Nicola—Nicola... —Su voz suave, tan dulce y despreocupada, me hizo sentir un alivio instantáneo.No estaba en peligro, al menos no físicamente.—¿Estás bien? ¿Pasó algo?—Me siento sola... —dijo ella, sin ninguna conciencia del infierno que estaba pasando de este lado de la línea.—Amore mio, este no es un buen momento... —murmuré, manteniendo mi tono suave, aunque mi mente estaba completamente dividida entre ella y el peligro a mi alrededor.Los disparos comenzaron a rebotar en las cajas y contenedores, y mis hombres devolvían el fuego. Saqué mi arma, apuntando hacia las sombras donde sabía que los enemigos se escondían.—¿No es un buen momento? —Ella se rio, su voz dulce y calmada. —Dijiste que te llamara si necesitaba algo.Sonreí a pesar de la situación, porque sí, a pesar de todo, siempre me haría tiempo para ella. Aunque estuviera jugándome el pellejo en este momento.—Si, lo dije, principessa, —respondí, justo antes de disparar hacia una figura que apareció al otro lado del co
ValentinaNicola no me había dejado sola en los días previos a la fiesta, y no me quejaba de eso.Pero a pesar de que disfrutaba de su compañía y constantes atenciones, estaba en pánico, no por los castigos que se esmeraba en hacerme sentir, sino lo que había escuchado.Había oído su charla con su padre. Decir que estaba "listo para casarse" y que lo anunciaría en la fiesta.La sensación de estar atrapada de nuevo, de salir de un hombre deplorable solo para caer en las garras de otro, más peligroso y autoritario, me tenían asfixiada.Sabía que estaba obsesionado conmigo, pero a veces no podía evitar pensar que Antonio, a su manera brutal, al menos había sido directo en cuanto a sus intenciones. Me había arrancado mi virginidad como un animal, sin disfrazarlo de otra cosa.Y ahora, estaba atrapada, otra vez. Y no estaba segura de qué era lo que Nicola quería de mí, no realmente.Bianca casi no había hablado conmigo esos días. Cada vez que intentaba acercarme a ella, había una pared inv
NicolaRecibir a los invitados junto a mi padre era uno de esos rituales que más odiaba de estas fiestas.Sonrisas vacías, apretones de manos que no significaban nada, y esas malditas charlas superficiales sobre negocios y apariencias.Pero hoy, era diferente.Estaba esperando ansioso a dos grupos específicos.Los padres de Valentina y, por supuesto, a Antonio Donati. Sabía que llegarían juntos, como la maldita serpiente que era ese entrometido, enredándose en todo lo que podía para asegurarse de que nadie escapara de su control.Mi padre fue el primero en hablar, con su sonrisa de acero bien puesta mientras estrechaba la mano del padre de Valentina.—Señor Rinaldi, —dijo mi padre, apretando la mano con un firme apretón. —Es un placer tenerlo aquí.—El placer es todo nuestro, —respondió con una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Hemos oído maravillas de las fiestas de los Moretti.Los tres se giraron hacia mí.Y ahí estaba, el hombre que creía que tenía algún control sobre Valentina. A
NicolaNo buscaba la atención de nadie más, solo los de dos hombres que se movieron hacia nosotros como lobos acechando a su presa.El padre de Valentina y Antonio.Avanzaron hacia nosotros con rapidez, empujando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Mi cuerpo reaccionó de inmediato, tensándose antes de la inevitable confrontación.—¿Qué mierda es esto, Valentina? —gruñó Antonio cuando estuvo a pocos pasos de nosotros.Su voz era un veneno rasposo, lleno de desprecio. Su mirada no estaba en mí, sino en ella, como si tuviera algún tipo de derecho sobre mi mujer, como si pudiera dirigirse a ella de esa manera y salir impune.—¿Tan puta eres? —escupió Antonio con un tono cargado de desprecio.El odio en su voz era evidente, y antes de que pudiera dar un paso más, puse mi mano firme en su pecho, deteniéndolo en seco.—Vuelve a insultar a mi prometida, —gruñí entre dientes, sintiendo cómo la furia se agolpaba en mi garganta, —y te cortaré la lengua para dártela de comer.Antonio s
ValentinaNicola me arrastró sin decir una palabra, su mano apretaba la mía mientras me guiaba por el salón, ignorando las miradas y los murmullos a nuestro alrededor.Mi corazón seguía latiendo con fuerza en mi pecho, aún no podía creer lo que acababa de hacer, me había reclamado frente a todos, como si fuera... un objeto.El anillo en mi dedo se sentía como una cadena, pesada y apretada. Aunque no podía negar que era hermoso y delicado.Salimos al patio, donde el aire frío me golpeó la piel, pero no me calmó. Mi pecho aún ardía de indignación. Nicola caminó unos pasos más hasta detenerse junto a la piscina. Me soltó la mano para girarse a mirarme, y fue entonces cuando lo sentí.La furia me consumió por dentro, una mezcla de humillación, confusión y rabia. No podía soportarlo más.Antes de darme cuenta, mi mano voló por su cuenta, y el sonido de la cachetada resonó como un trueno en la calma del patio. Y aunque lo tomó por sorpresa, él no se movió, ni siquiera parpadeó. Solo se qued
ValentinaMe giré y me encontré con una mujer mayor, de mirada afilada pero sonrisa cálida. Su cabello gris caía en ondas suaves, perfectamente peinado, y sus ojos claros me evaluaban de pies a cabeza.—Tía Giulia, —dijo Nicola con una voz relajada, mientras apretaba mi mano, como si buscara tranquilizarme.Giulia se acercó, su vestido oscuro ondeando suavemente con cada movimiento. Había en su presencia algo que inspiraba respeto, como si fuera alguien acostumbrado a dominar cualquier lugar en el que se encontrara, incluso sin decir mucho.—Bueno, bueno, —respondió ella con una sonrisa que iluminaba su rostro envejecido, pero lleno de vida. —Vine a conocer a tu hermosa prometida, ya que demorabas tanto en volver.Sentí el peso de su mirada cuando sus ojos se posaron en mí. Me inspeccionaba como si quisiera leer mi alma, pero con un toque de ternura que me desconcertó.No sabía qué decir. Me quedé quieta, mirando a Nicola antes de devolverle la sonrisa a la mujer frente a mí.Ella cam
NicolaAmore.Esa palabra resonó en mi cabeza una y otra vez, como una melodía que no podía dejar de repetir.Valentina la dijo de nuevo, sus labios apenas rozando los míos, y cada vez que lo hacía, algo dentro de mí se rompía más.No podía creerlo, no podía aceptar que ese simple susurro tuviera tanto poder sobre mí.Había construido mi vida en base a la disciplina; había aprendido a dejar de lado cualquier sentimiento que pudiera interferir con mis decisiones, con mis planes, con mi capacidad de controlar todo a mi alrededor.Pero ahora...Aquí estaba, completamente dominado por una palabra, por una mujer.Amore.Mis manos recorrieron su cuerpo con urgencia, sintiendo el calor de su piel a través de la tela del vestido. La forma en que temblaba contra mí, en cómo respondía a cada toque, me volvía loco.Quería hacerla mía en ese mismo instante, arrastrarla a mi mundo de sombras y placer.Sentía mi control desvanecerse con cada segundo que pasaba, y no podía detenerlo.La deseaba.Aho
PanteraEl vino se movía en la copa de cristal que sostenía entre mis dedos mientras la giraba para disimular mi frustración.Cada trago que daba no hacía más que avivar la rabia que sentía dentro. Mi mandíbula estaba tensa, y mis labios se apretaban en una línea fina mientras mis ojos recorrían el salón con desprecio.Nicola Moretti acababa de arruinarlo todo. Y aunque debería estar feliz de que al fin él tenía una debilidad, un punto del cuál agarrarme para hacerlo sufrir, en mi interior solo había odio.Esa maldita declaración pública, había complicado mis planes, ahora tenía que pensar en otra forma de llevarlos a cabo.Prometida.Mi sangre hervía solo de pensar en ello.Observé desde la distancia cómo todos parecían aceptar la noticia sin más. Las sonrisas, los falsos brindis, las felicitaciones vacías.Cada uno de ellos jugando su papel, mientras yo me hundía en esta furia interna que no podía controlar.Lo peor de todo era que Nicola había hecho que esto se volviera aún más per