holis mis preciosos fanseses n.n/ hoy les subo dos caps aquí, uno en ¡No arrestes a mi hermano! y uno más de Dulce manada porque los amo <3 <3 <3 son los mejores fanseses del mundo mundial <3 <3 <3
Nos adentramos en la carnicería y se me ocurrió una idea. Me detuve abruptamente y me giré hacia cole estirando la mano. —¿Qué? ¿Necesitas más monedas?— Preguntó Cole inexpresivo. —No te estoy pidiendo monedas. — Dije exasperada. — Ni siquiera me dejaste hablar… espera ¿Tienes más? Él solo me miró. Odiaba sus malditos silencios. —Como sea. Quiero tu camisa. — Dije pestañeando inocentemente en su dirección. Siguió observándome dos segundos antes de que comenzara a quitarse el “uniforme real” y se desabrochara hábilmente la camisa mientras me miraba a los ojos. Por la madre, hacía calor de repente. Cuando terminó me la entregó y por un instante se me olvidó para qué la quería. Malditos y esculpidos músculos que le hacían cosas graciosas a mi cerebro. Comencé a enrollar la camisa ante la mirada curiosa de Cole. Él no se puso el resto del uniforme y yo no se lo pedí. ¿Quién era yo para pedirle que me ocultara tan buena vista? Me coloqué la camisa enrollada tapando mi nariz y boca;
Cuando salimos de la carnicería Cole se detuvo y me miró. Luego, lentamente extendió la mano hacia mí. Supe lo que quería pero solo me crucé de brazos y arqueé una ceja. Él suspiró y cerró los ojos como si estuviera reuniendo paciencia. Y casi me parto de risa ante su expresión de resignación. —No sé para qué la querías. Estos salvajes no olían mal. —¿Y? No me gusta repetirlo pero: Todo lo tuyo es mío. Y si quiero tu camisa para usarla como un maldito trapo para limpiar el piso, la tomaré y la usaré. — Dije haciéndole ojitos. Detrás de él Kyrian rugió de risa y Cole se tensó. Yo me acerqué y le toqué el brazo de forma conciliadora. —Me gusta la vista. Ahora, debemos ir a ver al jefe del pueblo. — Dije dando media vuelta y dirigiéndome a la zona de la puerta destrozada en la que sabía que estaría trabajando Gene. Para mi total sorpresa, Cole me siguió sin hacer preguntas ni seguir insistiendo por su camisa. La verdad me gustaba poder olerlo en su camisa pero estaría muerta antes
—¿Cuánto creen que me den en la capital por esto?— Preguntó Savanah emparejando su caballo con el de Cole. En la última hora más o menos me había dedicado a admirar el paisaje por dos segundos y luego tomé una pequeña siesta. La voz de Savanah me despertó. Cole gruñó y yo me desperecé. Nos encontrábamos en algún sendero olvidado, ya que la densa vegetación era abundante. Quizá al ser un príncipe siempre tenía que ser precavido y no usaba los caminos principales. —No tengo ni idea. Pero no creo que paguen más que los comerciantes cerca de la aldea. — Dije pensándolo un segundo. Retorcí mi cuello para mirar a Cole interrogativamente. El suspiró y le contestó a Savanah sin mirarla. —Los comerciantes de la capital están acostumbrados a tratar con lobas nobles, así que seguramente no te darán el precio completo por ese collar. —Demonios. — Dijo con los hombros caídos y yo oculté una sonrisa. Dos segundos después se animó de nuevo. — ¿Y si los amenazo con cuchillos? —Probablemente los
Savanah se dedicó a arrojar con certera puntería sus cuchillos ya que cada nueva flecha rebelaba la ubicación del enemigo. No me detuve a ver qué m****a hacía mi supuesta pareja, Kyrian o los otros guardias. Localicé a mi primera víctima cuando se preparaba para lanzar su siguiente flecha en mi dirección. Salté y le desgarré el cuello porque no estaba de humor para jugar a probar mis habilidades. Me sentía un poco homicida en este momento. No recordaba un momento de mi vida en el que me sentí tan fuera de mi mente. Dejé de contar después del tercero porque para este momento yo veía rojo. Me dediqué a rastrear, encontrar y matar a todos los malditos que se pusieron en mi camino. —Ya no queda nadie, princesa. — Dijo una voz suave conocida que me sacó de mi neblina de furia lo suficiente como para darme cuenta de la situación a mi alrededor. Me transformé de nuevo y desde esta perspectiva pude apreciar mejor la carnicería. Alrededor se encontraban catorce cuerpos de lobos con las garg
—¿En serio no me van a dejar pasar?— Pregunté divertida. — Ya les dije que el rey me ha mandado a llamar. Llegué mucho antes que todo el grupo y los guardias de la entrada no me habían dejado pasar. Al contrario, habían pedido refuerzos al verme llegar. —Tiene sangre en su cara y por toda su ropa. Además viene en el caballo de nuestro príncipe. — Dijo uno de los guardias bufando molesto. — ¿De verdad crees que somos estúpidos? Obviamente has robado ese caballo y mientes sobre tus asuntos con el rey. —No lo hago. — Dije poniendo cara de inocencia. Los bastardos no me creyeron y me rodearon. —Baje del caballo señora o nos veremos obligados a usar la fuerza. — Dijo otro guardia con voz amenazadora. —No quiero bajar de mi poni. — Dije haciendo pucheros. — Estoy cómoda aquí. Además tengo planeada una gran entrada al castillo a bordo de él. —¡Me importa un comino! Tienes tres segundos para bajar de ahí antes de que nos pongamos rudos. — Dijo otro guardia. Ese parecía ser el líder por a
El poni hermoso se pegó a mi costado derecho mientras que Cole me flanqueaba el costado izquierdo. Con un pequeño resoplido, el poni empujó un poco mi hombro insistentemente.—¿Qué pasa guapo?— Dije acariciándolo ante las cejas levantadas de Cole. — ¿Quieres que vuelva a subir o quieres unos mimos?— El relinchó y yo comencé a acariciar suavemente su lomo. Tomaría su pequeño e imperceptible ronroneo como que había acertado.—A Maxim no suelen gustarle las caricias. — Dijo Cole con voz baja mientras recorríamos el pequeño pueblo que se encontraba a las faldas del castillo.Aquí se codeaban los nobles de todas partes del continente. Si no tenían una pequeña residencia aquí entonces era porque no eran lo suficientemente ricos para ello. Así que los nobles solo por aparentar vendían sus almas para conseguir un trozo de tierra aquí. Patético, si me lo preguntaban.—Quizá no le gusten tus caricias. No eres el más amable de los lobos. — Dije encogiéndome de hombros.— Este pobre pequeño ha pas
—Bueno, al menos ahora sabes mi nombre. Una gran mejora a nuestro último encuentro, pequeño rey. — Dije con burla cerrando la puerta detrás de mí.—¿Me podrías explicar por qué mierda has tardado todo el día en llegar?— Dijo en tono peligrosamente bajo.—¿Me querías aquí a una hora en específico?— Pregunté rascando mi cabeza. — No estaba enterada. — Dije encogiéndome de hombros. — Todo lo que sé es que me querías aquí hoy y, técnicamente, aún es hoy.Comenzó a ponerse de ese lindo tono púrpura que tanto le gustaba usar en mi presencia. Yo solté un suspiro porque ésta conversación no llegaría muy lejos si seguíamos así.—Hay cosas que atender en Glassdale; un gran grupo de salvajes la atacaron ayer y tengo algunos descubrimientos interesantes que reportar. Como por ejemplo — Dije captando su atención. — Que a los guardias de custodian en lugar únicamente se les paga cincuenta monedas de orus al mes. Otro dato interesante es que el Alfa no se ha estado encargando de las reparaciones del
—Me encantaría que me dijeras quién es tu fuente de sabiduría e información pequeño rey y así sabríamos por qué m****a tu jodido reino se está yendo al carajo. — Dije limpiando mis lágrimas de diversión. — Claro que no hace falta que me digas quién fue porque a pesar de lo que puedas pensar, soy una loba inteligente; como sea, me importa un carajo limpiar mi reputación y ¿Sabes por qué?— Dije con una sonrisa malvada. — Porque todo aquel que crea un rumor o una palabra mal intencionada sin confirmar, sin pruebas y sin fundamento es solo un idiota sin juicio propio. —Esperé unos segundos hasta ver el bonito tono púrpura y luego agregué. — Elizabeth es una loba cuya única proeza es ser medianamente agradable de vista; ella inventó tantas historias sobre mí que me fue difícil seguirle el ritmo a través de los años. Toda tu grandiosa descripción sobre mi es precisamente un retrato fiel de Elizabeth. —¡No hables de ella así! — Dijo dando un golpe en su escritorio. La cosa de hizo añicos y l