Adiós, Luca.

Mis emociones sufrían tales altibajos que me sorprendía seguir en pie. Me asombraba no haber colapsado, no haber caído en shock o desmayado. Ya no sabía quién era. Todo era desconocido. ¿Adalyne Whitmore? Una farsa. No era hija de mis padres… eran adoptivos. Y, para colmo, mis verdaderos padres habían muerto. ¿Cómo era posible que fuera hija de dos figuras tan importantes y poderosas? Era algo que antes habría creído imposible, pero con todo lo que había vivido, todo parecía creíble.

Necesitaba aire, o juraría que moriría de una hipertensión.

—¿Adalyne, estás bien? —preguntó Alan. Todo me daba vueltas.

—Necesito aire fresco —dije y corrí hacia el jardín. Me senté en el césped, intentando relajar mi cuerpo. Respiré hondo repetidas veces hasta sentir mis pulmones llenos de energía.

Todo estaba patas arriba. Era una híbrida. Dos especies. Dos. Tenía suficiente con ser un ángel, ¿y ahora también era una maldita hechicera? ¿Qué más faltaba? ¿Ser una sirena? ¿Un troll? ¡Ash!

Toda mi vida ha
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