En mi estómago revolotearon las mariposas creando sensaciones en mí jamás experimentadas.

Su aliento acarició mis mejillas mientras que se acercaba.

Aidan me lo había advertido pero no estoy segura de qué hacer.

Coloqué mis manos sobre sus hombros pero no lo empujé.

Incluso aferré mis uñas a su camisa.

Sus ojos me devoraban con la mirada al mismo tiempo que mi corazón se aceleraba.

—Tu aroma me está matando pequeña, casi tanto como tu baile, hueles jodidamente bien.

Su voz sonó rasposa.

Masculina.

Y golpeó justo en mi clítoris.

Mi ser entero se empapó y yo atontada lo sentí.

No entiendo cómo él pudo lograr excitarme solo con el sonido de su voz.

Sus mano estaban a cada lado del árbol para no dejarme ir.

Ni siquiera estaba tocándome aunque yo me moría porque lo hiciera.

—Aidan...

Él gruñó con profundidad y entonces no pude decir nada más.

Sus labios tomaron los míos en un beso desesperado.

Casi suplicante que hizo que mis rodillas temblaran.

Por mi parte me sentía atrapada.

Cubierta co