Holis mis precios fanseses n.n/ muchas gracias por sus bonitos comentarios, los llevo en mi corazoncito jaja yo los leo a todos y vi uno que me llamó la atención que decía que subiera cincuenta caps seguidos. Los preciosos fanseses que no me conocen, deben de saber esto de mí: Yo vivo para hacer el faservice porque soy su humilde esclava blanca XD así que hoy les enviaré varios caps <3 no los conté, pero espero que les gusten porque ya están corregidos y bonitos <3 <3 los amooooooo millones <3 <3
—Técnicamente, Savanah ya se iba. – Dije divertida. — SI se quedó a escuchar cosas que no quería saber, fue enteramente por decisión propia y, de todas formas, no entiendo el problema de eso. —El problema es que toda la información sobre la corusna es confidencial y yo… —Le aseguro — Dije interrumpiendo su discurso. — que el príncipe Cole es muy consciente de que su hija posee esta “información” y que si le importara un carajo que su hija sepa de nuestra relación de pareja, no la hubiera dejado salir de mi mansión viva. Ahora, tampoco veo un ejército a las puertas de su casa sacándolos a rastras. Así que creo que sus preocupaciones y medidas son infundadas. — Dije con un encogimiento de hombros y luego saqué una de mis joyas y se la extendí. Como no la tomó, se la dejé suavemente sobre la mesa. — No tenemos dinero en este momento, así que puede tomar esto como pago. —No quisiéramos prescindir de sus servicios, curandero. Que tenga un buen día. —Dijo mi tío levantándose. Mateo y yo l
Los gritos seguidos del estruendo nos hicieron actuar. — ¿Qué tanto te gusta esta pared?— Preguntó mi Tío Chad a Savanah. Ella por toda respuesta tomó su caja registradora y la arrojó con fuerza en dicha pared. —Yo digo que le importa un comino. — Dije seria y luego los cuatro nos dispusimos a romper la pared. En menos de un minuto había un gran agujero por el que los cuatro pasamos apretadamente. Savanah se quedó en la retaguardia presumiblemente con algunos de sus bonitos cuchillos. Del otro lado los salvajes se encontraban atacando a los pacientes de la clínica y éstos gritaban aterrorizados y gemían de dolor. Yo lancé un grito de guerra no solo para llamar la atención y que vinieran hacia nosotros sino también porque era divertido. Conté fácilmente once salvajes. — ¡Yo me pido los de la izquierda! — Dije riendo al ver la cara de sorpresa de los salvajes antes de que me atacaran. El primero fue directo a mi garganta y lo mandé a volar de una patada en su estómago. El segundo
Al enterarse de nuestra identidad, o más bien al pensar en que Karel y Cole podrían presentarse en persona, varios habitantes de la aldea se congregaron alrededor de los cuerpos malolientes de los salvajes. Gene había mandado a que trajeran a todos hasta aquí y actualmente me encontraba arrodillada desnudando cadáveres. Debería de cobrar extra por la pérdida del olfato. — ¿Sabes qué? Una bolsa no es suficiente pago por esto. ¡Por la Madre! Necesitaré al menos cinco años después de esto. — Dije arrugando la nariz con asco a Mateo. Él solo me observaba divertido. No se había ofrecido a ayudar, así que suponía que aún no me perdonaba por hacerle besar indirectamente a su primo. Gran bebé rencorusso. Examiné cada cuerpo ante la mirada atenta de los espectadores y localicé la extraña marca en sus cuerpos; era algo así como una media luna desigual, como si el que la hizo no tuviera buen pulso. Cada una estaba atravesada con una especie de flecha recta. — ¿Señor Gene?— Pregunté a mi espal
— ¿Dónde se encuentran en este momento? —Mandé a uno de mis lobos de confianza a que cuidara de ellos hasta que terminara con esta situación y pudiera encontrar un arreglo adecuado para ellos. — ¿Cómo qué?— Pregunté curiosa. —Hay algunas lobas aquí que no han podido tener hijos o que quieren tener aún más pero no han podido concebir. Tal vez asignarlos a alguna de esas familias. —Por separado, supongo. — Dije frunciendo el ceño. — No eso no servirá. Pensé por un segundo en una m*****a locura. Cuando mi madre falleció yo tenía la fortuna de tener a mi tío Chad para que cuidara de mí, No podía imaginar que además de soportar semejante pérdida, también tuvieran que pasar por la separación de la única familia que les quedaba. —Bien, tráelos aquí y ten listo el cálculo de los daños, por favor. Gene se inclinó ligeramente y dio las órdenes adecuadas. —Si vas a hacer lo que pienso que vas a hacer yo sugeriría que contrates a una institutriz. — Dijo Savanah acercándose. En su mano dere
— ¡Falta más madera por aquí, muchachos! — Dije haciendo un inventario para reparar la siguiente calle.Gene había hecho un buen trabajo en los números aproximados en tan poco tiempo, pero había algunas casas que no habían sido tomadas en cuenta porque el daño era interior, no exterior.— ¡Si, Luna!— Dijeron algunos voluntarios.—Por favor, chicos. No hace falta ser tan formales conmigo. Somos vecinos después de todo. — Dije escondiendo una sonrisa.— ¡Si, Luna!Por alguna razón, cada que me llamaban Luna quería ponerme a reír y bailar. ¿Quizá porque esto no era trabajo de una Luna? Puede ser. ¿Quizá porque Karel se pondrá de un bonito tono púrpura al descubrir que estoy usando un título que aún no me ha dado oficialmente? Probablemente. ¿Quizá porque a mi querida loba suegra le saldrán algunas canas? Pues claro que sí.—Luna. — Dijo Gene interrumpiendo mis delirios. — Aquí está la lista de los familiares de las personas fallecidas durante el ataque. — Dijo entregándome una lista.Los
—Y si quisiera tenerlo en, digamos… tres días máximo, ¿Cuánta mano de obra adicional necesitarías?—Tres días…— Dijo impresionado pero se recuperó y frunció el ceño pensativo. — Eso depende del número de casas que le gustaría anexar, su alteza.—Pongamos un número aproximado, mañana te puedo dar una cifra concreta. — Dije asintiendo. — Treinta casas con variedad de habitaciones para nuevas familias.—Para tres días…— Dijo sacando una pequeña libreta y haciendo anotaciones. — Yo estimo que serían alrededor de 120 trabajadores.—Muy bien. — Le dije y luego miré a Gene que observaba el intercambio con interés. — ¿Crees que los voluntarios de hoy se ofrezcan para el proyecto? Podríamos usarlos para arreglar y mejorar las calles mientras los obreros contratados se encargan de las reparaciones y las nuevas construcciones. También tendríamos que hablar sobre la alimentación y alojamiento.—Yo… sí, creo que si.— Dijo frunciendo el ceño y mirando hacia el techo con concentración. — Con respec
A la mañana siguiente fui despertada por un grito enojado y pisadas en huida de pequeños pasos.Me estiré para desperezarme y fue así como me encontró su alteza el idiota número dos: Cole.—Te dije que te vería hoy. — Dijo frunciendo el ceño con una mirada de desaprobación a mi lindo atuendo de cama.—Si, lo hiciste. — Dije con dulzura. — ¿Cuál es el problema con ello?—Que no estás vestida y tenemos cosas que hacer. — Dijo cruzándose de brazos.Yo arqueé una ceja.—Si, lo mencionaste también.Él se limitó a arquear una ceja en mi dirección imitándome. Yo cambié de tema.—¿Por qué te encuentras aterrorizando a mis primos?— Pregunté curiosa.—No lo hice.—Entonces ¿Por qué los gritos?—No lo sé. Me vieron y corrieron.—Oh… bueno, no lo vuelvas a hacer. — Dije saliendo de la cama ante su mirada de incredulidad.—No hice nada.—Tienes una reputación saludable, Cole. Además estoy segura de que llegaste con un montón de lobos en uniforme y todos parecerán grandes y malos. ¿Cómo crees que s
—¿También quieres romper el protocolo de vestimenta? — Preguntó Cole entrando en la cocina. Venía seguido de Mateo y mi tío. Mi tío nos miró con una sonrisa y luego se dedicó exclusivamente a desvestir con la mirada a Gisselle. Asco. Me preguntaba dónde… —¿Por qué los cachorros se aferran a tu ropa?— Pregunté divertida a Cole. —No lo sé. Yo miré a Mateo, él ya se encontraba escribiendo y me pasó su libreta. “Solo tuvo que presentarse como tu pareja ante ellos y ahora es el lindo primo Cole. Fue difícil hacer que se disculpara”. —Dímelo a mí, yo sé de eso. — Dije bufando. Me acaricie mi bonito estómago lleno. —Ahora que ya estoy presentable y alimentada… ¿Qué es lo que dices que tenemos que hacer? —El rey solicita tu presencia en el castillo. — Dijo Cole dejando a cada uno de los cachorros en el suelo antes de que éstos volvieran a treparlo como árbol. —¿Sabes qué quiere?— Pregunté curiosa. —No. —Entonces, ¿Solo eres el humilde recadero? —A veces. Yo lo miré pero no volvi