150. FELICIDAD.

Isabella vuelve a abrazar a Santiago, que le devuelve el abrazo sintiendo una inmensa felicidad. ¿Cómo pudo privarse de esto por veintitrés años? Se pregunta en lo que con disimulo limpia una lágrima. Luego se separa de su hija que le contesta sonriente con una enorme expresión de dicha que lo satisface y le dice.

—Está bien papá, te voy a ir a ayudar, pero no te acostumbres. Ja, ja, ja… Sabes muy bien que no me gusta los números —luego sin soltarlo lo mira fijamente como si pensara lo que quiere decir, él le sonríe, y es entonces que se decide a hablar.—¿Puedo preguntarte algo en privado?

—Claro que si hija, acompáñame al puente, para dar esa vuelta y anclar. Luego hablaremos de todo lo que tú quieras.

Isabella hace como le pide, lo sigue al puente, se detiene su lado para observarlo. Escucha el alboroto de sus hijos que se acercan con Christian, los recibe emocionada y va a su encuentro. Todo se quedan observando la maniobra de anclaje, en un pequeño muelle que hay en el mismo.

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