Capítulo 28 —Doctor AbdalaNarrador:El celular vibró sobre el escritorio. Desirée bajó la vista y lo vio: CÉDRIC.No dijo ni una palabra, ni hizo ningún gesto.Desbloqueó la pantalla con un movimiento rápido y respondió en voz baja, apenas un susurro, mientras fingía revisar una hoja entre sus manos.—¿Qué pasa?La voz de Cédric sonó inmediata, contenida, igual de baja.—No hagas que se note, no levantes la voz, o hagas gestos raros, solo escúchame.Desirée entrecerró los ojos y se inclinó un poco hacia la izquierda, como si intentara ver algo en su monitor.—Digame doctor Abdala —trataba de engañar a su “plan de contencion”—Necesito que vengas al salón de conferencias —dijo él —Ahora.—¿Para qué?—Para discutir el programa pediátrico y unas modificaciones urgentes en el presupuesto. Es importante. Y prefiero que lo hablemos en persona. Solo tú y yo.Desirée pasó una página del expediente con total calma, disimulando el suspiro que se le escapaba.—¿No podría haberme enviado un corr
Capítulo 29 —La sopecha de CharlotteNarrador:El sonido de la puerta al cerrarse retumbó con más fuerza de la habitual. Cédric dejó las llaves en la repisa, se quitó el abrigo con movimientos lentos y cruzó el recibidor sin notar los pasos que se acercaban desde la sala.Charlotte lo estaba esperando. De pie, inmóvil. Con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión serena, casi neutra… pero los ojos bien abiertos.—¿Podemos hablar?Cédric se detuvo. Apenas la miró. Pero asintió.—Claro.Charlotte señaló el sillón, pero él no se sentó. Tampoco ella.—No voy a hacer rodeos —dijo, sin elevar la voz —¿Tienes una amante?El silencio fue tan inmediato que pareció cortar el aire.Cédric frunció el ceño, confundido.—¿A qué viene esa pregunta?—Estoy preguntando algo simple. ¿Estás viéndote con alguien?Cédric apoyó una mano en la repisa del salón. No parecía incómodo. Pero tampoco se apresuró a responder.—No entiendo por qué lo preguntas. Tú y yo no tenemos esa clase de exclusividad
Capítulo 30 —Sin ironíaNarrador:La mañana empezó más tranquila que la anterior. El sol filtraba su luz cálida por las cortinas del comedor, y el aroma del café se mezclaba con el de las tostadas recién hechas. Desirée estaba sentada frente a la mesa, vestida con un conjunto sobrio, lista para ir a la Fundación. Margot revolvía su taza con una cucharita mientras revisaba el celular, aún en pijama.—Hoy no voy a poder acompañarte —dijo de pronto, sin levantar la vista —Me llamaron anoche del estudio. Uno de los fiscales tuvo un imprevisto, y quieren que yo le escriba el cierre el alegato en ese caso grande que llevábamos. ¿Recuerdas? El de fraude corporativo.Desirée asintió, tranquila.—No te preocupes. Entiendo.Margot la miró de reojo, con media sonrisa.—¿Segura que vas a estar bien sola?—Estoy bien —respondió Desirée, ajustándose el reloj —Dormí algo, al menos. Y después de lo de ayer, dudo que Cédric me busque para otra emboscada.—No me refería solo a eso —murmuró Margot, con
Capítulo 31 —El mechón de cabelloNarrador:La Fundación estaba casi vacía.El silencio de los pasillos solo se rompía por algún teléfono olvidado, por el sonido lejano de una fotocopiadora o el zumbido constante de las luces de emergencia. Era tarde, d. Demasiado para estar aún allí.Desirée caminó con paso cansado hasta la cafetería del segundo piso. Necesitaba café. No porque tuviera más trabajo, sino porque tenía la cabeza tan llena que sentía que, si no se distraía con algo, iba a romperse por dentro.Empujó la puerta con el hombro. El espacio estaba semioscuro, con solo un par de luces encendidas. Se sirvió una taza sin fijarse si el café seguía caliente. Iba a girar para sentarse sola en una mesa del fondo, cuando lo vio. Cédric.Estaba sentado en una esquina, con la camisa un poco arrugada y el saco colgado en el respaldo de la silla. Tenía una carpeta abierta frente a él, pero no la leía. Solo miraba el borde de la taza entre sus manos, como si necesitara más el calor que el
Capítulo 32 —Llegan refuerzosNarrador:La mañana en la Fundación comenzó con un ritmo más acelerado que de costumbre. Había movimiento desde temprano, con personal de mantenimiento acomodando equipos, médicos reunidos en pequeñas discusiones improvisadas, y asistentes corriendo con carpetas de un lado a otro.Desirée cruzó el hall principal acompañada de Margot, ambas vestidas con sobriedad y paso decidido. Saludaban con la cabeza a quienes se cruzaban, sin detenerse. Desirée ya había aprendido a moverse por ese lugar como si nunca se hubiera ido. Como si cada rincón no escondiera una historia. Como si no sintiera el peso del apellido en cada placa de la pared.Justo cuando pasaban frente al área de coordinación, la puerta del ascensor se abrió y Cédric salió, con el teléfono en una mano y unos documentos en la otra. Se detuvo al verla, y por un segundo, el entorno desapareció.—Hola, Desireé —dijo él, con una leve sonrisa.—Hola —respondió ella, bajando un poco la vista, pero sin pe
Capítulo 33 —Un desfibrilador... por favorNarrador: La secretaria abrió la puerta con suavidad y se hizo a un lado.—Doctor Lafay, el doctor Adrien Moreau ya está aquí.Cédric, de pie junto al ventanal con una taza de café en la mano, no giró de inmediato. Solo alzó la vista, como si le costara apartarse de sus pensamientos. Luego dejó la taza sobre el escritorio con un leve clic.—Hazlo pasar —dijo, sin emoción en la voz.Adrien entró con paso firme, arrastrando consigo una energía que parecía llenar la oficina. Llevaba el saco abierto, la mirada aguda, y esa media sonrisa que siempre parecía saber más de lo que decía.—¿Me extrañaste? —preguntó, cerrando la puerta detrás de él.Cédric esbozó una sonrisa irónica.—Pensé en ti... más de lo que me gustaría admitir.Adrien avanzó hasta la silla frente al escritorio y se dejó caer sin pedir permiso, como si aquel despacho fuera un viejo terreno conocido.—Y bien, aquí estoy. ¿Qué tan mal estás?—Suficientemente mal como para llamarte —
Capítulo 34 —Me gusta el filoNarrador:Cedric y Adrien, caminaban por uno de los corredores principales de la Fundación, con paso lento y sin apuro. A esa hora, el flujo de personas era menor y se podía hablar sin que nadie los interrumpiera.Adrien llevaba las manos en los bolsillos, escaneando con mirada curiosa el entorno. Se notaba cómodo. Casi demasiado cómodo.—Ahora que la conocí —dijo de pronto, sin mirarlo —entiendo por qué estás así.Cédric no respondió de inmediato.—¿Así cómo?—Como si estuvieras colgado de un hilo invisible. La doctora Duval... —Adrien exhaló apenas, como si la imagen todavía estuviera flotando frente a él —Es una muñeca. Fría, elegante, firme... pero con una dulzura escondida que apenas se deja entrever. Es como esas piezas de porcelana que uno no debería tocar, pero quiere hacerlo igual.Cédric se detuvo. Lo miró de reojo, serio.—No empieces...Adrien sonrió, sin perder la calma.—Tranquilo. No vine a competir por tu debilidad. Solo dije que ahora la
Capítulo 35 —Tan arroganteNarrador:La reunión terminó y, uno a uno, los presentes comenzaron a salir del salón. Saludos rápidos, algunas palmadas en la espalda, miradas curiosas hacia el recién llegado. Adrien respondió con educación, sin sobreactuar. Sabía que era observado, pero no parecía afectarle en absoluto.Margot y Desirée se quedaron en sus asientos, como si hubieran calculado perfectamente el momento exacto en que ya no quedaba nadie más. Cédric también permanecía de pie, con los brazos cruzados, observando cómo Adrien intercambiaba palabras con una médica del área de investigación.Cuando la puerta se cerró tras el último asistente, el silencio se hizo más íntimo.—Bueno —dijo Adrien, girando hacia ellos con una expresión distendida —voy a necesitar un café si pretendo sobrevivir al resto del día.Margot ni lo dudó.—En la cafetería de la Fundación tienen el mejor café de la ciudad. Y no lo digo por compromiso institucional.Adrien sonrió, girando apenas la cabeza hacia e