Tyler Mia sacó al animal peludo de la caja y lo trajo hasta mí. —Míralo, papito, es un gatito, un Tikki. ¿Puedo quedármelo? Tendría que preguntarle al doctor si habría algún problema. —No puedes devolverlo, es un regalo de cumpleaños —apuntó Darcy, su mirada me retaba a decir lo contrario… ¡Dios! Si Isabella no me hubiera asegurado que ese niño no era de Jameson, juraría que había sacado de él, su porte arrogante y desafiante. Mia seguía mirándome ajena mis pensamientos. —¿Papá? —Negué con la cabeza—. ¿No? —Hizo un puchero. Me agaché a su altura —Sí, bebé, es tuyo, pero tenemos que preguntar al doctor , dale las gracias a Isabella y Darcy. —Ella abrazó a Isabella mientras el niño traía otra caja y se sentaba justo al lado de mi hija. Isabella se acercó a mí lado. —Darcy insistió en comprar todo lo necesario para que el gatito estuviera cómodo. —Gracias. —Ella se encogió de hombros. —Iré a calentar la comida. —Te ayudo —musité siguiéndola mientras los dos niños se quedaban s
Tyler —Tengo que ir a la cama. —Asentí, a pesar que quería seguir hablando con ella, quería conocerla, quería… tantas cosas con ella—. Ten buena noche y descansa, mañana tendremos un día agitado. —De nuevo gracias por la mascota de Mia Lilian. Ella se detuvo observándome. —Lilian… ¿Por casualidad la madre de Mia es la nieta de Henrry? —Negué rápidamente, ni siquiera sabía que Henrry tenía una nieta—. No he visto a Lilian hace mucho tiempo. ¿Sabes qué pasó con ella? Solo sé que su mamá se la llevó hace mucho tiempo a Las Vegas. Mi cuerpo parecía estar hecho de cemento, no podía haber relación, había cientos de mujeres llamadas Lilian, apreté mis manos, queriendo preguntar más por esa chica. No lo hice y ella volvió a despedirse. Me fui a la cama poco tiempo después, pero no pude dormir, las palabras de Isabella seguían sonando en mi cabeza, no sabía mucho de la familia de Lilian, ella no mencionaba a nadie y yo siempre supuse que eran su madre y ella. La señora había muerto poco
Tyler —¡El papá de Mia apesta en el fútbol! —se burló, aún agitado. —¡Oye! —fingí indignación. —Se llama Jameson, bebé… —Nope. —Ambos miramos a Mia, que se había despegado del artilugio que hacía pulseras—. Mi papi no se llama así, ¿verdad, papi? —Mi cuerpo se tensó y la mirada de Isabella se centró a mí—. Papi se llama Tyler… —Bebé, estás equivocada, tu papi… —Negué con la cabeza, interrumpiéndola mientras mi hija reanudaba sus tareas, llevé mis labios a un costado de su cabeza y articulé un “más tarde” para Isabella. Salimos de la playa para comer y ya no pudimos volver, el cielo se encapotó y la lluvia se hizo presente durante toda la tarde, vimos películas y dejamos a los niños jugar con el gato hasta cuando se hizo la hora de la cena. Mientras Isabella colocaba los macarrones a cocinar yo empezé a cortar los tomates para la salsa boloñesa, habíamos trabajado en silencio mientras escuchábamos las risas y las gotas de lluvia repicar contra el tejado, estaba tan concentrado
Jameson —¡No! —grité, sentándome en la cama completamente acelerado, no podía enfocar bien, me sentía atrapado, asfixiado. Sentí una mano deslizarse por mi espalda y me giré rápidamente, tomando por el cuello al hijo de puta que me sometía. —James… —Sus dos manos rodeaban mi muñeca, intentaba decirme algo, pero no podía escuchar nada, no podía observar nada, solo la nebulosa de recuerdos difusos que mi mente había bloqueado por años, pero que siempre volvían a mí, las risas me acechaban en la oscuridad, las palabras dichas en ruso que al principio no entendía pero que luego se habían convertido en mi propia cruz. Me defendí; apreté mi mano más fuerte, mientras unas uñas se enterraban en mi piel, la presión se tornó más violenta y poco a poco esas uñas se retiraron antes que la luz iluminara la habitación de manera tenue y la neblina se despejara de mis ojos, Kate tenía los ojos rojos y llorosos mientras mi mano apretaba su cuello con fuerza, su brazo estirado hacia el interruptor
IsabellaDeseo…El deseo fluyó por mi piel como lava líquida, lo estuve evitando toda la semana, buscaba actividades para que los niños siempre estuvieran con nosotros, su último beso encendió cada poro de mi piel y aunque disfracé la lujuria con una ola de rabia al aferrarme a los recuerdos del pasado, no podía negarme a mí misma que estaba sintiéndome atraída por la forma en la que me miraba, en la que me trataba, por sus palabras dulces y la entrega total que estaba teniendo con mi hijo, podría asegurar que Darcy se veía más como un niño estos últimos días que los años anteriores, entonces cada vez que los veía juntos el miedo se apoderaba de mí, temía que él lo descubriera, mi pequeño y dulce niño era una pequeña réplica suya, solo con mi color de piel y cabello.Vivía con miedo todo el tiempo, miedo que se llevara a mi hijo, miedo que me dejara convencer por su diatriba, miedo que mi armadura… esa que había reforzado a través de los años, se resquebrajara más de lo que ya estaba,
Tyler —¿Podemos ir a la playa, papá? —habló Mia sacándome de mi trance—. Abrí el refrigerador y saqué los ingredientes para el desayuno sin contestar la pregunta de mi hija y una vez que estuvo listo lo serví en un plato con una tostada y zumo. —Quédate aquí, ahora regreso. —Mis pisadas haciendo eco en el parqué de la cabaña, caminé hacia la habitación de Isabella, la cama estaba revuelta pero no había una solo cosa que dijera que estuvo ahí. Salí y entré a mi propia habitación tomando el teléfono y marcándole rápidamente, pero después de cuatro tonos, ella desvió la llamada, volví a hacerlo una vez más para inmediatamente irse a buzón de mensaje. ¡Mierda! Marqué una vez más. «Izzy, Isabella no hagas esto… ¡joder!» Colgué la llamada sin enviar el mensaje, respiré profundamente y lo volví a intentar. “Isabella, sabes muy bien que lo de ayer no fue un error, respondiste a mi beso tanto como yo al tuyo, sé que hubo errores que están marcándome con fuego, pero cuando te besé, cuando
TylerPor un instante toda la habitación quedó en silencio.¡Joder! ¿Qué mierda estaba pasando conmigo? ¿¡Que había hecho!?—¿Qué quieres decir? —Isabella fue la encargada de cortar el silencio—. ¿Qué quieres decir con que no eres Jameson?«Di la verdad».Por un segundo estuve tentado a hacerlo, la Biblia dice que la verdad nos hará libres, ¿no?Sin embargo, esta no era mi verdad, había sido contratado para representar un papel y debía seguir haciéndolo, por más que me estuviera enamorando de la mujer frente a mí, por más que ella me estuviera volviendo loco de deseo.No, la verdad no me haría libre, me haría un esclavo de mis propias palabras.—No soy el Jameson Shields de hace diez años, no voy a obligarte a quedarte atada a este apellido. —«Perdóname Isabella, te quiero para mí y aun así te arrastro a lo que soy»—. Solo te digo que no podemos negar el deseo que fluye entre los dos y lo mucho que quiero que olvidemos el pasado. Lo que pasó en la casa de la playa….—Fue un error. —
Tyler—El hecho de que quiera ver hasta dónde eres capaz de llegar, no significa que todo esté olvidado.—Tomaré cualquier cosa que quieras darme. —Estiré mi mano, acariciando la suya—. Si eso hace que confíes en mí —resopló—. Solo inténtalo, Isabella, si mis sentimientos hacia ti no son sinceros y me descubres, puedes divorciarte y llevarte todo mi dinero, no me importa.«No puedes dar algo que no es tuyo, Tyler».Sin embargo, lo había hecho.Algo en su mirada cambió, si conocía a Shields tan bien como yo, sabía que no jugaba con el dinero.—Necesitas darme tiempo.«No tengo tiempo, pequeña».—Está bien —susurré lo que ella quería escuchar—. Pero incluso así vas a acompañarme. —Me quité la chaqueta y enrollé las mangas de mi camisa blanca a la altura de mi codo, antes de tirar de mi corbata, dejándola en mi bolsillo.—He tenido un día largo, me cambié de ropa porque no soportaba los tacones un segundo más y el vestido no se veía bien con tenis.—También estoy cansado, pero créeme, no