Herseis despertó con el sonido de su alarma resonando en la habitación oscura. Era lunes, y aunque la idea de empezar una nueva semana solía llenarla de una sensación de rutina y monotonía, esta vez era diferente. No se trataba de cualquier lunes; era el primer día de su nuevo trabajo en el Banco Leona. Mientras se levantaba de la cama, un torrente de emociones la invadió. Había renunciado a su trabajo en la tienda de ropa, un lugar que había sido su segundo hogar durante tanto tiempo, y ahora se enfrentaba a lo desconocido con una mezcla de nerviosismo y emoción.Se duchó con cuidado, dejando que el agua caliente relajara sus músculos tensos. El vapor llenaba el baño, y mientras se secaba frente al espejo, observó su reflejo con detenimiento. Había una chispa en sus ojos que no había visto en mucho tiempo. Estaba nerviosa, sí, pero también se sentía más viva que nunca. Era como si este nuevo comienzo le hubiera inyectado una energía que había olvidado que tenía. Sabía que no podía fa
Al día siguiente, el sonido del despertador rompió la serenidad de la habitación de Herseis, marcando el comienzo de una nueva jornada. A pesar de la noche anterior y la decepción que aún pesaba en su corazón, se obligó a levantarse. Sabía que tenía que prepararse para su trabajo en el Banco Leona. Este empleo era una oportunidad importante para ella, una nueva etapa en su vida que estaba determinada a aprovechar, a pesar de las desilusiones personales que enfrentaba.Se vistió con su uniforme, alisando las arrugas del elegante atuendo que llevaba el emblema del banco: una leona bordada en hilo dorado. Se recogió el cabello, asegurándose de que cada mechón estuviera en su lugar y se maquilló ligeramente, buscando ocultar los rastros de sus líneas expresivas que llevaban la edad.Al llegar al banco, fue recibida por el bullicio característico de la mañana: empleados apresurándose, personas entrando y saliendo, y el suave murmullo de conversaciones. Se dirigió a su puesto de trabajo, un
Así, Helios terminó la secundaria a los doce años. La ceremonia de graduación de Helios era un evento solemne y lleno de expectativas. Se encontraba entre los graduados más jóvenes, un prodigio que había superado cada desafío académico con una facilidad que asombraba a todos. El auditorio estaba lleno de familias orgullosas y profesores que veían con admiración a sus estudiantes, pero Helios, como siempre, se mantenía reservado, casi impasible, mientras aguardaba su turno para subir al escenario.Al escuchar su nombre, no sintió la agitación nerviosa que otros podían experimentar. Caminó con paso firme y seguro hacia la tarima, sintiendo las miradas de todos sobre él. No era la primera vez que estaba en el centro de atención, y sabía que no sería la última. Mientras avanzaba, su mente no se detenía en el reconocimiento que estaba a punto de recibir, sino en los próximos pasos que debía tomar. Los cimientos de Astral Group estaban establecidos, pero aún había mucho por hacer. Su conglo
Helios no había descuidado el aspecto físico durante estos años. Entrenaba con la misma disciplina que aplicaba a sus estudios y negocios, lo que le había permitido desarrollar una condición física comparable a la de un deportista de élite. Sus sesiones de entrenamiento eran un escape, una forma de liberar la tensión acumulada por su intensa vida académica y profesional. Entrenaba junto a su hermana melliza, Hera, quien compartía su dedicación y disciplina. Sin embargo, incluso en esos momentos de aparente relajación, mantenía una distancia emocional.A medida que se acercaba la hora de la cena de cumpleaños, se dispuso a arreglarse. Su familia estaría allí, celebrando su logro de alcanzar la mayoría de edad y la de su hermana Hera. Su madre, Hariella, con su elegancia y orgullo materno, le daría un discurso lleno de elogios. Su padre, Hermes, lo miraría con esa mezcla de admiración y respeto que siempre le había mostrado. Hera estaría a su lado, como siempre, su única verdadera igual
—Durante los próximos meses, enfrentaremos desafíos que pondrán a prueba nuestras habilidades, nuestro compromiso y nuestra capacidad de trabajar como un equipo. No habrá espacio para el error, pero confío en que estamos preparados para enfrentarlo. Todos ustedes han sido seleccionados por una razón: porque son los mejores en lo que hacen.Mientras hablaba, Helios sentía cómo la tensión en la sala disminuía. Sus palabras tenían un efecto tranquilizador, pero también inspiraban un sentido de propósito. Sabía que, aunque estaba rodeado de expertos, aún quedaba mucho trabajo por hacer para mantener a todos alineados con su visión.—Este es solo el comienzo —continuó él—. Astral Group será una fuerza imparable, y cada uno de ustedes jugará un papel crucial en este proceso. No subestimen la magnitud de lo que estamos construyendo aquí. Sus esfuerzos no solo impactarán nuestras vidas, sino también las de miles de personas que dependerán de nosotros.La sala de la junta directiva, de por sí
A medida que pasaron dos años, la vida de Herseis se transformó. Con su trabajo en el Banco Leona, se convirtió en el pilar económico del hogar. El orgullo inicial que había sentido al recibir su primer sueldo se mezclaba ahora con una sensación de responsabilidad abrumadora. A medida que su salario superaba al de Edán, ella se encontró en la posición de ser la proveedora principal, una carga que, aunque llevaba con dignidad, no estaba exenta de dificultades.La relación entre Herseis y Edán cambió drásticamente durante este tiempo. La distancia que había comenzado a notarse desde que ella empezó a trabajar en el banco se profundizó hasta convertirse en un abismo. Edán, cada vez más desinteresado en el matrimonio, se entregó a hábitos destructivos. Las apuestas deportivas y los juegos de casino se convirtieron en su refugio, una forma de escape de la realidad que parecía no satisfacerle. Y con ese escape, vino el alcohol. Al principio, solo eran unos tragos después de un mal día, pero
Herseis sintió como si el mundo se detuviera en ese preciso instante. Las palabras del médico resonaron en su mente, reverberando con una intensidad que la dejó paralizada en su asiento. "Infértil." Era algo que nunca había considerado como parte de su vida, una realidad que jamás había imaginado enfrentar. Había esperado con ansias este momento, había soñado con la posibilidad de convertirse en madre, de crear una familia junto a Edán. Pero ahora, en cuestión de segundos, ese sueño se había desvanecido.El consultorio que, antes le había parecido un lugar de esperanza y posibilidades, ahora se sentía frío, impersonal. Las paredes blancas, los instrumentos, el escritorio del doctor, todo se desdibujaba mientras su mente luchaba por procesar la noticia. Quería gritar, llorar, hacer cualquier cosa que le permitiera liberar la tormenta de emociones que se arremolinaban dentro de ella, pero se encontraba atrapada en un estado de incredulidad.Miró a Edán, esperando encontrar en sus ojos a
Helios había terminado su universidad y su maestría. Ahora estaría realizando un doctorado. Se encontraba en un momento de transición, a punto de dejar atrás otro capítulo en su vida. Tras despedirse de su familia en el aeropuerto, no pudo evitar una ligera sensación de melancolía. Aunque su destino siempre había estado claro y su mente estaba acostumbrada a trazar objetivos a largo plazo. Los abrazos de sus padres, Hermes y Hariella, eran cálidos y llenos de orgullo, mientras que sus hermanos, Hera, Hebe y el pequeño Hermes, le despidieron con una mezcla de admiración y tristeza. Sentir la distancia que crecía con ellos cada vez que partía hacia un nuevo destino le producía una nostalgia que nunca admitía, ni siquiera a sí mismo.Sin embargo, cuando el avión despegó, dejando atrás las luces de la ciudad, Helios se sumergió de nuevo en sus pensamientos. Alemania representaba una nueva oportunidad. Los próximos tres años serían exigentes, pero también sabía que era precisamente en esos