Maldijo mentalmente, por enésima vez. No lograba concentrarse en la clase que estaba impartiendo. Tenía casi media hora, tratando de demostrar a sus alumnos, como debía ejecutarse una estocada perfecta, con suerte natural y recibiendo, pero parecía ser que su cerebro estaba desconectado de sus funciones motoras.
—Mierda —masculló.
—Hostias, tío. Deberías relajarte un poco. Estás muy tenso —comentó alguien a su derecha.
—Te recuerdo que soy tu maestro, Joey. Me debés respeto —soltó, sin molestarse en girarse a mirar al nombrado.
—¡Joder! Anda de un humor de perros —musitó alguien.
—Desde hace tres días que Diego no viene, está insoportable —escuchó susurrar a otro.
—Váyanse a la mierda —escupi&oac
Sus ojos grises no podían dejar de mirar en dirección a las escaleras mecánicas, mientras esperaba que le entregaran el ticket con la numeración de su equipaje. A su derecha, Raquel la ayudaba a llevar un bolso de mano, a su izquierda, su amiga Claudine no dejaba de parlotear acerca de lo que tenía que decirle a su madre, cuando fuera a visitarla y entregarle el paquete que le enviaba. Gracias al cielo, a su amiga le fue muy bien en el curso de verano, y pensaba quedarse mucho más de lo pensado en Madrid, pues le ofrecieron una oferta de trabajo como ayudante de un escultor de renombre en la ciudad, quien se encargaba de la restauración de monumentos y edificaciones que eran patrimonio del estado.Pero por más que lo intentaba, Diana no podía dejar de mirar en dirección a cualquier acceso de entrada del aeropuerto. Albergaba la esperanza de que en cualquier momento, Rafael llegara, impidiendo que s
Tres meses después.—El gran espacio triangular limitado por el redondo menor y el subescapular hacia arriba, el redondo mayor hacia abajo y el cuello quirúrgico del húmero hacia afuera—el hombre de poblada barba, ojos azules y cabello cenizo apuntaba cada una de las partes mencionadas, con un puntero láser, en la enorme imagen proyectada en la pared del escenario del auditorio—. Como verán, se divide longitudinalmente por la porción larga del tríceps en dos espacios más pequeños...Todos los estudiantes miraban y escuchaban atentos a su profesor de anatomía. Solo se oía la voz del hombre de cincuenta y tantos años.Diana tomaba notas y subrayaba algunos pasajes de su libro personal de morfología humana. Sin poder evitarlo, bostezó. Las últimas tres noches las pasó estudiando para su parc
Madrid, 28 de marzo de 2007Es un café sensacional, el café más delicioso que he probado, le dije. Ella sonriócon notable modestia, mientras sus mejillas se sonrojaban un poco. ¿Creen haber probado un café bueno de verdad? Antes de que me respondan que sí, que el mejor café que han probado en sus vidas lo prepara mengano o zutano, en tal o aquel famoso sitio que se llena de gente, haciendo largas colas para recibir un vaso de papel o plástico, con algún mensaje motivador escrito con marcador negro, deben primero probar el que hace Diana Vidal. Ella muele los granos por sí misma, en una máquina artesanal, pero le echa semillas de vainilla y cacao —ahí está la clave—; en echar todo junto desde un principio, y no preparar el café aparte e ir agregando lo demás. Esto, me aseguróella, hace que el sabor sea equilibrado
Verano del año 2006.Sus ojos grises estaban fijos en el horizonte, entre ese montón de nubes que aparecían y desaparecían. Un cielo azul muy hermoso anunciaba que iba a ser un día soleado. Una voz femenina, a través de los alto parlantesdel avión, la hicieron salir del letargo en el que se encontraba. No pudo evitar sonreír al oír las palabras de la mujer.—Pasajeros con destino Madrid, os anunciamos que estaremos aterrizando en breves minutos. Por favor, permanezcan en sus asientos y abrochaos los cinturones.«¡Por fin en casa!», pensó.Aunque se sentía muy feliz por estar de vuelta en España, no podía dejar de sentirse algo contrariada por la decisión que tomó. Dejar los estudios académicos de lado, aplazados, por ir detrás de un sueño, no es algo que
Dio un golpe a la mesa y soltó un suspiro de frustración. ¿Por qué demonios nunca llega a tiempo?Se hizo la pregunta en la mente, por enésima vez. Se supone que Amanda tenía que haber llegado veinte minutos atrás, pero ni siquiera se tomó la molestia de enviarle un mensaje para explicarle el motivo de su demora.Desde que la relación de ambos terminó, Amanda se volvió más frívola de lo normal. Solo mantenían relación por asuntos laborales, debido a que ella era la hija de uno de los ganaderos más influyentes de la región. Y debido a que éste se encontraba en un viaje de negocios, su primogénita se encargaba de todo lo relacionado a la finca y la ganadería.—Bien, acabemos con esto rápido —oyó una voz femenina decir a su espalda—. A las dos en punto debo estar en el club, para mi lecci&
Lo más lógico que debíahacer era ponerse en contacto con su madre y decirle que estaba en la ciudad, pero eso significaba ponerla sobre aviso. Raquel no era tonta. Sin necesidad de pensarlo mucho, sabría el motivo por el que su hija estaba de regreso, y Diana no quería darle ni una sola oportunidad de interponerse en su camino. Luego de que ya hubiese hablado con Rafael, respecto a su deseo de estudiar en la Escuela Taurina "Armando Vidal", y ya se hubiese instalado en su propio piso, en el corazón de Madrid... Solo allí, si su madre se enteraba que estaba en España, se jugaría la carta de la emancipación para que no le montara ningún espectáculo y la dejará vivir su vidaEl camino del aeropuerto a su departamento fue rápido, casi unos quince minutos. Pagó al taxista y no perdió tiempo en mirar su alrededor. Madrid estaba igual a como lo vio por última
Despertó sobresaltada debido al sonido de una bocina proveniente del exterior. De inmediato, miró el reloj en su muñeca. Farfulló un improperio y salió de la cama a toda prisa. Faltaba quince minutos para las dos de la tarde.Tardó casi veinte minutos en vestirse, maquillarse y peinarse. Tratándose de ella, era un récord. No es que fuese banal. Todo lo contrario. Pero tenía un raro complejo con creer que su rostro era muy aniñado, y por ende, solía aparentar menos edad de la que tenía. Deseaba darle a Rafael, la impresión de que ya era toda una mujer.No perdió tiempo llamando a alguna línea de taxis. Cogió el primero que pasópor la calle.La Escuela Taurina quedaba muy cerca, a unos cinco minutos en carro, y a unos quince andando. Muy bien podría haberse ido caminando, pero iba perfumada, muy arreglada y no quería correr el
Una semana despuésSe llevó la mano a la frente, a la vez que soltaba un largo suspiro. La comida ya estaba fría, y sin darse cuenta, escribió el nombre de Rafael con la salsa, sobre la superficie blanca de su plato. No podía dejar de pensar en él, y en sus palabras. Y lo peor de todo es que aun no lograba entender qué demonios le sucedió ese día. ¿Por que actuó de esa manera? ¡Ella no es así! De hecho, no tolera a la gente que se aprovecha de su posición social, el dinero o el poder, para pasarporencima de otros. ¿Entonces por qué reaccionó como lo hizo aquel día?Tal vez fuese porque se sentía susceptible, y muy harta de que siempre le dijeran que no podía hacer algo, que ella había soñado hacer durante tantos años.—¿Te vas a comer