Todos estaban absortos en las preguntas y respuestas que hacía el padre y que Juliá respondía, pero esta vez era Aurelio quien lo hacía—Como lo dice padre, como lo dice. —Contestó de nuevo Aurelio. —Vaya, esta vez si no estaba equivocado —dijo sonriente el padre. —Tata Julián. ¿Y la buenaza de Tomaza que representaba?—El mar padre, reina sobre todas las aguas salobres —respondió para mi sorpresa sor Caridad que se nos unió en ese momento. —Lo acabo de averiguar con ella misma, dice que además es la diosa de la maternidad universal.—Ya me parecía que debía ser algo relacionado con el océano por el color de la ropa. Y que baila bien a pesar de tener tantas libras en el cuerpo, esa Tomasa, ja, ja, ja…, sí que me ha sorprendido de grata manera.—Cierto padre, es inmensa como el mar, ja, ja, ja…—Reímos todos ante la ocurrencia de la hermana Inés. —Pero una experta en ese baile, podía ver las olas, los remolinos, la calma y la furia del mar, todo reflejado en el movimiento no solo de
El reloj daba las cuatro de la mañana, el radio apenas si pudimos sintonizarlo, logramos escuchar, después de muchos intentos, que el fenómeno se desplazaba muy despacio, por lo que se pronosticaban grandes destrucciones por las inundaciones. Mandé a todos a retirarse, a descansar mientras yo hacía otro tanto. Aunque tenía miedo, me introduje en mi habitación, para mi felicidad Julián estaba acostado en mi cama. Me acosté a su lado tratando de no despertarlo, se le veía muy agotado, como si hubiera estado en una batalla campal. Debe ser el gran esfuerzo que hizo al bailar, me dije. Mi sueño fue muy agitado, lleno de miedos y agonías. Volví a sentir aquella extraña respiración a mi lado, en la cama. Aun cuando en mi mente me decía que era mi Julián, algo en mi subconsciente me decía que no era la suya la que sentía. Trataba en vano de despertar, una mano recorría todo mi cuerpo deteniéndose en mi vientre. Yo gritaba y gritaba clamando por Julián, y nada pasaba, seguía sumergida en aqu
Me quedé observando a Dolores al realizarme esa pregunta. No sabía el motivo por el que lo hacía, por ello le respondí y a la vez le pregunté—No pasa nada con él. ¿Por qué me lo preguntas? Salió me dijo a organizar y vigilar que todo marche bien, estoy un poco preocupada porque no ha regresado y casi anochece. ¿Crees que le ha pasado algo?—No, por eso no se preocupe. Es muy bueno en su trabajo, de seguro debe ser que el ganado bajo en busca de yerba a la explanada que está inundada. Le pregunto por qué tiene una cara diferente desde ayer y casi no habla. Lo conozco, desde que vinimos para esta casa, es la primera vez que lo vemos así. ¿Le dijo o hizo algo que lo ofendiera? Recuerde que es un rey en su tierra, tiene que obedecerlo en todo niña, si quiere salir viva de esta maldición.—Dolores, deja de amonestarme, no le he hecho nada. Ayer después del espectáculo me dijo que no entrara sola a mi habitación, que lo esperara afuera y lo hice.—¿Entonces que tiene?—¿Cómo voy a saber?
Un relámpago hizo que gire mi cabeza a la ventana. ¿Dónde andará Julián? Me pregunto, comenzando a preocuparme, más cuando pienso en lo que me dijo Dolores. ¿Por qué no ha venido? ¿Qué es lo que fue a atender? ¿Tendrá una mujer entre las trabajadoras? De seguro debe haber alguna, ¿hijos? ¿Tendrá algún hijo? Sigo pensando en lo que observo el repiquetear de las gotas de agua contra el cristal de la ventana, no puedo dejar de pensar en Julián, en mi situación. Si como dicen era un rey, y he leído, no sé dónde que en África se casan muy jóvenes. ¿Por qué no iba a estar casado y a lo mejor hasta hijos tiene? ¿Le pregunto? No, no hagas eso Ángel, mira que anda muy molesto por algo que hiciste y no sabes qué. Lo haré decirme cuando regrese, no me gusta con esa cara tan seria. ¿Tendrá una reina y yo iré a ser una mujer más en su harén? ¡Deja de pensar en eso Ángel y sigue leyendo de tus padres!… He accedido hacer algunas cosas de las que me dice Tata Julián, para ver si me dejan tranquilo
Sigue de espaldas a mí, sin responder. Solo resopla un poco. No sé qué más hacer, es mi primera vez en entablar una relación, no sé siquiera llevar una con las personas de mi entorno, siempre pasé trabajo por el miedo a que me abandonaran, y ahora mismo me está pareciendo, que se arrepintió de haberme enamorado. Un gran nudo se va haciendo grande en mi garganta y sin poder remediarlo ni impedirlo, las lágrimas comienzan a salir de mis ojos, y un gran sollozo se me escapa. Julián al escucharme se gira muy rápido, me mira sorprendido y corre literalmente a mi lado.Me abraza con todas sus fuerzas, yo también lo hago. Estoy tan asustada de que decida dejarme en este mundo extraño en que estoy metida, donde me persiguen demonios, y almas en penas. Y cómo del hecho de que me he enamorado de un ser que cambia a voluntad, que aunque quiera mantenerme firme, no puedo. Sentirlo molesto conmigo, alejándose de mí, me aterra, me sujeto a él y lloro desconsoladamente. El terror de solo imaginar
Me quedo mirándolo fijamente, subo mi barbilla solicitando un beso. No se hace de rogar, me besa con verdadera pasión, haciendo que sienta su gran amor por mí, llenando mi alma de nuevo de paz. Cuando nos separamos para respirar, continúa besando mi rostro, mis ojos, mi nariz, mi frente, y lo siento alejarse. Me doy cuenta, es porque se está excitando y no quiere que lo note. Cierro mis ojos y lo dejo hacer, concentrándome en todo lo que pasó en el escenario desde el instante en que me vistió de novia.—Mi Julián —lo llamo—Dime, mi Ángel —responde sin dejar de besarme y olerme.—Gracias.—¿Por qué, linda?—El vestido de novia es maravilloso. Tal parece que leíste mi pensamiento, es como siempre imaginé que sería.—Lo hice.—¿Lo hiciste? ¿En serio puedes leer mis pensamientos? ¿Y por qué no lo haces y ves que no quise ofenderte? —Le pregunto separándome para mirarlo a los ojos.—No puedo leerte hasta esa intensidad. Vamos cuéntame todo. Es importante que lo sepa para saber contra q
Ante mi grito, Julián se pone de pie de un salto llevándome con él y corre a coger su bastón. Golpea fuerte con él en el piso y comienza a conjurar. Yo prácticamente me meto dentro de su ropa aterrada con mis ojos cerrados. Y aun así puedo ver esa sombra negra aproximándose a mí, y justo cuando me va a alcanzar. Todas mis prendas que esta vez las tengo puestas nos iluminan a ambos, y escucho a Julián decir.—¡¿Tú?! ¿Qué haces aquí? ¡Márchate, ella no te pertenece, es mi mujer, mía! Y golpeó muy fuerte el piso con su bastón sin dejar de decir cosas ininteligibles para mí. Se detuvo, la sombra extraña se mantenía fuera del círculo de luz que nos rodeaba. Julián tomó mi rostro y me hizo mirarlo a los ojos.—¿Confías en mí?—Sí.—No dejes de mirarme a los ojos, y vamos a avanzar hasta salir de la habitación, así como estamos. No dejes de mirarme mi Ángel.—Está bien —dije aterrada—. ¿Pero cómo voy a caminar de espaldas? No había terminado de decirlo, con su brazo izquierdo rodeó mi cint
Ella me mira sin decir nada, pero no insiste y con cariño se sienta a mi lado ya comienza a hablar.—Sí, todos estamos bien. Es increíble el avance que han hecho en tan solo dos días las jóvenes en la costura y el bordado —me cuenta emocionada— estoy admirada de lo rápido que aprenden y cómo les gusta, me pregunto si pudieras regalarles a todas los bastidores con sus hilos y telas cuando regresen a su casa. —Claro que sí —respondí por inercia, pero al momento noté a Julián que bajaba las escaleras. Por lo que me giré para esperarlo. —Buenos días —saludó muy serio.—Buenos días, mi Julián. Te estaba esperando para que te hagas cargo de todo a partir de hoy. Aquí la hermana Caridad, me preguntaba si podemos regalar los bastidores de bordar a las jóvenes del pueblo, le dije que sí. ¿Tú qué opinas? Todos, incluyendo a Julián, se quedaron observándome como si me hubiese vuelto loca, le abrí los ojos con disimulo y reaccionó.—Creo que es una muy buena idea, mi Ángel. Es más, daré orden