A las diez de la noche, tomé un vuelo rumbo a París llena de maletas y de esperanza de iniciar una nueva vida. Me la pasé durmiendo todo el tiempo, no me enteré ni cuando aterrizamos, la aeromoza hubo de llamarme. Al salir la amiga de mi abuela Eugenia me esperaba, junto a otro chico.—Hola, ¿eres Isabella Sardino? —me preguntó con un cartel con mi nombre en sus manos, me eché a reír.—¿Eso fue obra de mi abuelo, verdad? —Dije señalando el cártel.—Ja, ja, ja…, y de tu abuela también. ¿Cómo estás querida? ¿Y el viaje cómo fue?—preguntó en lo que se adelantaba y me dio un abrazo como si me conociera de toda la vida.Eugenia era una señora diminuta, con su cabello bien corto completamente blanco y el cual llevaba muy bien acomodado. No era delgada pero tampoco gruesa. Tuve que inclinarme para estar a su altura a la hora de darle el abrazo. Ella me dio también un beso en cada mejilla, y al separarnos, me observó frunciendo el ceño, y yo sabía muy bien por qué lo hacía, de seguro mi rostr
Ay papá, por qué tuviste que emborracharte aquella noche y acostarte con mamá, tenías que haberte casado con esa bella chica que menciona abuelo a cada rato, y darme una mejor madre que esta, que me ha despreciado la vida entera y no me ama. ¿Despertará alguna vez? Ojalá lo haga y venga a vivir con nosotros, amo a papá. Y entre más pienso y pienso, más lloro y me quedo profundamente dormida llorando. El timbre del teléfono de la casa, me despierta, está justo al lado del sofá donde me he quedado dormida, lo tomo.— Diga.— Bella, ¿llegaste bien hija?Escucho la voz de mi abuelo preocupado, y es cuando me percato que no lo he llamado ni mandado un mensaje. ¡Qué irresponsable! Mima debe estarse cayendo muerta. Por lo que me apresuro a disculparme.— Disculpa abuelo, me quedé dormida. Sí, llegué bien, muy bien. ¿Mima me dio algún somnífero? Porque dormí todo el viaje, y hasta el trayecto hasta aquí.—Ja, ja, ja…, seguro. La conoces, teme volar. ¿Descansaste?—Ahora sí. Oye abuelo, esta c
—No es eso, habíamos olvidado, la consulta que tiene tu abuelo con el especialista. Por eso vamos a retrasar el viaje, pero no te preocupes, ya lo tenemos casi todo arreglado por acá para irnos contigo. Espéranos pacientemente, y segura de que iremos a vivir contigo para siempre hija.— De acuerdo abuelo, yo voy a estar bien. ¿Qué hace mima que no me ha hablado? ¿Está bien? ¿Ya terminaron las quimioterapias?—Sí, hoy fue la última y está dormida, de seguro en un rato te habla.—Cuídala mucho abuelo. Dile a mima que la amo, que se cuide cantidad, que ya verá que esta vez es la definitiva, se pondrá bien.—Dios te oiga hija, bueno Bela, no te preocupes por nada, todo está bien por acá linda. Cuídate mucho. Ah, hija, te dejé un número de contacto, de una amiga de tu abuelo, que te va a ayudar en todo lo que necesites con eso de la escuela.—Gracias abuelo, no era necesario, la señora Eugenia es muy buena y dijo que venía la otra semana. Pero gracias, te amo abuelo.—Yo a ti más, Bela.Cu
La vida para Santiago Sardino, padre, el magnate como le decían, no había sido color de rosas como pudieran pensar todos los que ahora lo conocían, un millonario algo egocéntrico que lo único que le interesa son sus barcos. No era hijo de una familia millonarias ni había heredado su fortuna, lo que tenía lo había logrado con mucho esfuerzo. Hijo de una familia de la clase media, que se esforzaron por darle una buena educación, por lo que se pudo graduar con honores de ingeniero en barcos. Y con ello, la insignificante naviera que poseían sus padres, la hizo crecer y crecer de a poco, siendo muy bueno para los negocios.Muy pronto pasó a ser una de las mejores navieras en construcción de yates de lujo para la alta sociedad. En el primero que hizo, invirtió todo lo que poseía y más. Pero tuvo suerte, un millonario lo vio y se enamoró del mismo, pagando mucho más de lo que aquel pedía, luego vinieron los cientos de contratos, que de pronto lo pusieron en la punta de la competencia.Tuvo
Regresó a su casa, no quería preocupar a su esposa. Aunque ya ella había escuchado los mensajes que había dejado Luis y lo miró interrogante.—No es nada, tuvieron una estúpida pelea, ella está bien.—¿Por qué no vino para aquí? —le preguntó por señas.—Porque está estudiando y se quedó con una amiga.—Santiago, sé que me mientes, ¿dime ahora mismo qué pasa con Bella? —inquirió ella molesta por señas.—No lo sé querida, de veras no lo sé.—¡Llámala!—Ya lo hice, pero no me responde, mira la hora que es, de seguro está en clases.—Está bien, si no aparece en la tarde, después de la terapia iremos a su casa a ver qué es lo que le pasa.—De acuerdo, termina y vamos.Durante todo el tiempo en que acompañó a su esposa en el hospital, no dejó de llamar al portero para saber si ella había salido. La volvió a llamar a ella, sin resultado, no le tomó el teléfono. Estaba realmente desesperado. Llamó al ama de llaves de la casa de Bella, la señora Gisela.—Dígame.—Gisela, soy yo, Sardino. ¿Qué
El abuelo se percató de que se le había presentado la oportunidad de decirle que sabía dónde estaba, pero decidió continuar con la conversación como si nada hubiera ocurrido.—Sí, esa misma. ¿Ves ese número dentro? Ese es el código, mi niña. No tengas miedo, con ella nunca te faltará de nada y no tienes necesidad de trabajar. Y si eso no es suficiente, tienes todo mi dinero, Bella.—Oh, Abu, muchas gracias, de verdad —susurró ella mientras, pero él notó que sollozaba, aunque no hizo ningún comentario al respecto. Bella trató de cambiar el tema para disimular sus emociones. —Abu, ¿quieres decir que, hipotéticamente hablando, si me quiero marchar, puedo irme en cualquier momento?Se asustó al escucharla preguntar eso. ¿A dónde querrá escapar su nieta? No podía permitir que se fuera, pero sabía que había cometido un error al mencionar la cantidad de dinero. Se apresuró a responder, con un dejo de preocupación en su voz.—¡Sí, mi niña, puedes hacerlo! Solo déjanos saber dónde vas, para qu
El señor Sardino mira una y otra vez a su nieta, la abraza y acaricia con cariño, tratando de convencerla de que se vaya con él para su casa. —Tu abuela se va a molestar mucho cuando lo sepa. —No se lo digas Abu, ella está muy delicada. —Le ruega. —Tampoco quiero que te metas en problemas por esto. —¿Y qué es lo que pretendes hacer Bella? —pregunta al notar que al parecer ella quiere huir de la situación y dejar al maldito sin castigo. —¡No podemos dejar al degenerado ese, sin castigo! —Solamente necesito que me ayudes a divorciarme. ¿Sí? Olvídate de Luis, quiero pensar que nunca existió en mi vida, por favor Abu, ayúdame a olvidar todo esto. Le sigue rogando ella, pero él no lo dejará esto que le hizo se las cobrará donde más le duela, ya verá. Aunque se pone feliz al escuchar que ella quiere divorciarse, nunca estuvo de acuerdo con ese matrimonio. —¡Seguro linda, ahorita mismo hablaré con mi abogado! ¡Te lo dije, que no te casaras! ¡Sabía que esto iba a suceder! Lo acusaré a
Preocupado por lo que pudiera estar sucediendo, el padre de Luis preguntó con ansiedad:—¿De qué se trata todo esto? Adelante, pasen por aquí. El ambiente en la sala era tenso, y el padre de Luis podía sentir que algo grave estaba a punto de ser revelado. Se preparó para escuchar lo que el señor Sardino tenía que decir y se preguntó qué habría hecho su hijo para ocasionar esta inesperada visita y la actitud tan seria del señor Sardino y sus abogados.El padre de Luis se adelantó y les mostró el camino hacia su despacho, invitando a todos a pasar, pero el señor Sardino ordenó a sus abogados que esperaran afuera hasta que fueran llamados. Una vez que la puerta se cerró, el señor Sardino sacó un sobre de una carpeta y se lo entregó al padre de Luis. Este tomó el sobre intrigado, pero al ver su contenido, su rostro cambió drásticamente, mostrando una mezcla de incredulidad y terror mientras miraba al señor Sardino, quien permanecía de pie frente a él.—¿No me digas que esto lo hizo Luis?