Ni siquiera pude pegar un ojo en toda la noche; los pensamientos sobre Victoria y la intriga por descubrir quién intentaba sabotear mi empresa me mantenían despierto. La tensión me había llevado a un estado de alerta constante, repasando cada detalle en mi mente una y otra vez. Sabía que debía actuar rápido.Decidí levantarme temprano y dirigirme al hospital donde tenían al ladrón que habíamos capturado robando información crucial. Los pasillos del hospital estaban llenos de un aroma mixto de desinfectante y enfermedad, pero ignoré todo eso mientras me dirigía hacia la recepción.—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarlo? —me saludó la recepcionista, una joven con cabello castaño recogido en un moño perfecto.—Necesito saber en qué habitación está el paciente que ingresaron anoche por robo —respondí directo al grano, sin perder tiempo.Después de algunos intercambios y comprobaciones en la computadora, la recepcionista me indicó la habitación. Agradecí con un asentimiento y seguí mi camino
Por suerte, no era mi teléfono el que sonaba, sino el de Freddy. Él respondió con una sonrisa; era esa mujer con la que había ido a la gala, y comenzó a hablarle como un idiota. Su voz se tornó suave y melosa, y sus risitas me parecieron insoportables.No estaba de ánimos para escuchar romanticismos. Me sentía inquieto, con un nudo en el estómago, y necesitaba aclarar las cosas con Victoria.Salí de mi empresa y me dirigí hacia la empresa de Vicky. Tenía que hablar con ella de una vez por todas, y además, tenía ganas de verla. Los últimos días habían sido un torbellino, y sentía que solo ella podría ayudarme a encontrar algo de paz.Conduje mi auto hacia esa empresa, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en mis hombros. Al llegar, me recibió el valet parking, un hombre de mediana edad con una sonrisa amable. Le entregué las llaves y comencé a caminar hacia el interior del edificio, mis pasos resonaban en el suelo.El vestíbulo estaba impecablemente decorado, con grandes ventanales qu
★ Ethan—¿Están seguros de que desean firmar el divorcio? —preguntó el juez frente a nosotros, su mirada severa nos atravesaba como una sentencia inevitable.Giré la cabeza hacia Victoria. Estaba serena, como si la decisión ya hubiera sido tomada hace mucho tiempo en su mente. Sin vacilar, tomó la pluma con la misma rapidez que lo haría al firmar un contrato millonario, dejando claro que no había vuelta atrás.—Sí, es lo mejor —afirmó con voz firme, casi impaciente por terminar. Firmó los documentos que marcarían el fin de nuestro matrimonio sin titubear—. Firma, Ethan.La miré unos segundos, preguntándome si alguna vez volvería a ver en sus ojos el brillo que solían tener cuando me miraba. Pero no había emoción. Solo determinación. Suspiré, aceptando que el tiempo de los "qué pasaría si..." había terminado.Tomé la pluma con manos temblorosas y, al inclinarme para estampar mi firma, sentí un nudo en el estómago. Con cada trazo, el peso de los años juntos me golpeaba con una intensida
★ VictoriaMi matrimonio con Ethan estuvo lleno de altibajos: momentos crueles y breves destellos de gloria que, con el tiempo, se desvanecieron por completo. Al principio, parecíamos tenerlo todo: la pasión, la ambición y un futuro lleno de promesas. Pero, lentamente, nos convertimos en extraños atrapados en una relación donde nuestras aspiraciones eran diametralmente opuestas. Ethan soñaba con formar una familia, tener hijos, mientras que yo tenía una única ambición: mi carrera. Quería ascender, alcanzar metas, dejar mi huella en el mundo corporativo. Esa diferencia, que al principio parecía manejable, se convirtió en una grieta insalvable.Ethan siempre me hizo sentir limitada, como si mi deseo de triunfar fuera una amenaza para su concepto de lo que debía ser una esposa. Las peleas comenzaron pequeñas, insignificantes, pero rápidamente se transformaron en batallas de voluntades. Cada discusión era un tira y afloja, cada silencio se sentía como una tregua incómoda en una guerra s
—Voltéate.—¿Por qué? —preguntó, mientras intentaba cubrirme los pechos con una mano y con la otra más abajo, buscando cualquier refugio para mi desnudez.—¿Cómo que por qué? Estoy desnuda, ¡voltéate, no me veas así! —le exigí, alzando la voz, sintiendo el calor subir por mis mejillas. Mis nervios estaban a flor de piel. Él solo sonrió, pero se puso de pie lentamente, sin apartar su mirada de la mía.—No te acerques —le advertí, dando un paso atrás en un intento desesperado por mantener la distancia.Tropecé torpemente con uno de mis zapatos y, antes de que pudiera caer, él me atrapó con sus fuertes brazos. El contacto fue como un choque de electricidad recorriendo mi piel. Mi corazón latía desbocado.—¿Por qué no? —murmuró, acercando su rostro al mío, sus labios rozaban mi oído, su aliento era cálido contra mi piel.—Estamos desnudos… Y siento tu… "arma" en mi vientre —balbuceé, sin saber cómo nombrar lo que claramente estaba presionando contra mí.Una risa suave escapó de sus labio
★ EthanLa vi aquella noche en la discoteca, riendo, tan despreocupada, como si el mundo no pudiera tocarla. Su risa resonaba sobre la música, como una melodía hipnótica que me atrajo sin poder evitarlo. Pero había algo más: estaba ebria, tropezando con sus propios pies. Y él… ese maldito tipo no dejaba de tocarla. Su mano sobre su cintura, deslizándose más abajo. Mis manos se cerraron en puños al ver cómo la manoseaba, cómo invadía su espacio sin ningún respeto. La sangre me hervía.No podía permitirlo.Me acerqué sin pensarlo dos veces. Lo empujé con tanta fuerza que cayó al suelo, tambaleándose torpemente.—Nadie toca lo que no le pertenece —gruñé, con mi voz baja, cargada de amenaza.El tipo me miró desde el suelo, aturdido, pero no se atrevió a replicar. Tal vez fue la mirada en mis ojos, o tal vez supo que no debía provocarme más. Se levantó y desapareció entre la multitud.Vicky se tambaleó, tratando de enfocarme. Sus ojos borrosos y brillantes de alcohol me recorrieron con una
Diez años han pasado desde aquella fatídica mañana en el aeropuerto. Diez años desde que vi a Vicky alejarse, llevándose con ella una parte de mi alma. Desde entonces, el tiempo ha sido mi único aliado y mi peor enemigo. La vida me ha llevado por caminos inesperados, transformándome en un hombre que muchos admiran y otros temen.Mi nombre, Ethan Blackwell, ahora resuena en los pasillos del poder y el prestigio. He construido un imperio empresarial con filiales en todo el mundo y una fortuna que crece día tras día. Sin embargo, el vacío en mi interior no se ha llenado. Las mujeres vienen y van, y sus rostros apareciendo en las revistas junto al mío, pero al final de cada noche, siempre vuelvo solo a casa.Mi residencia, es una mansión en las afueras de la ciudad, refleja el hombre en el que me he convertido: elegante, poderoso, pero también oscuro y solitario. La gente habla de mí con respeto y temor, describiéndome como un hombre implacable en los negocios y en la vida. La prensa me h
El amanecer trajo consigo un nuevo día, pero la oscuridad en mi interior permanecía inquebrantable. Los rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, iluminando mi habitación con una luz que parecía burlarse de mi insomnio. Me levanté con pesadez, dispuesto a enfrentar otra jornada de desafíos y obligaciones.Mi rutina matutina era implacable y predecible: un café fuerte, una revisión rápida de los correos electrónicos y una ducha fría para despejar mi mente. Mientras me afeitaba frente al espejo, reflexioné sobre la traición del día anterior. Aquel intruso había sido solo un síntoma de un problema mayor, un recordatorio de que en mi mundo, la confianza era un lujo que no podía permitirme.Justo cuando terminaba de vestirme, el timbre de la puerta sonó, rompiendo el silencio. Era Freddy, mi asistente personal y mejor amigo. Su energía matutina contrastaba drásticamente con mi humor sombrío.—Buenos días, señor Blackwell —saludó con su habitual entusiasmo—. Tengo noticias importa