NicolaRecibir a los invitados junto a mi padre era uno de esos rituales que más odiaba de estas fiestas.Sonrisas vacías, apretones de manos que no significaban nada, y esas malditas charlas superficiales sobre negocios y apariencias.Pero hoy, era diferente.Estaba esperando ansioso a dos grupos específicos.Los padres de Valentina y, por supuesto, a Antonio Donati. Sabía que llegarían juntos, como la maldita serpiente que era ese entrometido, enredándose en todo lo que podía para asegurarse de que nadie escapara de su control.Mi padre fue el primero en hablar, con su sonrisa de acero bien puesta mientras estrechaba la mano del padre de Valentina.—Señor Rinaldi, —dijo mi padre, apretando la mano con un firme apretón. —Es un placer tenerlo aquí.—El placer es todo nuestro, —respondió con una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Hemos oído maravillas de las fiestas de los Moretti.Los tres se giraron hacia mí.Y ahí estaba, el hombre que creía que tenía algún control sobre Valentina. A
NicolaNo buscaba la atención de nadie más, solo los de dos hombres que se movieron hacia nosotros como lobos acechando a su presa.El padre de Valentina y Antonio.Avanzaron hacia nosotros con rapidez, empujando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Mi cuerpo reaccionó de inmediato, tensándose antes de la inevitable confrontación.—¿Qué mierda es esto, Valentina? —gruñó Antonio cuando estuvo a pocos pasos de nosotros.Su voz era un veneno rasposo, lleno de desprecio. Su mirada no estaba en mí, sino en ella, como si tuviera algún tipo de derecho sobre mi mujer, como si pudiera dirigirse a ella de esa manera y salir impune.—¿Tan puta eres? —escupió Antonio con un tono cargado de desprecio.El odio en su voz era evidente, y antes de que pudiera dar un paso más, puse mi mano firme en su pecho, deteniéndolo en seco.—Vuelve a insultar a mi prometida, —gruñí entre dientes, sintiendo cómo la furia se agolpaba en mi garganta, —y te cortaré la lengua para dártela de comer.Antonio s
ValentinaNicola me arrastró sin decir una palabra, su mano apretaba la mía mientras me guiaba por el salón, ignorando las miradas y los murmullos a nuestro alrededor.Mi corazón seguía latiendo con fuerza en mi pecho, aún no podía creer lo que acababa de hacer, me había reclamado frente a todos, como si fuera... un objeto.El anillo en mi dedo se sentía como una cadena, pesada y apretada. Aunque no podía negar que era hermoso y delicado.Salimos al patio, donde el aire frío me golpeó la piel, pero no me calmó. Mi pecho aún ardía de indignación. Nicola caminó unos pasos más hasta detenerse junto a la piscina. Me soltó la mano para girarse a mirarme, y fue entonces cuando lo sentí.La furia me consumió por dentro, una mezcla de humillación, confusión y rabia. No podía soportarlo más.Antes de darme cuenta, mi mano voló por su cuenta, y el sonido de la cachetada resonó como un trueno en la calma del patio. Y aunque lo tomó por sorpresa, él no se movió, ni siquiera parpadeó. Solo se qued
ValentinaMe giré y me encontré con una mujer mayor, de mirada afilada pero sonrisa cálida. Su cabello gris caía en ondas suaves, perfectamente peinado, y sus ojos claros me evaluaban de pies a cabeza.—Tía Giulia, —dijo Nicola con una voz relajada, mientras apretaba mi mano, como si buscara tranquilizarme.Giulia se acercó, su vestido oscuro ondeando suavemente con cada movimiento. Había en su presencia algo que inspiraba respeto, como si fuera alguien acostumbrado a dominar cualquier lugar en el que se encontrara, incluso sin decir mucho.—Bueno, bueno, —respondió ella con una sonrisa que iluminaba su rostro envejecido, pero lleno de vida. —Vine a conocer a tu hermosa prometida, ya que demorabas tanto en volver.Sentí el peso de su mirada cuando sus ojos se posaron en mí. Me inspeccionaba como si quisiera leer mi alma, pero con un toque de ternura que me desconcertó.No sabía qué decir. Me quedé quieta, mirando a Nicola antes de devolverle la sonrisa a la mujer frente a mí.Ella cam
NicolaAmore.Esa palabra resonó en mi cabeza una y otra vez, como una melodía que no podía dejar de repetir.Valentina la dijo de nuevo, sus labios apenas rozando los míos, y cada vez que lo hacía, algo dentro de mí se rompía más.No podía creerlo, no podía aceptar que ese simple susurro tuviera tanto poder sobre mí.Había construido mi vida en base a la disciplina; había aprendido a dejar de lado cualquier sentimiento que pudiera interferir con mis decisiones, con mis planes, con mi capacidad de controlar todo a mi alrededor.Pero ahora...Aquí estaba, completamente dominado por una palabra, por una mujer.Amore.Mis manos recorrieron su cuerpo con urgencia, sintiendo el calor de su piel a través de la tela del vestido. La forma en que temblaba contra mí, en cómo respondía a cada toque, me volvía loco.Quería hacerla mía en ese mismo instante, arrastrarla a mi mundo de sombras y placer.Sentía mi control desvanecerse con cada segundo que pasaba, y no podía detenerlo.La deseaba.Aho
PanteraEl vino se movía en la copa de cristal que sostenía entre mis dedos mientras la giraba para disimular mi frustración.Cada trago que daba no hacía más que avivar la rabia que sentía dentro. Mi mandíbula estaba tensa, y mis labios se apretaban en una línea fina mientras mis ojos recorrían el salón con desprecio.Nicola Moretti acababa de arruinarlo todo. Y aunque debería estar feliz de que al fin él tenía una debilidad, un punto del cuál agarrarme para hacerlo sufrir, en mi interior solo había odio.Esa maldita declaración pública, había complicado mis planes, ahora tenía que pensar en otra forma de llevarlos a cabo.Prometida.Mi sangre hervía solo de pensar en ello.Observé desde la distancia cómo todos parecían aceptar la noticia sin más. Las sonrisas, los falsos brindis, las felicitaciones vacías.Cada uno de ellos jugando su papel, mientras yo me hundía en esta furia interna que no podía controlar.Lo peor de todo era que Nicola había hecho que esto se volviera aún más per
ValentinaSentía el peso de su mano en mi cintura, como si con solo ese contacto, Nicola pudiera controlarme completamente.Su presencia me envolvía, pero necesitaba un momento para mí misma. Su cercanía me sofocaba, y aunque había algo en su agarre que me hacía sentir protegida, había otro lado que me asfixiaba.—Necesito ir al baño, amore, —dije en voz baja, haciendo un esfuerzo por mantener el tono neutral.Nicola me miró con esos ojos que siempre estaban alerta, pero después de un segundo, me soltó. A pesar de que era solo un momento, sabía que no tardaría en buscarme de nuevo. Era como si no pudiera dejarme fuera de su vista.Caminé entre la multitud, esquivando a los invitados que seguían charlando, bebiendo y riendo como si nada pasara. Sentí las miradas de algunas personas, pero intenté no prestarle atención a nadie.Hasta que la vi.Renata.Estaba a un lado del salón, y me observaba con una intensidad que me hizo estremecer.Su mirada era de puro odio, casi como si quisiera q
Nicola—Tenemos problemas con los invitados, —dijo Lorenzo acercándose a mí para hablarme en voz baja.Mis ojos se movieron automáticamente, buscando entre la multitud. Valentina caminaba hacia el baño, su espalda recta y su andar nervioso. Algo en su manera de moverse me decía que aún estaba preocupada, atrapada en sus pensamientos.—Deja un par de guardias cuidando a mi prometida, —le ordené sin apartar la mirada de Valentina.El calor de la rabia comenzó a arder en mi pecho. Todavía no me acostumbraba a verla alejarse de mi vista, especialmente cuando sabía que había tantos peligros a su alrededor.Lorenzo asintió y tecleó un mensaje a los hombres de confianza, cuando los vimos en posición, ambos nos dirigimos hacia el sótano.Al bajar las escaleras, mis pasos resonaban en las paredes frías del pasillo que llevaba a las salas de tortura, y cada eco me recordaba el control que tenía sobre este lugar, sobre cada persona que se atreviera a cruzar mi camino y terminaba aquí.La primera