El día que la vi por primera vez fue aquella navidad de hace diez años.
Mi hermano Arturo la presento como su novia. Su sonrisa era hermosa, sus ojos marrones, los más lindos que jamás había visto en mi vida, su cabello dorado caía como una cascada sobre su espalda, llevaba puesto en la cabeza un listón color rojo que hacía juego con un vestido del mismo color. En el momento en que nuestras miradas se cruzaron sentí destellos eléctricos recorrer todo mi cuerpo, ella sintió lo mismo, después me lo hizo saber. Se acercó para saludarme, le sonreí como un bobo.
—Hola, mi nombre es Clara Arango —dijo esbozando una sonrisa pícara, jamás podré olvidar esos ojos llenos de brillo, la mirada coqueta que me dirigía.
—Roberto Abad, mucho gusto… Señorita —la miraba fijamente, no podía dejar de hacerlo, me había enamorado de la novia de mi hermano.
Fuimos amigos, nos llevábamos increíblemente bien. La amaba en silencio, por respeto a mi hermano y, tambien, por el miedo de que ella se alejará de mí. Tiempo después se casó con Arturo. Él siempre tuvo el carácter fuerte, yo no sabía que su matrimonio estaba pasando por una crisis, ella no lo dijo. Hasta aquel día, meses después de haber dado a luz a mí sobrina Lisa, llegó a mi habitación llorando. Recuerdo que la abracé, me partía el corazón verla así.
—¡Voy a dejarlo y me iré lejos de aquí! ¡ya no aguanto más! —soltaba en medio del llanto.
—No puedes irte, ¿Qué pasará con Lisa? —pregunté preocupado, mi mayor preocupación en ese momento era no volver a verla.
—No amo a Arturo, me casé con él solo porque mi padre decía que él era el hombre que me convenía porque era director de Grupo Rocamonte, pero no lo amo, siempre he amado a alguien más, ya no puedo callarlo —la miré con asombro ante lo que estaba confesando, tragué saliva —te amo Roberto, siempre te he amado desde el primer día que te vi, te amo y me lamento por haber tenido miedo de que no me correspondieras, ahora nada importa porque preferí vivir en el infierno de un matrimonio que no deseaba – ella dijo y me quede sin habla.
—Clara… —me quedé mudo de la impresión, abrí los ojos por completo, ella me abrazaba pidiendo perdón por no haberlo dicho antes —yo también te amo —murmuré.
Ella alzó la vista, una enorme sonrisa que jamás se borrará de mi mente se dibujó en su rostro. Ese día nos dimos nuestro primer beso, fue la primera noche de tantas que pasamos juntos, por supuesto, siempre cuidando que nadie supiera de nuestros encuentros. Decidimos esperar un poco más, al menos el tiempo considerable para que Lisa creciera y la pudiéramos llevar con nosotros. Teníamos planes, el sueño de un futuro juntos. Nos iríamos del país a un lugar donde nadie nos conociera.
Hasta aquel maldito día en el que me llamó desconsolada, no pudo ocultarlo más, le dijo a Arturo que lo abandonaría, que se iría de la casa, mi hermano no le permitió salir con Lisa en brazos, la echo a la calle. Clara conducía con dirección al departamento que había comprado para poder pasar tiempo a solas sin que nadie nos interrumpiera. Ese día había una fuerte tormenta eléctrica, llovía tan intenso como no había llovido en los últimos años. Ella tuvo un accidente automovilístico en el que falleció. Culpe a Arturo de su muerte. Intente hacerlo sufrir, hacerle sentir el dolor que yo sentía por la muerte de la mujer que tanto había amado. Ese día mi corazón se marchitó junto a Clara, jamás pensé que volvería a amar de nuevo hasta que la conocí a ella… Lilian Caballero.
[Lilian Caballero]
Mientras conducía con dirección a las oficinas de Grupo Rocamonte podía notar como mi corazón palpitaba con mayor fuerza al darme cuenta que ya faltaba poco para llegar a mi destino. Sentía una especie de cosquilleo en mi estómago, hacía un año que no veía a Roberto, exactamente desde la boda de Ana mi mejor amiga. Ella es esposa de Arturo, el hermano de Roberto, con quien en una noche loca de tragos tuve sexo. Aunque esa experiencia se quedó solo en el recuerdo porque fue algo casual. Ni si quiera sé porque me acosté con él sabiendo que en el futuro lo vería en repetidas ocasiones. Durante meses, he estado tratando de evitar este día en el que por fin tenga que verlo de nuevo. Trago saliva. Es que soy una tonta, me digo a mí misma, si no me hubiera acostado con él ahorita no tendría problema para venir y entregarle los documentos de sesión de poder de las acciones del hospital de papá que hace un año él compro a mi nombre, con la promesa de que se las devolvería cuando confiara en que él haría buen uso de ellas. Él, Arturo, y mi padre son los dueños del hospital Los Ángeles, inaugurado hace poco menos de un año en la ciudad de San Pedro Garza García en Nuevo León.
Sonrío con ironía.
Es que lo que Roberto tiene de guapo lo tiene de malévolo, bueno sé que sólo molestaba a Arturo por el rencor que se tienen desde hace varios años, aunque, por lo que me ha contado Ana, él ya se ha regenerado y eso espero, él no me desagrada, al contrario, recuerdo que aquella noche que pasamos juntos temblaba al sentir su piel rozando la mía, el me imponía era una sensación que nunca había sentido con otro hombre, como si quisiera aferrarme a sus brazos y sentirme segura en ellos. Pero la realidad, es que ni él ni yo teníamos intención de algo más, tan claro lo dejó que solo unos días después apareció por todos los periódicos, televisión local y redes sociales la foto donde se le veía tan feliz con su nueva conquista, la tal Andy García, conductora del programa matutino del canal local de Monterrey, una rubia flacucha que se cree la gran y última coca en el desierto, aprieto con fuerza el volante al pensar en ella, lo más seguro es que este con Roberto por su dinero, vi el otro día que insinuaron eso en un programa de la competencia.
Aparco mi auto en el estacionamiento del edificio, tomó la carpeta con los documentos firmados que le entregaré a Roberto. Mientras camino, trato de controlar mi respiración, no sé por qué estoy así, como si anhelara verlo después de todo este tiempo. Él no significa nada en mi vida, él no es nada en mi vida, me repito una y otra vez hasta que llego al cubículo de recepción.
Carraspeo para que la chica en el recibidor note mi presencia ya que está muy emocionada mirando su F******k en el celular.
—Si diga, ¿en qué puedo ayudarla? —dice la chica de cabello castaño perfectamente alaciado, maquillada como si fuera una profesional y lleva puesta una mascada en tonalidades azules que hacen juego con su uniforme de oficina.
—Vengo a ver al señor Roberto Abad, podría avisarle que Lilian Caballero lo busca por favor.
Ella entrecierra los ojos y esboza una sonrisa algo altanera que me molesta.
—¿Tiene cita con él? —dice en tono burlón, estoy confundida.
—No tengo – le digo ya un poco molesta.
—Entonces no puede pasar, el señor sólo recibe visitas con cita previa es un hombre muy ocupado – me dice con arrogancia.
Me mira despectiva, comienzo a enfadarme.
—Puedes hacerme el favor de llamarle y avisarle que estoy aquí, sé que me recibirá —suelto con enfado dejando caer las manos sobre el recibidor. La miro con desafío.
—No lo haré – me respondo tambien desafiante.
¿Queeeeeé? M*****a tipa, pienso en mis adentros, no puedo creer que sea tan difícil ver a Roberto en su oficina, tal vez debí haber ido a su casa.
Saco mi teléfono rogando, aún conserve su número móvil de hace un año. Me llevo el celular al oído mientras espero con ansias que conteste.
—¿Lily? —dice sin saludar. ¿Acaso tiene mi número guardado también?
Bien, él no saluda yo tampoco.
—Roberto estoy en recepción de Grupo Rocamonte, necesito hablar contigo, ¿puedes recibirme por favor? será solo unos minutos, lo prometo.
—Espera —dice y cuelga. Miro mi móvil. La chica de recepción me mira con malicia, de seguro pensando que Roberto no me atenderá, pero en cuanto el intercomunicador suena la que esboza una sonrisa triunfal soy yo.
La chica levanta el teléfono y su expresión cambia a una más dócil.
—Si señor, enseguida hago pasar a la señorita Caballero.
No borro la sonrisa en mi rostro.
Traga saliva, me mira ahora con cierto toque de odio y yo, sigo sonriendo como una triunfadora ante aquella humillación que ella sola se proporcionó.
—Señorita Caballero, puede pasar —dice haciendo una mueca en su rostro, pero no me importa, no vine a pelear, vine a hablar con Roberto.
Me da las indicaciones de donde está su oficina. Esta en el cuarto piso, así que tomo el ascensor y me dirijo hasta ahí. Cuando llego a su oficina, una secretaria me recibe, pero esta vez con amabilidad por lo que también la saludo de la misma manera, apenas me ve y abre la puerta de la oficina de él. Paso y ella cierra la puerta a mi espalda, un escalofrío me recorre el cuerpo.
Roberto está sentado en su silla atrás del escritorio. Me mira fijamente. Bien Lily, a lo que has venido, me animo internamente. Pero antes de que pueda hablar, él se pone de pie y rodea el escritorio rápidamente acercándose a mí. Me saluda con un beso en la mejilla, tocando ligeramente mi brazo con una de sus manos y yo me quedo inmóvil ante su tacto aspirando su perfume de Versace mientras todo mi cuerpo se estremece ante su cercanía. Huele delicioso.
—Lily, ¿a qué se debe tu visita? —pregunta con una sonrisa en su rostro y yo siento que se me sale la baba, es que es tan atractivo, no, no… no en que estoy pensando, a lo que vine y me voy — ven siéntate —dice sin soltar mi brazo guiándome a un sofá esquinero que hay en un rincón de su oficina.
Nos sentamos.
—Eh… Hola Roberto vengo porque ya casi se cumple el plazo que me diste para tener tus acciones del hospital a mi nombre, así que vengo a darte el documento de sesión de poder de las mismas, está ya firmado —le extiendo la carpeta con los archivos.
Él la toma en sus manos y la hojea con detalle.
Al cerrar la carpeta dice —la verdad es que estoy contento, así como estamos ahora me parece lo más ideal, mi cheque llega cada mes por lo que no me molesta si quieres tenerlas más tiempo a tu nombre – dice con una sonrisa.
Frunzo el ceño y niego.
—Quiero hacer esto de una vez, tu hiciste el trato con mi padre, compraste las acciones yo sólo te hice un favor – le digo con seriedad.
—Más bien fue una condición —replica y lo miro con reprimenda.
—Tenía miedo de que en algún momento intentaras algo contra mi padre o Arturo, pero por lo que Ana me ha contado, creo que ahora si te has ganado algo de mi confianza – admito con sinceridad.
—¿Algo? —me mira fijamente.
Río, no puedo evitar reír ante aquella expresión que se plasmo en su rostro.
—¿Qué es lo que te ha contado mi cuñada sobre mí? — el me cuestiona, en sus ojos puedo ver un atisbo de gran curiosidad.
Su pregunta me toma por sorpresa.
Muerdo mi labio, pero luego dejo de hacerlo cuando fija sus ojos en ellos.
—Dice que ya te regeneraste —digo tratando de disimular que me he dado cuenta de la risita que ha soltado, ¿me está coqueteando o es imaginación mía?
—¿A sí? – cuestiona casi socarronamente.
Recompongo mi postura.
—Roberto, me alegra que ya no molestes a Arturo, ustedes son hermanos y lo normal es que estén unidos o mínimo se lleven bien – le digo de nuevo con sinceridad.
—Lo estamos intentando —se pone de pie y deja caer la carpeta sobre la mesa de escritorio, luego, se gira apoyando su trasero sobre ella y se cruza de brazos, se ve tan… — ¿si te invito a comer aceptas? Tengo que preguntarlo antes porque recuerdo que en las repetidas ocasiones que te he invitado a cenar en todas me has rechazado – me dice y siento que pierdo el aliento ante su mirada seductora.
Me sonrojo y desvío la mirada, es verdad, pero no fueron tantas veces, las únicas que recuerdo fueron dos y las rechacé porque no quería tener algo que ver con el cuñado de mi mejor amiga casi hermana cuyos antecedentes dejaban mucho que desear, yo venía saliendo de una relación fallida con un médico cirujano que en lugar de reparar mi corazón lo destrozo, él se fue a vivir a Alemania, de eso ya han pasado dos años. Pero ahora dudo un poco porque sé que Roberto ahora tiene pareja.
—¿Acaso no puedes aceptar una comida cordial para dar por terminada la relación de negocios que teníamos? – me pregunta casi descaradamente.
—Está bien, vamos a comer — ¿por qué no aceptar?, es sólo una comida, como él lo dijo, es para finalizar nuestra relación de socios y no tengo otra cosa mejor que hacer cuando llegue a mi departamento, así que me animo a ir con él.
[Lilian Caballero]Elegimos un restaurante cerca del edificio donde se encontraba Grupo Rocamonte. El lugar se llamaba “Los adobes” su especialidad, cortes de carne al grill. Era un restaurante de ambiente cálido, tenía una terraza en la cuál a la distancia se podía observar gran parte de la ciudad y como no, si su ubicación estaba en el último piso de una de las plazas exclusivas y más populares de San Pedro.Enseguida nos pasaron a una mesa con la mejor vista que tenían.—¿Vienes aquí seguido? —le pregunte ya que el mesero lo llamo “Sr. Abad” cuando entramos al restaurante.—Si, el lugar es muy cómodo y tranquilo, además cocinan delicioso, sé que te gustará – me asegura.Un mesero nos muestra el menú, como es la primera vez que vengo a este restaurante le pido a Roberto que ordene por mí,
[Roberto Abad Rocamonte]Utilicé mi llave para entrar al departamento de Andrea. Cuando abrí la puerta ella estaba preparándose para salir.—Roberto, ¿Qué haces aquí? —preguntó casi pasmada.—¿Vas de salida? —le pregunto pensando en que ella por las tardes no trabaja.—Bueno, es que no sabía que vendrías, siempre avisas antes, quede con unas amigas, ¿a qué se debe esta sorpresa? —Andrea me mira entrecerrando los ojos.Noto como sonríe nerviosa, frunzo el ceño al momento en que camino me quito el saco, me aflojo la corbata y me siento en uno de los sofás a mis anchas. Recargo mi brazo en el respaldo.Sonrío con sorna.—Ibas a salir con tus amigas… quiero un trago – digo con cierta arrogancia.—¿Qué? —pregunta como si no me hubiera escuchad
[Lilian Caballero]Antes de salir al trabajo mi mañana estuvo caótica. Se me hizo tarde, me quede hasta altas horas de la noche mirando las redes sociales. Mi foto del beso con Roberto ya estaba circulando por todos lados, seguro hoy aparecía en el periódico. Me hervía la bilis que en una nota me hubieran puesto como la chica que se abalanzo sobre Roberto Abad. ¿En qué momento paso eso? Él fue quien me beso no yo a él. A mí no me importaba lo que los medios amarillistas pudieran decir sobre mí, pero si me preocupaba que pensaran mis amigos y mi familia sobre eso. De hecho, Ana ayer me habló por teléfono preguntándome de que se había perdido, porque no le había contado que tenía una relación con su cuñado. Sólo le dije que entre él y yo no existía nada, que en el hospital le platicaba. Lo que tenía planeado hacer es es
[Roberto Abad]Ver a Lily me removió por dentro, pero a la vez me molesto la manera en que ignoro mi presencia hace un momento. La foto de nuestro beso circulaba por todo internet en el estado y ella como si nada. O no le importaba o era una mujer muy fuerte.Después de que ella se fue a toda prisa de donde estábamos, me despedí de mi hermano y mi cuñada.—¿Qué haces aquí Andrea? ¿A que viniste? —le pregunto aniquilándola con la mirada una vez que llegamos al estacionamiento del hospital y me aseguro que nadie nos está viendo.—Vine a hablar con la doctora, quería escuchar su versión del asunto del beso y ¿sabes que fue lo que me dijo? – me dice con cierta malicia.Arqueo una ceja.—Que el beso de ustedes ha sido un error, que tú querido, no le interesas para nada —espeta con gran satisfacción en
[Lilian Caballero]Cuando llego a casa me recuesto sobre mi cama, estoy exhausta. Me desvisto poco a poco, me quito los aretes y los dejo en el joyero que me regalo Miguel en mi cumpleaños. Lo recuerdo aún con cariño, no sé si aún sienta algo por él, tal vez sólo es nostalgia, realmente no lo sé, hace ya dos años que se fue. Me meto a la ducha. Cuando salgo, me pongo mi camisón de seda para dormir. Termino de secarme el cabello y voy a la cocina para llenar mi jarra con agua, me gusta tener siempre agua junto a la cama ya que por las noches a veces me da sed por el calor del clima de San Pedro.En eso, escucho el timbre de la puerta sonar, voy hacia allá, miro por el visor, es Roberto. Mi mente comienza a preguntarse qué hace aquí, suena el timbre de nuevo. Dudo si abrir o no.—¿Qué quieres Roberto? —espeto desde este lado de la puerta.&md
[Lilian Caballero]Los días siguientes se vuelven muy ocupados, agradezco no tener el tiempo para detenerme a pensar en Roberto Abad. Primero, mi padre organizo una reunión con todos los empleados del hospital anunciándoles el nuevo cambio, brindamos por una nueva etapa en el hospital y todos aplaudieron cuando se hizo la mención oficial. Sólo tuve tres días de capacitación por parte de mi papá, eran demasiadas gestiones las que se tenían que hacer, de cada cosa que mencionaba tomaba apuntes para no olvidarlo. Al cuarto día me mude a mi nueva oficina, por lo pronto, ya no atendería a pacientes, me dedicaría sólo a la dirección del hospital.—Los voy a extrañar tanto —se me forma un enorme nudo en la garganta involuntario, escuchamos como anuncian su vuelo con destino a Madrid su primera parada, los abrazo con todas mis fuerzas.—Tambié
[Lilian Caballero]Agende mi descanso para el día de la fiesta, ese día me levante con pesadez, no tenía ánimos de nada. Me quede acostada viendo el vestido que había comprado para la ocasión y estaba colgado de un gancho en la pared. Un día antes hable con mis padres por teléfono me dio mucho gusto saber que estaban felices y que estos días se la han pasado increíble de viaje. Mi padre me pidió que por favor asistiera a la fiesta cuando le confesé que no tenía intención de ir por obvias razones. Pero papá insistió dijo que tenía que hacerlo porque ahora yo representaba a todos los empleados del hospital, lo correcto era que Roberto sintiera ese apoyo por ser socio del mismo.Ya era mediodía, aún estaba en cama. Sólo me había levantado para tomar agua porque mi jarra ya no tenía. Apenas abrí mis redes sociales
[Roberto Abad]La noche anterior durante la fiesta de compromiso Lily no apareció, la busqué con la mirada, pero no la vi. No podía preguntarle a mi cuñada si sabía por qué no había asistido, me maldeciría en la cara. Le había enviado la invitación a su oficina con destinatario para el director del hospital así aseguraba su asistencia. Pero no, nunca apareció y eso me tenía inquieto. Quería darle celos, regresarle todas las veces que me ha rechazado, porque yo sé que siente algo por mí, pero lo niega, no soy el hombre más bueno del mundo, en eso tiene un punto a favor al no quererme en su vida, pero, ¿qué se hace cuando el sentimiento entre nosotros es así de fuerte? Caminaba de un lado al otro en mi habitación, no podía ser tan débil e ir a buscarla. Ahora estaba comprometido con Andrea no podía echarme para a