Capítulo 26.

De acuerdo, quizá caer sobre unos cuatro metros de altura no era la mejor de las ideas. Mi maldito tobillo derecho se sentía como si hubiera sido pateado por un caballo.

Caminé cojeando hasta la reja solo para encontrarme con Karel. El maldito había utilizado la llave y me observaba con fastidio.

-¿Piensas que es divertido tener que verte por una u otra razón? ¡Mi maldita vida se está yendo al carajo desde que te conocí!

-Whoa, tranquilícese majestad. En primer lugar, usted no me conoce. Ni siquiera recuerda mi maldito apellido. - Dije arqueando una ceja y él se quedó callado así que me anoté otro punto en nuestra pizarra imaginaria. - En segundo lugar sus problemas de erección, sus problemas en el reino y su problema de actitud no son mi jodido asunto.

En ese momento una hermosa sombra se acercó por la espalda del lobo. No sabía si sus instintos para sentir el peligro estaban atrofiados o por qué Karel dejaba que se le acerquen tanto pero no era mi trabajo protegerlo o decirle una mi
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