Salimos de la casa y rodeamos el jardín, atravesando el enorme portón negro. Caminamos sin rumbo fijo.—Adalyne… ¿puedo hacerte una pregunta? —dijo Raffa de repente.—¡Claro! —dije con una sonrisa falsa que, por supuesto, él no notó. Después de todo, soy la mejor actriz del mundo mundial.—¿Te gusta alguien? —dijo, mirándome fijamente.—Es complicado —admití—. Pero creo que sí.—¿Puedo saber de quién se trata? —dijo, arqueando su ceja derecha.—Supongo… —A jugar—. Se trata de ti, Raffa. No sé si sientes lo mismo, pero desde que llegué a la manada sentí una conexión especial contigo. Digo, la manera en la que me tratas, cómo me proteges… —admití con gran falsedad. ¿Y adivinen qué? ¡Se lo creyó! Lo vi en sus ojos.—¡Uh! —dijo sonriente—. Creí que solo yo sentía esto —dijo… Ja. Sigue creyéndolo, idiota.—Pues ya ves que yo siento lo mismo —dije con ternura fingida.—Me alegra saber eso —dijo y entrelazó sus dedos con los míos. Debo admitir que su tacto se sentía… cándido y asqueroso.Seg
Han pasado dos malditas semanas desde que Adalyne desapareció. Se siente como si hubiera sido ayer.FLASHBACKMe percaté de que el chófer no había regresado después de llevar a mi Adalyne a casa. Mandé a Valentín a buscarlo y a verificar que todo estuviera en orden. Entonces, recibí una llamada de un número desconocido. Un mal presentimiento me recorrió el cuerpo.—¿Hola? —contesté.—Es Valentín —dijo con voz grave—. Debes venir a la calle Principal, esquina con la avenida 3.—¿Qué sucedió? —pregunté rápidamente.—¡Ven ya! —dijo y cortó la llamada.Mis alarmas internas se encendieron. No era nada bueno. Bajé las escaleras corriendo, salí al jardín, monté mi moto y aceleré hacia la dirección que me había dado Valentín. Llegué en veinte minutos. Allí estaba él, apoyado en su auto. Detrás, vi mi Jeep negro destrozado y vacío. Había sido atacado, no chocado. Bajé de la moto y me acerqué al Jeep. La puerta del conductor había sido arrancada. Sobre el asiento, el cuerpo inerte de Andrew, mi
La manada entera era un caos. Se movían frenéticos de un lado a otro, como si la luna misma los torturara. Algunos se retorcían de dolor, otros gemían, otros aullaban.—¡Hay un hechicero! —gritó un lobo desconocido—. ¡Él nos está causando esto!—¡Búsquenlo y mátenlo sin piedad! —espetó el Alfa.¿Un hechicero? Nicolas.Después de revelarme sus dos secretos, no supe nada más de él. Vivíamos bajo el mismo techo, pero me ignoraba o me evitaba. Supongo que se sentía incómodo por lo que me había contado, sobre todo por lo de que le gusto. Pero nunca entendí qué hacía él aquí, en primer lugar.Corrí a buscar a Nicolas. Sabía dónde encontrarlo: en la biblioteca, donde nadie más se atrevía a entrar. Giré a la derecha y abrí la puerta. Nicolas estaba sentado en un sillón, con los ojos abiertos, pero ya no eran de ese verde amable. Ahora eran completamente blancos, su mirada perdida en la nada.¿Qué demonios está pasando?—¡Nicolas! ¡Nicolas! —grité. No reaccionaba—. ¡NICOLAS! —grité de nuevo y
LUCA BRANDWOLFYa era la hora. La barrera había caído. Medianoche. Los perros dormían, los guardias hacían su rutinario cambio. Mis hombres estaban listos. Nos adentramos en el bosque, buscando esa maldita aldea. Dos horas caminando entre árboles hasta que divisamos la entrada. Entramos justo cuando los relevos salían a tomar posiciones. No les dimos tiempo a alertar a nadie. Mis hombres se abalanzaron sobre ellos. Valentín y yo entramos en la mansión del Alfa sin rodeos, subiendo directamente a las habitaciones. Derribamos la puerta.Allí estaba ella. Mi pequeña Adalyne, dormida en brazos de ese pulgoso. La decepción y la rabia me quemaron por dentro. Saqué mi daga de mercurio, la única capaz de matar a un lobo, y la hundí en su pecho. Adalyne despertó con los gritos del perro. Su mirada se cruzó con la mía. Fría. Sus ojos ya no eran azules. Eran rojos. Algo le habían hecho. Esa no era mi Adalyne. Lloró desconsoladamente al ver el cuerpo inerte del lobo a su lado. Un punzante celo me
Sus palabras resonaban en mi mente, repitiéndose como un eco: . ¿De verdad me ama? ¿O es solo un egoísta que lo dice para que no tome mi lugar? ¿Tendrá miedo de que lo enfrente y lo venza? Mi cabeza daba vueltas, y un mareo comenzaba a invadirme.—Lo siento, pero yo a ti no —dije, sintiendo un profundo dolor en el pecho. Debía mentirle para salir de esta situación.—Mientes —dijo de repente—. ¡Adalyne, dime la verdad!—No miento —dije con seguridad—. ¡Yo no te amo!—¿No me amas? —dijo abatido—. ¿O solo quieres tu maldita corona?—¡Es mi destino! —dije, desafiándolo—. ¡Debo asumirlo! —Mi voz apenas era un susurro.—Adalyne… —pronunció apenas audible—. Yo… estoy enamorado de ti.—Luca… —le susurré—. No me hagas esto… por favor…—Adalyne, tú no quieres esto —dijo, mirándome—. Tú no eres eso.—Tienes razón, no lo soy… pero pronto lo seré —dije con firmeza.—Adalyne, no querrás ser mi enemiga —dijo ahora serio—. No querrás que te odie.—Tú verás qué decisión tomas —dije fría, evita
Mis emociones sufrían tales altibajos que me sorprendía seguir en pie. Me asombraba no haber colapsado, no haber caído en shock o desmayado. Ya no sabía quién era. Todo era desconocido. ¿Adalyne Whitmore? Una farsa. No era hija de mis padres… eran adoptivos. Y, para colmo, mis verdaderos padres habían muerto. ¿Cómo era posible que fuera hija de dos figuras tan importantes y poderosas? Era algo que antes habría creído imposible, pero con todo lo que había vivido, todo parecía creíble.Necesitaba aire, o juraría que moriría de una hipertensión.—¿Adalyne, estás bien? —preguntó Alan. Todo me daba vueltas.—Necesito aire fresco —dije y corrí hacia el jardín. Me senté en el césped, intentando relajar mi cuerpo. Respiré hondo repetidas veces hasta sentir mis pulmones llenos de energía.Todo estaba patas arriba. Era una híbrida. Dos especies. Dos. Tenía suficiente con ser un ángel, ¿y ahora también era una maldita hechicera? ¿Qué más faltaba? ¿Ser una sirena? ¿Un troll? ¡Ash!Toda mi vida ha
Puedo jurar que sentí grandes punzadas al escucharme pronunciar esas simples y dolorosas palabras. Pero eran necesarias. Él debía alejarse de mí, mantener la distancia. Debíamos estar así: él en su mundo de lobos, ejerciendo su liderazgo, y yo con mis entrenamientos de híbrida, asumiendo mi lugar como reina de los ángeles.—Adalyne… —me llamó—. Ni en batalla había sentido tanto dolor como el que me causaron tus palabras.—Debo ser justa y sincera, y eso estoy haciendo —dije con dureza. No era momento para sentimentalismos.—Tus palabras duelen más que si me clavarán una daga de plata —dijo, y vi cómo su rostro se ensombrecía con dolor y tristeza.—Solo aléjate. Haz tu vida, y yo haré la mía, ¿vale? —dije con menos dureza en mi voz.—Solo te pido una cosa —dijo neutro. Sus emociones estaban a flor de piel.—¿Qué?—Déjame beber tu sangre —me pidió—. Solo eso, y nunca más sabrás de mi existencia.Lo medité. ¿Quería mi sangre? Era algo… perturbador, pero era su último deseo. Supuse que de
LUCA BRANDWOLF¿Qué he hecho?Actué sin pensar, actué por instinto, sin saber muy bien las consecuencias de mis actos. Le he hecho un terrible daño a Adalyne, o Celesty, como sea que se llame. No solo arruiné su destino, sino que la dañé físicamente.Celesty lleva tres semanas sin despertar. Está en un estado de coma, por así decirlo. Su alma está pasando por el limbo de las almas oscuras, una especie de dimensión a la que van las almas de las personas convertidas en lobos. Pero al ser una híbrida, su alma debe luchar entre sus tres partes: ángel, hechicera y ahora lobo. La parte que gane será la que regrese al cuerpo inerte de Celesty.¿Qué parte ganará?Me siento terrible. Le he hecho un daño imperdonable. No es fácil luchar contra uno mismo, y menos en un limbo donde hay tantos tormentos de almas muertas y perdidas en la oscuridad. Mi pobre pequeña debe estar sufriendo, y todo por mi egoísmo. ¿Es egoísta pensar en mí en vez de en ella? ¿Es egoísta quererla solamente para mí?Mierda