Jameson —¿Sí? —Aparté el teléfono de mi oído, observando la pantalla, había llamado a Brown, pero era una mujer quien me contestó—. ¿Hola? Sé que está ahí, puedo escuchar su respiración. Carraspeé un poco y me levanté de la silla, alejándome de la cama donde Gia aún dormía. —Necesito hablar con Jameson Shields —musité con mi voz más grave. —Está ocupado en estos momentos, pero soy su esposa, si quiere decirle algo puede hacerlo conmigo. —Yo… —Te están llamando —avisó ella, oí ruidos en el teléfono antes de escuchar la voz de Tyler a través de la línea. —Shields. —Bien, Brown, te tomó cinco meses, pero al parecer la idiota ya confía en ti… digo, ya contesta tus llamadas, pensé que no podrías hacerlo nunca. —Él intentó decir algo, pero lo corté—. ¿La estás follando ya? La necesito enamorada de ti… O… de mí. —Me reí. —En estos momentos no puedo atenderlo. —Su voz se endureció, pero ni me inmuté, si Brown seguía así, iba a recordarle quién carajos era yo, antes que pudiera decir
Tyler Mientras el pedido llegaba, hablamos de la campaña, me comentó sobre lo que deseaba para la inauguración y, juntos, debatimos la lista de invitados, ambos teníamos listados con nuestros principales clientes y la inauguración albergaría unos setecientos de ellos. Stefy entró con las cajas de alimentos e hicimos una pausa para comer, mientras un silencio cómodo se instauró entre los dos. —He estado pensando que podrías llevar a Mia a la playa, por su cumpleaños… —Bajó la mirada hacia su plato—. Digo, no sé si estaría bien debido a su hospitalización hace un mes… —Tendría que preguntarle a el doctor de Mia, Stefy podría reservarme un departamento discreto. —De hecho —me interrumpió—. Tengo una casa, es más bien una pequeña cabaña, en Long Island, llevaré a Darcy ahí este fin de semana. Si no les molesta a ti a y a Megan compartir… —Alzó la mirada y yo tragué el trozo de comida que mantenía en mi boca y bebí un trago de cerveza. —¿No molestaríamos? —Tenemos tres habitaciones,
Tyler Mia sacó al animal peludo de la caja y lo trajo hasta mí. —Míralo, papito, es un gatito, un Tikki. ¿Puedo quedármelo? Tendría que preguntarle al doctor si habría algún problema. —No puedes devolverlo, es un regalo de cumpleaños —apuntó Darcy, su mirada me retaba a decir lo contrario… ¡Dios! Si Isabella no me hubiera asegurado que ese niño no era de Jameson, juraría que había sacado de él, su porte arrogante y desafiante. Mia seguía mirándome ajena mis pensamientos. —¿Papá? —Negué con la cabeza—. ¿No? —Hizo un puchero. Me agaché a su altura —Sí, bebé, es tuyo, pero tenemos que preguntar al doctor , dale las gracias a Isabella y Darcy. —Ella abrazó a Isabella mientras el niño traía otra caja y se sentaba justo al lado de mi hija. Isabella se acercó a mí lado. —Darcy insistió en comprar todo lo necesario para que el gatito estuviera cómodo. —Gracias. —Ella se encogió de hombros. —Iré a calentar la comida. —Te ayudo —musité siguiéndola mientras los dos niños se quedaban s
Tyler —Tengo que ir a la cama. —Asentí, a pesar que quería seguir hablando con ella, quería conocerla, quería… tantas cosas con ella—. Ten buena noche y descansa, mañana tendremos un día agitado. —De nuevo gracias por la mascota de Mia Lilian. Ella se detuvo observándome. —Lilian… ¿Por casualidad la madre de Mia es la nieta de Henrry? —Negué rápidamente, ni siquiera sabía que Henrry tenía una nieta—. No he visto a Lilian hace mucho tiempo. ¿Sabes qué pasó con ella? Solo sé que su mamá se la llevó hace mucho tiempo a Las Vegas. Mi cuerpo parecía estar hecho de cemento, no podía haber relación, había cientos de mujeres llamadas Lilian, apreté mis manos, queriendo preguntar más por esa chica. No lo hice y ella volvió a despedirse. Me fui a la cama poco tiempo después, pero no pude dormir, las palabras de Isabella seguían sonando en mi cabeza, no sabía mucho de la familia de Lilian, ella no mencionaba a nadie y yo siempre supuse que eran su madre y ella. La señora había muerto poco
Tyler —¡El papá de Mia apesta en el fútbol! —se burló, aún agitado. —¡Oye! —fingí indignación. —Se llama Jameson, bebé… —Nope. —Ambos miramos a Mia, que se había despegado del artilugio que hacía pulseras—. Mi papi no se llama así, ¿verdad, papi? —Mi cuerpo se tensó y la mirada de Isabella se centró a mí—. Papi se llama Tyler… —Bebé, estás equivocada, tu papi… —Negué con la cabeza, interrumpiéndola mientras mi hija reanudaba sus tareas, llevé mis labios a un costado de su cabeza y articulé un “más tarde” para Isabella. Salimos de la playa para comer y ya no pudimos volver, el cielo se encapotó y la lluvia se hizo presente durante toda la tarde, vimos películas y dejamos a los niños jugar con el gato hasta cuando se hizo la hora de la cena. Mientras Isabella colocaba los macarrones a cocinar yo empezé a cortar los tomates para la salsa boloñesa, habíamos trabajado en silencio mientras escuchábamos las risas y las gotas de lluvia repicar contra el tejado, estaba tan concentrado
Jameson —¡No! —grité, sentándome en la cama completamente acelerado, no podía enfocar bien, me sentía atrapado, asfixiado. Sentí una mano deslizarse por mi espalda y me giré rápidamente, tomando por el cuello al hijo de puta que me sometía. —James… —Sus dos manos rodeaban mi muñeca, intentaba decirme algo, pero no podía escuchar nada, no podía observar nada, solo la nebulosa de recuerdos difusos que mi mente había bloqueado por años, pero que siempre volvían a mí, las risas me acechaban en la oscuridad, las palabras dichas en ruso que al principio no entendía pero que luego se habían convertido en mi propia cruz. Me defendí; apreté mi mano más fuerte, mientras unas uñas se enterraban en mi piel, la presión se tornó más violenta y poco a poco esas uñas se retiraron antes que la luz iluminara la habitación de manera tenue y la neblina se despejara de mis ojos, Kate tenía los ojos rojos y llorosos mientras mi mano apretaba su cuello con fuerza, su brazo estirado hacia el interruptor
IsabellaDeseo…El deseo fluyó por mi piel como lava líquida, lo estuve evitando toda la semana, buscaba actividades para que los niños siempre estuvieran con nosotros, su último beso encendió cada poro de mi piel y aunque disfracé la lujuria con una ola de rabia al aferrarme a los recuerdos del pasado, no podía negarme a mí misma que estaba sintiéndome atraída por la forma en la que me miraba, en la que me trataba, por sus palabras dulces y la entrega total que estaba teniendo con mi hijo, podría asegurar que Darcy se veía más como un niño estos últimos días que los años anteriores, entonces cada vez que los veía juntos el miedo se apoderaba de mí, temía que él lo descubriera, mi pequeño y dulce niño era una pequeña réplica suya, solo con mi color de piel y cabello.Vivía con miedo todo el tiempo, miedo que se llevara a mi hijo, miedo que me dejara convencer por su diatriba, miedo que mi armadura… esa que había reforzado a través de los años, se resquebrajara más de lo que ya estaba,
Tyler —¿Podemos ir a la playa, papá? —habló Mia sacándome de mi trance—. Abrí el refrigerador y saqué los ingredientes para el desayuno sin contestar la pregunta de mi hija y una vez que estuvo listo lo serví en un plato con una tostada y zumo. —Quédate aquí, ahora regreso. —Mis pisadas haciendo eco en el parqué de la cabaña, caminé hacia la habitación de Isabella, la cama estaba revuelta pero no había una solo cosa que dijera que estuvo ahí. Salí y entré a mi propia habitación tomando el teléfono y marcándole rápidamente, pero después de cuatro tonos, ella desvió la llamada, volví a hacerlo una vez más para inmediatamente irse a buzón de mensaje. ¡Mierda! Marqué una vez más. «Izzy, Isabella no hagas esto… ¡joder!» Colgué la llamada sin enviar el mensaje, respiré profundamente y lo volví a intentar. “Isabella, sabes muy bien que lo de ayer no fue un error, respondiste a mi beso tanto como yo al tuyo, sé que hubo errores que están marcándome con fuego, pero cuando te besé, cuando