Sentado en el despacho de su padre Santiago lo mira fijamente a los ojos. El viejo le sostiene la mirada, sin decirle nada. Sabe que algo está pasando con su hija, lo sabe. Luis llamó para preguntar por ella. Eva está muy nerviosa y se esconde para hablar con alguien, que no sabe quién es. Como también está seguro que si su hija no acudió a pedir su ayuda, sí debe haber llamado a su abuelo, y él no parece dispuesto a decirle nada.—¿No me vas a decir que pasa con Bella, papá? —pregunta después de un rato de mirarse fijamente.—¿Qué quieres que te diga? —responde aquel haciendo que está analizando unos papeles. —Debe estar en la escuela a estas horas.—¿Dónde la escondiste? —pregunta serio.—¿Qué quieres decir? —pregunta atrás el viejo Sardino.—Papá, me voy a molestar mucho si ese desgraciado de Luis le hizo algo y no me lo dices. Y no te hagas el que no sabes nada. Isabella ayer llamó a la escuela y canceló la matrícula por problemas familiares.—¿Sí? No lo sabía.—¡Papá!—Deja de g
Cuando Santiago empezó con sus problemas con la droga, todavía el doctor Alfonso no se había graduado, en aquella época trabajaba junto a su padre y hermano en la naviera, y estudiaba como loco. Había logrado ganarse una beca para estudiar medicina, y por su amigo, decidió tomar la especialidad de psicología. Luego se enteró de todo lo que pasó él para superar su adicción, y se alegró de que lo lograra. Aunque después de graduarse y ejercer, insistía en tratarlo, pues se había percatado de que no era el mismo y quería saber la causa. Santiago, las pocas veces que se habían encontrado por casualidad en la naviera, se había negado, diciendo que todo estaba bien con él. Solamente habían crecido y ya no eran niños. Pero desde que escuchara y viera saliendo a Eva hacía unos meses atrás con Oswaldo de un hotel, el padre de Luis. Comenzó a prestar más atención en todo lo que hacía su esposa. Por ello se buscó hombres de confianza suyos, para que anduvieran con él. Sabía que su amigo Adri
Se preguntaba Santiago pensando ante la mirada de su amigo y doctor. Al parecer con el tiempo lo aceptó resignado, si hubiera sido con Susan, como tenían planeado no hubiera parado hasta cinco por lo menos, pero era Eva, una mujer fría y calculadora. Sacude su cabeza, se acomoda en el asiento, toma el vaso de agua y se lo bebe completo antes de comenzar a hablar. El doctor Alfonso no lo apura, espera pacientemente por él.—Sí, solo a Isabella. Ya se casó y divorció.—¿Qué? ¿Tan pronto? ¿Es por eso que estás aquí?—No Alfonso, y sí. Es por mi hija que estoy aquí, y por mamá, por papá…—Y por ti Santiago, sobre todo por ti —completó el doctor Alfonso la frase.—Sí, tienes razón, también por mí. Sobre todo, por mí. Dijo soltando todo el aire y volviendo a tomar agua. Aunque era su amigo, le costaba abrirse. Siempre fue muy cerrado para contar sus cosas personales, solo con su linda novia Susan no temía contarle hasta su más íntimo pensamiento. Después que ella desapareció, nunca más lo
Nunca imaginó que, al entrar al despacho, su padre avanzara a su encuentro furioso, y sin mediar palabras, le fuera para arriba, propinándole una paliza. Lo golpeaba como jamás en su vida lo había hecho. A Luis no le daba tiempo de responder, era tanta la molestia de su papá y la manera tan desenfrenada en que lo golpeaba brutalmente, que solo atinó a cubrirse el rostro con sus brazos y dejar que aquel lo golpeara todo lo que quisiera, mientras le gritaba. Después de hacerlo con rabia por mucho tiempo, y cuando ya estaba agotado de golpearlo se detuvo y le gritó.—¡Eres una vergüenza para esta familia! ¡Degenerado! ¿No pareces mi hijo, bueno para nada? ¿Cómo pude engendrar un hijo como tú, tan estúpido? Gritaba como un loco, mientras le propinaba puntapiés en el piso sin consideración, parecía que cada vez que recordaba lo que había hecho Luis, le entraban nuevas ganas de golpearlo, sin que aquel se defendiera. Enroscado sobre sí mismo dejaba que su padre lo golpeara, sabía que si o
Isabella paseaba feliz por los pasillos de la universidad la cual ya había iniciado. Hoy era su primer día, estaba asustada y realmente emocionada. Vestía hermosamente un juego de pantalones azul cielo que le había comprado su abuela y a la cual dejaba que le diera consejos ahora de como vestir. También había dejado su largo cabello rubio al aire, lo cual la hacía ver hermosa, y a la vez, le daban una sensación de libertad. Caminaba buscando el aula por un amplio pasillo hasta dar con ella, estaba llena de estudiantes, buscó algo cohibida un sitio donde sentarse, hasta dar con uno al lado de una chica, muy hermosa, algo descuidada en su forma de vestir. Llevaba unos grandes espejuelos para la vista, y cuando le sonrió, pudo ver que todavía usaba puentes para arreglar sus dientes.—Ven, siéntate aquí —la llamó con su sonrisa metálica. Al tiempo que recogía todas sus cosas desparramadas por la mesa. Al ver que los otros lugares vacíos eran al lado de chicos, Isabella sonrió atrás ,fue
Mientras en la casa de las afueras de París, la señora Tania mira interrogante a su esposo el señor Sardino.—Era Bella, dice que se va a quedar con su amiga Marta en el apartamento porque está muy cansada y tiene que estudiar mucho. Quería que fuéramos nosotros, pero le dije que mañana. ¿Está bien?—Muy bien, esa muchacha se está esforzando demasiado. Se va a enfermar. —Le contestó la señora Tania por señas.Desde que habían venido hacía un mes le preocupaba mucho su nieta, se la pasaba durmiendo, cansada y apenas comía. Por lo que el señor Sardino le había puesto un chofer para que ella pudiera descansar en el viaje, y porque temía que se fuera a quedar dormida conduciendo y tuviera un accidente.—Tenemos que llevarla al doctor a que le haga un chequeo general, no la veo nada bien.—Lo haremos, mañana mismo nos iremos a la clínica cuando ella regrese de la escuela. —Seguía la abuela insistiendo muy preocupada por su nieta —Deberíamos ir ahora, de seguro que no come, podemos llevarle
El doctor Alfonso mira a su gran amigo Santiago. Está muy preocupado al enterarse de todo lo que tiene, es una tarea ardua que lleva mucha fuerza de voluntad del paciente, y que no está seguro de que él lo hará, debido a que lleva muchos años en la misma situación, por eso le pide.—Ven a verme todos los días Santiago, y lo iremos resolviendo de a poco. Lo importante es que diste el primer paso y buscaste ayuda profesional.—Eva no puede enterarse, o me temo que tu familia pueda estar en serio peligro, Alfonso —advierte Santiago.—Muy bien, lo haremos en casa de mamá o en tu oficina, en cualquier lugar como si estuviéramos compartiendo.—¿Puede ser en la oficina?—También. Te ayudaré mi amigo, ya verás. Iré a tu empresa como si fuera a ver a mi hermano Adrián todos los días. Me hace camino cuando voy a ver a mamá y para ir a mi casa. ¿Sabes que estudié esta especialidad por ti?—¿Estás bromeando?—No, lo digo en serio. Cuando pasó lo de Susan yo había recién iniciado en la escuela de
Fuera de una iglesia donde se celebra una boda, un joven llora mirando sin cesar la entrada, hasta que ve salir a la pareja de recién casados. Salen felices tomados de las manos y se montan en un auto ante los aplausos, la lluvia de pétalos de rosas y arroz que le lanzan todos los invitados. El joven no puede quitar su mirada de la novia que por un momento choca con la suya y le sonríe tímidamente al tiempo que la desvía.—¡¿Por qué, por qué, por qué no pudiste esperar por mí?! ¿Por qué? —Grita golpeando el timón de su auto con furia. Permanece allí por largo rato, luego regresa al hotel en que se hospeda. Vino lo más rápido que pudo al enterarse. ¿Por qué tuvo que andar de viaje todo ese año en que a ella la sacaron del colegio? ¿Por qué solo ahora se enteró de que la tenían comprometida? ¿Y ella? ¿Cómo es posible que ella se olvidara de él? Es verdad que hace muchos años que no se ven, desde que eran niños. Pero se lo prometió en la casa del árbol, que la haría su esposa un día,