Los ojos azules de Luca se encontraron con los míos, y noté al instante cómo se oscurecían, mostrando una mezcla de decepción, enojo y tristeza. Mis propios ojos se humedecieron, amenazando con derramar todas las lágrimas que había estado conteniendo. No salían palabras de mi boca, no podía articular ninguna, y por lo visto, Alec tampoco.—No sé qué hago aquí —dijo Luca, riendo con ironía—. Si a ti no te importa —afirmó.—¿Luca? —dijo Alec, vacilando un momento—. ¿Acaso tú estás enamorado de Adalyne? —rió con sorna.—Eso no te incumbe —respondió Luca con brusquedad—. Además, ella es mía. Yo la marqué.—No es cierto… —dijo Alec, vacilante—. ¿Adalyne, él te marcó… como suya? —preguntó, y de inmediato puse toda mi atención en Luca, quien me hacía gestos sutiles para que dijera que sí.—Ehm… yo… —balbuceé, sintiendo el rubor subir por mis mejillas—. Yo… sí, él me marcó.—¡No puedo creerlo! —dijo Alec, visiblemente sorprendido—. En ese caso, como tu Rey, debo aceptarlo y devolvértela de in
Los dos abrieron los ojos como platos y me miraban con tristeza. Sabía qué hacía lo correcto.—Yo… —articuló Luca—. Yo te di mi palabra, y si eso quieres, eso tendrás.—¿Acaso eres idiota? —dijo Alec molesto—. ¿Piensas dejarla ir?—Él me dio su palabra y la está cumpliendo —dije defendiéndolo.—Mañana mismo estarás en tu antigua casa, Adalyne —aseguró Luca, y yo sonreí.—Gr… gracias —dije, esbozando una sonrisa.—Bien, me rindo —dijo Alec mientras alzaba las manos en señal de rendición.—Vendré a visitarte —dije y le sonreí—. Lo prometo.—No se diga más —dijo contento.Mientras que Luca fruncía el ceño.—¿Y a mí me visitarás? —preguntó con ilusión.—Pero claro que sí —dije y también sonreí.Ambos asintieron y me ayudaron a guardar las pocas cosas que me había traído, además de las que me regaló el rey. Guardé todo perfectamente doblado en una maleta gigante que llevó Luca. Me despedí de todos en el castillo y de Alec. Salimos y subimos a su jeep. Después de un incómodo y tenso silenci
Me desperté sobresaltada. Era demasiada información para asimilar de golpe. Debía procesar que siquiera existieron los ángeles, y ahora me encuentro con que ¿soy la reencarnación de Ángela? ¿Qué debo reunir a todos los demás ángeles? ¿Qué es esto? ¿Una pesadilla? ¿Un mal sueño? ¿Una jugada de mi subconsciente? No lo sé. Pero me siento mentalmente agotada. Miré la hora: apenas eran las 9 a. m. Me volteé para seguir durmiendo.Abrí nuevamente los ojos y parpadeé varias veces, acostumbrándome a la luz. Me levanté y vi que eran las 12 del mediodía. Luca no estaba, y para mi sorpresa, tampoco la típica nota que siempre me dejaba en la mesita de noche. Me levanté y tomé una larga ducha. Pensé en lo mucho que mi vida cambiaría al volver a casa, aunque en el fondo me dolía, y no sabía la causa.Salí del baño envuelta en la toalla y me vestí con algo cómodo: unos shorts de blue jeans claros, una camisa de tirantes negra que me llegaba hasta el ombligo, una chaqueta de blue jeans y unas Vans ne
—¿Cómo es que vine a parar aquí? —murmuré para mí misma.Me encontraba en medio de un espeso bosque, rodeada de millones de árboles, una sinfonía de vida vegetal y animal. Estaba con la manada de lobos. Tres días. Tres benditos días desde que fui, ¿secuestrada? ¿Protegida? "Protegida", insistía Raffa. No la había pasado tan mal. Una habitación enorme, lujos por todas partes y una atención constante, casi sofocante. Las bromas con Raffa y sus betas eran…extrañas. Divertidas, sí, pero extrañas. No era normal verlos correr como lobos un minuto y al siguiente estar hablando de estrategias en la mesa del comedor. Era peculiar. A veces, una punzada de envidia me recorría. Quería ser como ellos, sentir la tierra bajo mis patas, la libertad del viento en mi pelaje… Pero era imposible. Yo era una simple humana.Unos toques en la puerta me sacaron de mis pensamientos.—Adelante —respondí.—Buenas, buenas —dijo Raffa con su habitual sonrisa socarrona.—¿Qué quieres, idiota? —dije con una sonrisa
Últimamente, mi vida está dando giros muy extraños, o, mejor dicho, sobrenaturales. Ordenemos todo lo sucedido en estos días:El rey lobo se interesa en mí, o, mejor dicho, en mi "sangre", y me lleva a su castillo.Nos besamos.Luca nos ve.Luca va a buscarme.Luca promete hacer lo que sea para "recuperarme".Me da mi libertad.Iba volviendo a mi hogar y unos lobos me atacan y me llevan con ellos "por órdenes de Ángela".Es mentira, solo me quieren, lógicamente, por mi sangre y sus dones.Alan es mi protector, mi guardián.Es el padre de Luca y debe entrenarme.Bastante raro, ¿no? Yo solo quiero volver a mi vida de antes, donde solo me preocupaba por qué usar en el instituto. A fin de cuentas, mi destino no era ser compañera de un lobo posesivo, sino ser la reina de los ángeles, las criaturas que pueden vencer a los lobos.¿Quién lo diría? Yo, enamorada de un lobo… digo, yo, la compañera de un lobo, siendo su peor enemiga.¿Qué haré? Sencillo: entrenar hasta ser lo suficientemente fue
Salimos de la casa y rodeamos el jardín, atravesando el enorme portón negro. Caminamos sin rumbo fijo.—Adalyne… ¿puedo hacerte una pregunta? —dijo Raffa de repente.—¡Claro! —dije con una sonrisa falsa que, por supuesto, él no notó. Después de todo, soy la mejor actriz del mundo mundial.—¿Te gusta alguien? —dijo, mirándome fijamente.—Es complicado —admití—. Pero creo que sí.—¿Puedo saber de quién se trata? —dijo, arqueando su ceja derecha.—Supongo… —A jugar—. Se trata de ti, Raffa. No sé si sientes lo mismo, pero desde que llegué a la manada sentí una conexión especial contigo. Digo, la manera en la que me tratas, cómo me proteges… —admití con gran falsedad. ¿Y adivinen qué? ¡Se lo creyó! Lo vi en sus ojos.—¡Uh! —dijo sonriente—. Creí que solo yo sentía esto —dijo… Ja. Sigue creyéndolo, idiota.—Pues ya ves que yo siento lo mismo —dije con ternura fingida.—Me alegra saber eso —dijo y entrelazó sus dedos con los míos. Debo admitir que su tacto se sentía… cándido y asqueroso.Seg
Han pasado dos malditas semanas desde que Adalyne desapareció. Se siente como si hubiera sido ayer.FLASHBACKMe percaté de que el chófer no había regresado después de llevar a mi Adalyne a casa. Mandé a Valentín a buscarlo y a verificar que todo estuviera en orden. Entonces, recibí una llamada de un número desconocido. Un mal presentimiento me recorrió el cuerpo.—¿Hola? —contesté.—Es Valentín —dijo con voz grave—. Debes venir a la calle Principal, esquina con la avenida 3.—¿Qué sucedió? —pregunté rápidamente.—¡Ven ya! —dijo y cortó la llamada.Mis alarmas internas se encendieron. No era nada bueno. Bajé las escaleras corriendo, salí al jardín, monté mi moto y aceleré hacia la dirección que me había dado Valentín. Llegué en veinte minutos. Allí estaba él, apoyado en su auto. Detrás, vi mi Jeep negro destrozado y vacío. Había sido atacado, no chocado. Bajé de la moto y me acerqué al Jeep. La puerta del conductor había sido arrancada. Sobre el asiento, el cuerpo inerte de Andrew, mi
La manada entera era un caos. Se movían frenéticos de un lado a otro, como si la luna misma los torturara. Algunos se retorcían de dolor, otros gemían, otros aullaban.—¡Hay un hechicero! —gritó un lobo desconocido—. ¡Él nos está causando esto!—¡Búsquenlo y mátenlo sin piedad! —espetó el Alfa.¿Un hechicero? Nicolas.Después de revelarme sus dos secretos, no supe nada más de él. Vivíamos bajo el mismo techo, pero me ignoraba o me evitaba. Supongo que se sentía incómodo por lo que me había contado, sobre todo por lo de que le gusto. Pero nunca entendí qué hacía él aquí, en primer lugar.Corrí a buscar a Nicolas. Sabía dónde encontrarlo: en la biblioteca, donde nadie más se atrevía a entrar. Giré a la derecha y abrí la puerta. Nicolas estaba sentado en un sillón, con los ojos abiertos, pero ya no eran de ese verde amable. Ahora eran completamente blancos, su mirada perdida en la nada.¿Qué demonios está pasando?—¡Nicolas! ¡Nicolas! —grité. No reaccionaba—. ¡NICOLAS! —grité de nuevo y