[Roberto Abad]
Era la mañana del veinticuatro de diciembre. Lily ya había hablado con mis padres y ellos estaban ahora conmigo en el hospital.
—Papa siento que te hayas enterado hasta que todo ya paso, pero no queríamos preocuparlos.
—Lo entendemos hijo —responde mamá abrazándome —¿Cómo te sientes?
—Me siento mejor, ya puedo sentarme en la cama, solo algunas molestias cuando me muevo de repente, pero nada grave, Lily dice que traeré el inmovilizador de tobillo por un mes.
Papá asiente.
—Gracias al cielo que no te paso algo grave.
Pone su mano en mi hombro.
—No te preocupes papá, estoy bien, ¿pueden hacerme un favor? —mis padres asienten —quiero salir del hospital, Lily esta decidida a que me quedé aquí unos días más, pero es que me siento mal al ver lo ilusionada que esta
[Lilian Caballero]—Te ves hermosa.Sonrío, siento como mis mejillas se sonrojan al perderme en lamirada de esos ojos color negro aceituna que me desnudan con lamirada.—Tu elegiste mi atuendo, ¿recuerdas? —mi novio sonríe consatisfacción, recorre mi cuerpo con su vista de arriba abajo despuéstoma mi mano y la besa.Le correspondo con un beso en los labios.—Ya debemos irnos o se nos hará tarde.Rodeo la silla de ruedas, empujo la silla de ruedas hacia el exteriorde nuestra habitación.—Esta silla es eléctrica, mi amor —me recuerda Roberto, sonrío untanto traviesa.—Eso ya lo sé —le susurro —pero se me hace algo tierno ser yoquien la dirija, no todos los días se puede ver al abogado RobertoAbad en silla de ruedas, necesitando ayuda de los demás.Roberto suelta una carcajada.—Entonces aprovecha ahora que me tienes a tu merced.(…)Entramos a la casa con ayuda de Sam, todo en su interior se veíadecorado de manera tan elegante. En el recibidor nos dio labienvenida un adorable S
El día que la vi por primera vez fue aquella navidad de hace diez años. Mi hermano Arturo la presento como su novia. Su sonrisa era hermosa, sus ojos marrones, los más lindos que jamás había visto en mi vida, su cabello dorado caía como una cascada sobre su espalda, llevaba puesto en la cabeza un listón color rojo que hacía juego con un vestido del mismo color. En el momento en que nuestras miradas se cruzaron sentí destellos eléctricos recorrer todo mi cuerpo, ella sintió lo mismo, después me lo hizo saber. Se acercó para saludarme, le sonreí como un bobo. —Hola, mi nombre es Clara Arango —dijo esbozando una sonrisa pícara, jamás podré olvidar esos ojos llenos de brillo, la mirada coqueta que me dirigía. —Roberto Abad, mucho gusto… Señorita —la miraba fijamente, no podía dejar de hacerlo, me había enamorado de la novia de mi hermano. Fuimos amigos, nos llevábamos increíblemente bien. La amaba en silencio, por respeto a mi hermano y, tambien, por el m
[Lilian Caballero]Elegimos un restaurante cerca del edificio donde se encontraba Grupo Rocamonte. El lugar se llamaba “Los adobes” su especialidad, cortes de carne al grill. Era un restaurante de ambiente cálido, tenía una terraza en la cuál a la distancia se podía observar gran parte de la ciudad y como no, si su ubicación estaba en el último piso de una de las plazas exclusivas y más populares de San Pedro.Enseguida nos pasaron a una mesa con la mejor vista que tenían.—¿Vienes aquí seguido? —le pregunte ya que el mesero lo llamo “Sr. Abad” cuando entramos al restaurante.—Si, el lugar es muy cómodo y tranquilo, además cocinan delicioso, sé que te gustará – me asegura.Un mesero nos muestra el menú, como es la primera vez que vengo a este restaurante le pido a Roberto que ordene por mí,
[Roberto Abad Rocamonte]Utilicé mi llave para entrar al departamento de Andrea. Cuando abrí la puerta ella estaba preparándose para salir.—Roberto, ¿Qué haces aquí? —preguntó casi pasmada.—¿Vas de salida? —le pregunto pensando en que ella por las tardes no trabaja.—Bueno, es que no sabía que vendrías, siempre avisas antes, quede con unas amigas, ¿a qué se debe esta sorpresa? —Andrea me mira entrecerrando los ojos.Noto como sonríe nerviosa, frunzo el ceño al momento en que camino me quito el saco, me aflojo la corbata y me siento en uno de los sofás a mis anchas. Recargo mi brazo en el respaldo.Sonrío con sorna.—Ibas a salir con tus amigas… quiero un trago – digo con cierta arrogancia.—¿Qué? —pregunta como si no me hubiera escuchad
[Lilian Caballero]Antes de salir al trabajo mi mañana estuvo caótica. Se me hizo tarde, me quede hasta altas horas de la noche mirando las redes sociales. Mi foto del beso con Roberto ya estaba circulando por todos lados, seguro hoy aparecía en el periódico. Me hervía la bilis que en una nota me hubieran puesto como la chica que se abalanzo sobre Roberto Abad. ¿En qué momento paso eso? Él fue quien me beso no yo a él. A mí no me importaba lo que los medios amarillistas pudieran decir sobre mí, pero si me preocupaba que pensaran mis amigos y mi familia sobre eso. De hecho, Ana ayer me habló por teléfono preguntándome de que se había perdido, porque no le había contado que tenía una relación con su cuñado. Sólo le dije que entre él y yo no existía nada, que en el hospital le platicaba. Lo que tenía planeado hacer es es
[Roberto Abad]Ver a Lily me removió por dentro, pero a la vez me molesto la manera en que ignoro mi presencia hace un momento. La foto de nuestro beso circulaba por todo internet en el estado y ella como si nada. O no le importaba o era una mujer muy fuerte.Después de que ella se fue a toda prisa de donde estábamos, me despedí de mi hermano y mi cuñada.—¿Qué haces aquí Andrea? ¿A que viniste? —le pregunto aniquilándola con la mirada una vez que llegamos al estacionamiento del hospital y me aseguro que nadie nos está viendo.—Vine a hablar con la doctora, quería escuchar su versión del asunto del beso y ¿sabes que fue lo que me dijo? – me dice con cierta malicia.Arqueo una ceja.—Que el beso de ustedes ha sido un error, que tú querido, no le interesas para nada —espeta con gran satisfacción en
[Lilian Caballero]Cuando llego a casa me recuesto sobre mi cama, estoy exhausta. Me desvisto poco a poco, me quito los aretes y los dejo en el joyero que me regalo Miguel en mi cumpleaños. Lo recuerdo aún con cariño, no sé si aún sienta algo por él, tal vez sólo es nostalgia, realmente no lo sé, hace ya dos años que se fue. Me meto a la ducha. Cuando salgo, me pongo mi camisón de seda para dormir. Termino de secarme el cabello y voy a la cocina para llenar mi jarra con agua, me gusta tener siempre agua junto a la cama ya que por las noches a veces me da sed por el calor del clima de San Pedro.En eso, escucho el timbre de la puerta sonar, voy hacia allá, miro por el visor, es Roberto. Mi mente comienza a preguntarse qué hace aquí, suena el timbre de nuevo. Dudo si abrir o no.—¿Qué quieres Roberto? —espeto desde este lado de la puerta.&md
[Lilian Caballero]Los días siguientes se vuelven muy ocupados, agradezco no tener el tiempo para detenerme a pensar en Roberto Abad. Primero, mi padre organizo una reunión con todos los empleados del hospital anunciándoles el nuevo cambio, brindamos por una nueva etapa en el hospital y todos aplaudieron cuando se hizo la mención oficial. Sólo tuve tres días de capacitación por parte de mi papá, eran demasiadas gestiones las que se tenían que hacer, de cada cosa que mencionaba tomaba apuntes para no olvidarlo. Al cuarto día me mude a mi nueva oficina, por lo pronto, ya no atendería a pacientes, me dedicaría sólo a la dirección del hospital.—Los voy a extrañar tanto —se me forma un enorme nudo en la garganta involuntario, escuchamos como anuncian su vuelo con destino a Madrid su primera parada, los abrazo con todas mis fuerzas.—Tambié