Así, Helios terminó la secundaria a los doce años. La ceremonia de graduación de Helios era un evento solemne y lleno de expectativas. Se encontraba entre los graduados más jóvenes, un prodigio que había superado cada desafío académico con una facilidad que asombraba a todos. El auditorio estaba lleno de familias orgullosas y profesores que veían con admiración a sus estudiantes, pero Helios, como siempre, se mantenía reservado, casi impasible, mientras aguardaba su turno para subir al escenario.Al escuchar su nombre, no sintió la agitación nerviosa que otros podían experimentar. Caminó con paso firme y seguro hacia la tarima, sintiendo las miradas de todos sobre él. No era la primera vez que estaba en el centro de atención, y sabía que no sería la última. Mientras avanzaba, su mente no se detenía en el reconocimiento que estaba a punto de recibir, sino en los próximos pasos que debía tomar. Los cimientos de Astral Group estaban establecidos, pero aún había mucho por hacer. Su conglo
Helios no había descuidado el aspecto físico durante estos años. Entrenaba con la misma disciplina que aplicaba a sus estudios y negocios, lo que le había permitido desarrollar una condición física comparable a la de un deportista de élite. Sus sesiones de entrenamiento eran un escape, una forma de liberar la tensión acumulada por su intensa vida académica y profesional. Entrenaba junto a su hermana melliza, Hera, quien compartía su dedicación y disciplina. Sin embargo, incluso en esos momentos de aparente relajación, mantenía una distancia emocional.A medida que se acercaba la hora de la cena de cumpleaños, se dispuso a arreglarse. Su familia estaría allí, celebrando su logro de alcanzar la mayoría de edad y la de su hermana Hera. Su madre, Hariella, con su elegancia y orgullo materno, le daría un discurso lleno de elogios. Su padre, Hermes, lo miraría con esa mezcla de admiración y respeto que siempre le había mostrado. Hera estaría a su lado, como siempre, su única verdadera igual
—Durante los próximos meses, enfrentaremos desafíos que pondrán a prueba nuestras habilidades, nuestro compromiso y nuestra capacidad de trabajar como un equipo. No habrá espacio para el error, pero confío en que estamos preparados para enfrentarlo. Todos ustedes han sido seleccionados por una razón: porque son los mejores en lo que hacen.Mientras hablaba, Helios sentía cómo la tensión en la sala disminuía. Sus palabras tenían un efecto tranquilizador, pero también inspiraban un sentido de propósito. Sabía que, aunque estaba rodeado de expertos, aún quedaba mucho trabajo por hacer para mantener a todos alineados con su visión.—Este es solo el comienzo —continuó él—. Astral Group será una fuerza imparable, y cada uno de ustedes jugará un papel crucial en este proceso. No subestimen la magnitud de lo que estamos construyendo aquí. Sus esfuerzos no solo impactarán nuestras vidas, sino también las de miles de personas que dependerán de nosotros.La sala de la junta directiva, de por sí
Un lujoso auto azabache se estacionó frente a un imperioso edificio. Un hombre con atuendo de chofer fue el primero en bajarse y luego una linda muchacha con ropa de secretaria.Ambos se colocaron al costado de la puerta trasera del vehículo. El chofer fue el encargado de abrir la puerta de manera sutil, como si estuviera por recibir a una reina de la edad media. Entonces, de manera espléndida, una esbelta pierna fue lo primero en mostrarse, cuyo tacón negro de aguja, se afirmó de modo firme en el asfalto. Así, como una poderosa soberana, que descendía de su carruaje real. Así, una espléndida mujer se manifestó con lentitud.Ella abandonó el coche con glamour y distinción. Tenía puesto en su cabeza un sombrero Hepbrum oscuro con un velo que tapaba la parte superior de su rostro, sol dejando ver la parte de su boca y fina barbilla. En su negra pupila se reflejó la maravillosa arquitectura empresarial que le pertenecía a ella.Hariella Hansen era conocida como La magnate. Era arrogante,
El sonido del elevador lo hizo volver a la realidad a un tímido muchacho. Había quedado absorto en sus pensamientos mientras lo esperaba. Al fin había bajado, pues el edificio era gigante, tenía más de cien niveles y le habían indicado que debía ir al piso setenta. Las puertas plateadas se abrieron a los lados, y arriba, en una pantalla tecnológica, aparecía ahora el número uno, en color rojo. Los nervios se apoderaron de él, porque después que diera un paso hacia adentro, ya no habría vuelta atrás, pero no perdería la calma. Respiró profundo por la nariz y lo soltó todo por la boca.Hermes Darner era un joven de veinticuatro años, recién egresado de la universidad por haber terminado no un grado, sino ya, a su corta edad, un posgrado en administración de empresas. Se había preparado para esta entrevista, había una vacante en el puesto de gerente de finanzas y en esa área él destacaba lo suficiente para tomar la iniciativa de presentarse en la empresa manufacturera de alimentos que, do
Las puertas se cerraron y dentro del sitio hubo un silencio que pareció ser eterno, mientras que el elevador empezó a subir.Hermes miraba a Hariella con disimulo por el rabillo del ojo, podía verle la piel blanca, libre de manchas y el cabello rubio le parecía brillar como si fueran mechones de oro. Ella era tan hermosa y elegante. Jamás en su vida podría llegar a estar con alguien como ella, mucho menos con su introvertida personalidad que no lo ayudaban demasiado.Hariella recibió un portafolio de parte de Lena y se puso a verlos. Hermes se percató y con eso había encontrado una excusa para romper el hielo.—¿Se presentará a la entrevista, para la vacante de finanzas? —preguntó Hermes, mirando hacia el frente en la pantalla donde iban apareciendo diferentes números.Lena arrugó el entrecejo y tragó un poco de saliva; sabía que a Hariella no le gustaba ser interrumpida y menos que le dirigieran la palabra sin que ella otorgara el permiso para hacerlo. Se quedó atónita mirando a su se
Las puertas se cerraron y las dos quedaron de nuevo en silencio y en tranquilidad.Hariella había disfrutado de la conversación con el muchacho y hasta entonces se percató de que no se habían presentado y no había llegado a descubrir el nombre de ese hombre con el que había hablado hace pocos segundos, pero eso podría solucionarse. Hace mucho que nadie le hablaba con esa confianza, debido a su cargo, las charlas siempre eran estrictas y puntuales.—¿Crees que sea alguien bueno? —interrogó Hariella a su secretaria Lena, quebrando la armonía en la que habían quedado.Lena lo pensó antes de responder, podría estar fingiendo a la vez que en verdad no conocía la identidad de su jefa. La pregunta se había convertido en un auténtico dilema, no tenía pruebas ni la certeza que, aquel joven estaba mintiendo y no podía ir por el mundo acusando a todos los hombres que se acercaran a Hariella de estafadores o farsantes. Tendría que averiguarlo primero antes de dar un veredicto acusatorio en contra
Hermes percibió la pesada mirada de los hombres y mujeres que estaban en los puestos de trabajo. Su corazón se inquietó, pero para relajarse recordó el rostro de aquella rubia hermosa con la que recién había hablado y también el dulce aroma de ese inolvidable perfume de flores. Eso pudo calmarlo y comenzó a caminar con cautela. Los latidos en su pecho poco a poco se fueron tranquilizando. Si aspiraba al puesto de gerente de finanzas, debía transmitir seguridad y confianza, no temor y miedo, eso no eran los rasgos de un líder.—¿Hermes Darner? —le preguntó una bella mujer, que tenía una tabla con broche, mientras miraba los papeles sobre ella.—Sí, soy Hermes.—Sígueme, te llevaré a la oficina donde te harán la entrevista.La bella mujer lo guio hasta donde estaban dos hombres y dos mujeres que también aspiraban al puesto de la empresa. Estaban sentados, cada uno, en una silla diferente, de color negro, que estaban bien ordenadas en filas, pegadas a la pared, y se ubicaban al frente de