La sala estaba iluminada por ventanales que dejaban entrar la luz de la mañana. Al Fayed, puntual y sereno, ocupaba su lugar al centro de la mesa. A su derecha, el equipo Montgomery. A su izquierda, Callahan Corp. Las presentaciones habían terminado. Era momento de hablar de lo importante.April tomó la palabra. Vestía un conjunto sobrio, el cabello recogido y la voz clara, sin titubeos. Expuso su propuesta con seguridad: rediseñar el ala ejecutiva del hotel como modelo de sostenibilidad, incorporar paneles solares, sistemas de ventilación natural, materiales reciclados y áreas verdes. Su enfoque era ambicioso y visionario. No era barato, pero sí revolucionario.La sala reaccionó con interés. Algunos ejecutivos asentían. Otros tomaban notas. Logan no dijo nada al principio. Solo la observó. Hasta que esperó el momento justo para intervenir.—¿Y el sobrecosto? —preguntó sin levantar la voz.April mantuvo la vista fija al frente, sin sorpresa.—Está contemplado en el plan a cinco años.
April y Marie fueron a una cafetería de esquina, con mesas de madera clara y ventanales amplios. No tenía lujos, pero estaba bien. A Marie le gustaban los lugares así, sin pretensiones. April pidió té. Marie, café.Hablaban seguido por teléfono, pero verse cara a cara… era otra cosa.—No te imaginé aquí —dijo Marie, mirando alrededor—. Oficina, edificio elegante, gente que te dice “señora”.April sonrió.—Yo tampoco me imaginé así.—Y el jefe… —Marie levantó una ceja con picardía—. El señor Callahan. Es guapísimo.April soltó una risa breve.—Sí, lo es.Marie bajó la voz, inclinándose apenas sobre la mesa.—¿Y?—¿Y qué?—¿Ustedes dos?April dejó la taza sobre el platillo con cuidado. Pensó un segundo antes de responder.—Él me ha pedido matrimonio. Quiere darles su apellido a los niños. Me protege. Me respeta…Marie se quedó con la cucharita en el aire.—¿Y tú por qué no puedes?—Yo no puedo —dijo April, bajando un poco la mirada—. No me nace. Y él no merece un amor a medias.Marie de
April salía de la empresa lista para subirse al auto que siempre la llevaba a casa, cuando Logan apareció frente a ella, cruzado de brazos, el rostro tenso, los ojos encendidos.—Tenemos que hablar —dijo Logan. —¡Ahora!April frunció el ceño.—¿Qué pasa?Él se acercó dos pasos. Sacó un sobre arrugado de su bolsillo y se lo mostró.—Lee.Ella se quedó desconcertada. No lo tocó.—¿Qué es eso?—Los resultados de ADN de Ethan y Sienna —espetó—. Sí, lo hice. Sin avisarte. Sin tu permiso.April parpadeó, sintió que toda su sangre bajaba a los pies.«¿Logan sabe la verdad?» fue lo primero que pensó, las piernas le temblaron y el corazón le latía a prisa.—¿Tú… hiciste qué?—Un experimento simple —continuó, cruel—. Unos cepillos. Una doctora. Nada fuera de lo normal. Solo quería confirmar si esos niños eran míos, pero lo único que comprobé, es que eres una falsa, una mentirosa, una cualquiera…April sintió que la sangre hirvió en sus venas, alzó su mano y sin poder contenerse abofeteó a Log
Nathan parpadeó.—¿Qué?—Casarme contigo. Si aún quieres hacerlo.Él se enderezó. Cerró la carpeta que tenía en la mano.—¿Qué pasó? ¿Por qué entras así a mi oficina y me das la respuesta?Ella desvió la mirada. Pero solo un segundo.—Logan —dijo.Y entonces lo soltó todo.Le contó de la prueba de ADN. De cómo usó a Ethan y a Sienna como si fueran evidencia. De cómo la humilló. De cómo le dijo que no valía nada.Nathan escuchó en silencio. Pero su rostro hablaba por él. Cuando April terminó, bajó un poco la voz.—Tengo miedo —confesó—. No por mí. Por ellos. No quiero que Logan descubra la verdad. No quiero que Megan, o Margaret, o cualquier persona de su entorno… se acerque a mis hijos.—Son sus hijos —dijo Nathan, con suavidad.April negó despacio.—Son míos. Son mi vida. Y no voy a permitir que nadie los dañe. Ni siquiera él.Nathan la miró en silencio unos segundos más. Luego se acercó.—¿Eso es lo que te empuja a casarte conmigo?Ella no mintió.—Sí.Él asintió. Lo procesó. Lo ace
—¿Nunca vamos a conocer a nuestro papá?April se quedó quieta. Sentada en el suelo, frente a los tres niños que la miraban con ojos grandes. Esperaban atentos. No había reclamo en sus voces. Solo curiosidad. Esperanza. Algo muy parecido a tristeza.Ella les tomó las manos. Acarició las de Sienna, luego las de Ethan. Dylan, más serio, solo dejó que su madre lo mirara.—Sí, mis amores. Un día lo conocerán. Pero no ahora.Ninguno insistió. Pero el silencio que siguió se le clavó en el pecho.Esa noche, después de acostarlos, April se encerró en su cuarto. Cerró con llave. No encendió la luz. Se sentó al borde de la cama y se abrazó a sí misma. Lloró. En silencio primero. Después, sin control. Lloró por las palabras que Logan le había lanzado como cuchillas. Por cómo la miró. Por todo lo que le dijo. Por lo que no dijo. Por haberla juzgado. Por haber creído que ella podía acostarse con otro y traicionarlo, cuando él fue quién lo hizo. Y lloró porque lo amaba. Porque lo seguía amando, aun
Nathan dejó la taza en su plato. Se quedó en silencio, respirando agitado, como si lo que fuera a confesar lo tuviera atorado en la garganta. April no presionó, esperó hasta que él empezó a hablar.—Malena —dijo, apenas—. Mi hermana.April parpadeó.—Era mayor que yo. Mucho mayor. Mi madre murió cuando yo era pequeño… y Malena se convirtió en todo. Mi hermana. Mi amiga. Mi guía. Ella era… especial.Hizo una pausa. Respiró hondo.—Administraba uno de nuestros clubes de socios, cuando conoció a Ralph Montgomery.April se tensó.Nathan asintió.—Sí. El padre de Logan. La trataba con cortesía, con afecto, con esas atenciones que un hombre tiene con una mujer cuando le importa. Pero ella no se metió con él. Nunca lo hizo. Malena era íntegra. Leal. Noble. Ella se convirtió en su mejor amiga, su confidente, pero se enamoró de él…Cerró los ojos, como si doliera demasiado.—Pero Margaret no lo creyó así. Margaret… creyó que eran amantes. Que mi hermana era la otra. No preguntó. No dudó. Solo…
April lo fulminó con la mirada.—La prueba te dio tu respuesta. ¿O también vas a dudar del papel que tú mismo manipulaste?—Yo no manipulé nada.—No lo necesitaste. Ya venías con el juicio en la mano.Hubo un silencio breve. Y luego, una sonrisa irónica en los labios de April.—¿Sabes qué es lo que más duele? Que ni siquiera preguntaste. Que no miraste a esos niños y pensaste en lo que pasaron. En lo que pasé yo.—Yo también sufrí.—¿Ah, sí? ¿Antes o después de casarte con Megan?Esa vez, él no respondió. Y ella se fue. Sin mirarlo. Sin temblar. Sin una lágrima.Pero por dentro… el resentimiento seguía ardiendo.****En el recreo, Ethan, Sienna y Dylan estaban sentados bajo un árbol. El sol caía fuerte en el patio, pero ahí se sentía bien. Dylan dibujaba con un palito. Sienna miraba las hojas. Ethan tenía una piedrita en la mano, como si pensara mejor con algo entre los dedos.—Tenemos que averiguar cómo se llama —dijo Ethan.—¿Quién? —preguntó Dylan.—Nuestro papá.—Pero… ¿cómo?—No
Al día siguiente, una noticia empezó a circular en redes. No llevaba firma, ni fuente, pero sí una imagen: El beso entre April y Logan. Y un texto que decía más de lo necesario.La vicepresidenta ejecutiva del Callahan Corp. comprometida con su jefe, vista semanas atrás besándose con el CEO de Montgomery Enterprises. Un hombre casado.Los portales no tardaron en levantarlo. Las redes ardieron. Los comentarios se multiplicaron como veneno.Ambiciosa. Seductora. Desvergonzada. Infiel. Peligrosa.Eso decían y April… Aún no lo sabía.****Marie entró en la oficina con la libreta en mano, lista para tomar nota de la agenda del día. Iba puntual. Vestía con discreción. Y aunque aún no se sentía del todo parte del lugar, estaba decidida a hacer lo mejor posible.Pero apenas cruzó la puerta, algo no encajaba.Nathan estaba de pie, frente a la ventana, con el celular en una mano y el ceño fruncido como si estuviera a punto de lanzar el aparato contra el vidrio.Marie se detuvo.Y entonces él