delante de ella y lo escucha preguntar.—¿Y entonces dime, Bella? ¿Qué fue aquello que te impulsó a hacerlo? ¿El amor o el odio? ¿Cuéntame bien despacio, que hizo que tomaras esa decisión, Isabella Sardino? —pregunta, tratando de mantener la calma. Aunque claramente puede ver la frustración y desilusión reflejados en su rostro. En lo que ella piensa.¡Tres meses habían pasado desde esa noche, en que me entregué a un extraño!¡Tres meses, de haber desaparecido!¡Tres meses, en que me convertí en otra persona!Libre, decidida, alegre. En que de a poco, mis sueños comenzaban a hacerse realidad. Y heme aquí, ante la mirada inquisidora de mi abuelo.—Contéstame
Después de la conversación con sus abuelos, y de que su abuela la acompañara a dormir. Se pasó mucho tiempo tratando de encontrar el modo de encontrar al padre de su hijo. Hasta llamó al hotel, pero le informaron que no mantienen tanto tiempo las grabaciones de las cámaras de seguridad. Logró hablar con la chica que vendía bebidas, ella era lesbiana y le había dado su número por si algún día cambiaba de parecer y gustos. Luego de explicarle lo que quería saber, le dijo que no tenía ni idea quien era el joven, que se acordaba más o menos. Pero que este no había vuelto a aparecer en el hotel, que si lo veía le avisaría. Le dio las gracias sintiendo que su mundo cada vez se enredaba más. ¡Cielos! ¡Si su papá se enteraba de esto, la mataría, y ni hablar de su madre! Y entre tanto pensamiento negativo, su tristeza se acentuaba hasta que terminó por echarse a llorar, y quedarse dormida profundamente. Al otro día, su abuela la despertó bien temprano. De un salto salió de la cama y corrien