GemaGolpes fuertes resonaban en la puerta, sacándome de un sueño inquieto. Me levanté de un salto, el corazón latiendo con fuerza, algo no estaba bien. ¿Quién llamaría a las 3 a.m.? Al abrir, me encontré con Miller y Ethan, sus rostros pálidos y serios.-¿Qué pasa?- Pregunté, la inquietud se apodera de mí.-Lo siento, Gema, sé que es tarde.- Dijo Miller, su voz era tensa -Pero mi lobo está muy agitado por Emma. El asegura que está en peligro. Necesito que la llames para poder calmarlo.--¡No puedes molestarla a estas horas, Miller! Si el alfa se entera, te matará.- Le advirtió Ethan, frunciendo el ceño.Los miré confundida, la fatiga pesando sobre mis hombros tras un día de intenso entrenamiento. La única forma de que se fueran y pudiera volver a dormir era llamando a Emma.-Esperen en silencio.- Les susurré -Van a despertar a las demás.-Me dirigí a la habitación de Emma. Al llegar, golpeé suavemente la puerta y, al no obtener respuesta, decidí entrar mientras pronunciaba su nombre
AlexanderDago corría con desesperación a través del bosque, sus patas golpeaban el suelo cubierto de nieve con una velocidad frenética, mientras el sol se escondía tras los árboles y la noche comenzaba a cubrir con su manto oscuro.Aullaba con una furia desgarradora, reflejando su ira, su preocupación y su tristeza. La nieve caía sobre él, cubriéndolo de blanco, pero no sentía el frío, solo sentía desesperación por encontrar a Emma, que había desaparecido sin dejar rastro.A la velocidad en la que Dago corrió sin descanso, llegamos a la manada en la mitad de tiempo que nos tomaría normalmente. Sin importar quién estuviera por delante, nos dirigimos directamente a la gran casa de la manada.Dago irrumpió en la oficina, dándole un golpe a la puerta, está se estrelló contra la pared. Mientras entraba a la habitación gruñía y mostraba sus dientes.No me cedió el control y tampoco insistí.Comenzó a caminar en círculos, mirando fijamente a los presentes: Marcos, Gema, Miller, Briana y dos
Beta MarcosPasados cinco días desde que Emma había desaparecido, nos encontrábamos en una búsqueda intensa, rodeados por un oscuro bosque que se alzaba como un laberinto sin salida.La atmósfera era densa y el silencio se sentía casi opresivo. Al principio, éramos más en esta misión, pero el descontento comenzó a crecer entre los guerreros. Muchos no compartían la preocupación de Alexander, para ellos, Emma no era más que una carga.Fue entonces cuando Alexander, cansado de escuchar sus quejas y decidido a no permitir que la falta de interés de otros interfiriera en su búsqueda, estalló en un brote de ira, Tomando la decisión de enviar a casi todos los guerreros de regreso a la manada. Solo quedamos aquellos que Alex confiaba plenamente, los que estaban dispuestos a arriesgarlo todo por Emma.Yo no sentía un aprecio especial por ella, su presencia nunca había significado mucho para mí. Sin embargo, sabía que debía permanecer al lado de Alexander, no solo porque era su beta, sino porq
Emma¿Cómo es posible que él esté aquí? Fui tan ingenua al pensar que lograría escapar. Ojalá pudiera desaparecer para siempre. A estas alturas, Briana, probablemente, le habrá dicho que escapé con Samuel. ¿Cómo decirle que eso no es cierto?¿Cómo puedo explicarle que no soy una traidora? Solo anhelo alejarme, perderme en el horizonte.No hay manera que vuelva a la manada. ¡No volveré! No permitiré que me encierren de nuevo en la oscuridad de la mazmorra.Al verlo querer acercarse a mi le grite aterrada -¡No te acerques!--Emma...- Susurró.-Por favor solo...déjame sola.- Supliqué, mientras mis lágrimas empezaban a asomarse.Pero él no se detuvo.-Emma... yo...- Balbuceó, pero mi grito interrumpió sus palabras.-¡Te dije que me dejes sola!- Exclamé con toda la fuerza de mi desesperación.Se frenó en seco. Me sorprendí al ver su rostro, nunca antes lo había visto hacer esa expresión. Parecía triste y confundido, como si mis palabras lo hubieran herido.-No puedo simplemente dejarte sola.
EmmaEstoy corriendo a través del oscuro bosque, sintiendo que alguien me persigue. Soy una presa, incapaz de ver ni detectar el olor de mi cazador. Solo hay terror en mí y el impulso de correr tan rápido como pueda. Sin embargo, mis piernas se sienten pesadas; el cansancio hace que mis pasos sean erráticos. En un descuido, caigo por un barranco, soltando un grito desgarrador que me despierta sobresaltada.De repente, siento unos brazos firmes que me presiona contra algo duro, haciéndome estremecer. Con esfuerzo, abro los ojos, confundida, me encuentro con unos hermosos ojos azules que me miran con amabilidad. Tardé unos segundos en darme cuenta a quién le pertenecía esa mirada encantadora, pero al mismo tiempo escalofriantemente dominante.En ese instante de somnolencia, creyendo que lo que veía era solo un sueño, respiré profundo para perderme en su aroma. Mientras cerraba los ojos, murmuré: -Tan perfecto.-Sin embargo, me desperté de golpe al escuchar una risita seguida de una voz
Alexander Si esto es un sueño por favor no me despierten nunca. Desde cachorro, aprendí que un alfa no debía mostrar emociones ni albergar sentimientos que pudieran interpretarse como debilidad. Sin embargo, la sangre es espesa y tira.Me convertí en mi padre, dejando en segundo lugar a la manada, sucumbiendo al deseo y a la necesidad de esos ojos verdes irresistiblemente magnéticos que se han clavado en mi alma, destinados a ser sólo míos.Era natural para mí, sin hacer el mínimo esfuerzo, que muchas lobas, tanto dentro como fuera de mi manada, se ofrecieran a mí. No siempre las rechazaba. Dago y yo teníamos necesidades. Nada me ataba y no tenía por qué ser considerado o cortés.Sin embargo, con Emma, todo era completamente diferente. Por primera vez, tenía que cortejar a una loba y, por primera vez, sentía la urgente necesidad de corregir todos mis errores. Siempre fui de pocas palabras y mucha acción, pero esta vez debía armarme de paciencia e ir despacio y con cuidado. Desafort
AlexanderLevanté la cabeza en busca de la mirada de Emma. Al encontrarla, una profunda sensación de pérdida recorrió todo mi cuerpo, y, sin pensarlo, la sujeté con más fuerza. Sus ojos verdes oscuros y vacilantes estaban fijos en mí, mientras su rostro permanecía inexpresivo y su respiración se tornaba entrecortada. No podía entender qué pasaba por su mente. Besé la comisura de sus labios y, con un susurro suplicante, le dije: -No te alejes, vuelve a mí, Emma.-Ella intentó soltarse de mi agarre con sus pequeñas manos, pero no me moví ni un centímetro. Las lágrimas comenzaban a brillar en sus ojos, y podía notar el esfuerzo que hacía por contenerlas.-Durante demasiado tiempo, la oportunidad de elegir se me fue negada.- Dijo, con la voz entrecortada -Este vínculo también me lo está impidiendo. Al despertar, tu aroma me envolvió y el deseo oscureció mi juicio. Necesito tiempo para ordenar mis pensamientos, y te pido que me des ese espacio.-Cuando estaba por responderle que no puede
EmmaLa puerta de la habitación se abrió de golpe, estrellándose contra la pared con un estruendo que me hizo sobresaltar. Una figura imponente, casi de dos metros, se plantó frente a la cama, y con una voz feroz gruñó:-Tú, niña tonta. ¿Cuántas veces más necesitas estar al borde del peligro para darte cuenta del riesgo al que te expones?-Sus ojos azules ardían con una mezcla de furia y preocupación, y el aire se llenó de tensión mientras su presencia dominaba la habitación. Sus duras palabras me sacaron del estado de somnolencia. Lo miré disgustada y grité: -¡Vete a la mierda!-Un gruñido de queja resonó en el aire, acto seguido, se oyeron unos pasos apresurados que se acercaban desde el pasillo. Él cerró la puerta de un golpe, dejando claro que no quería interrupciones.Irritado, comenzó a gruñir: -¿Cómo pensabas defenderte en medio de esos lobos? ¿Tirándoles piedras?- Sus ojos se fijaron en mi brazo, donde la herida aún era visible, y ladra enfurecido -¿Por qué aún no te has cura