Más tarde. Las copas de champagne tintinearon cuando Emir Al-Fayed alzó su copa.—Por un proyecto que cambiará el mercado. —Su voz grave y segura resonó en la mesa—. Estoy seguro de que será un éxito.April sonrió con diplomacia, chocando su copa con la de los demás.Pero sintió la presión de una mirada. Y no necesitó girar la cabeza para saber quién la observaba.Logan.Demasiado cerca. Como si pudiera ver lo que pasaba dentro de ella. Como si disfrutara de lo mucho que la afectaba su cercanía.Cuando April dejó la copa sobre la mesa, sintió la mano de Logan sobre su muslo.Firme. Dominante. Como si tuviera derecho a estar ahí.Su piel se erizó al instante.No se movió. No podía.No en una mesa llena de empresarios, bajo la mirada de Al-Fayed.«Bastardo»Logan lo sabía. Por eso no quitó la mano.Por eso su pulgar trazó un círculo lento sobre su muslo.—No me mires así, April. —Su voz fue un susurro bajo, casi inaudible para los demás—. Estamos en un evento corporativo. Comporta tu exp
April sintió un golpe en el pecho.Se separó de Logan de inmediato, con el pulso disparado, la sangre rugiéndole en los oídos.Logan tensó la mandíbula, su expresión pasó de la intensidad absoluta a la alerta.Giraron al mismo tiempo.Pero para buena suerte, no era nadie que los conocía.Era un inversionista, tambaleándose levemente, con una copa vacía en la mano y la corbata floja.El mesero frente a él temblaba.En el suelo, el charco de whisky lo explicaba todo.—Lo siento, señor… fue un accidente.El inversionista sacudió los brazos, empapados en alcohol.—¡Un accidente! ¿Qué carajo significa esto? ¡Me bañaron en whisky!April sintió que el aire volvía a sus pulmones.Logan soltó un resoplido, pasando una mano por su mandíbula, como si de pronto todo le pareciera ridículo.Ella se obligó a respirar con calma, a recomponer su expresión, a fingir que su mundo no acababa de tambalearse.—No vuelvas a besarme jamás Logan —advirtió.Se giró con elegancia y se alejó sin mirar atrás.Per
April lo siguió con la vista. Ahí estaban, ella y Logan, en primera plana.Sus posturas demasiado cercanas, la imagen congelada de un momento que, fuera de contexto, podría interpretarse de muchas maneras.April sintió un cosquilleo frío en la espalda. No por la foto. Sino por lo que la imagen le recordaba: El beso, ese instante en que su mundo se desmoronó por unos segundos. Pero nadie podía saberlo. Se enderezó y sostuvo su mirada.—No veo el problema.Nathan entrecerró los ojos.—Quizás yo sí.El silencio fue denso.April no bajó la cabeza.No podía ceder.—Lo importante es que cerramos el trato con varios inversionistas. —dijo con calma—. Eso es lo que importa.Nathan exhaló lentamente. No parecía del todo convencido, pero su postura cambió.El hielo en su expresión se fue disolviendo.—¿En verdad?—Así es hay varios interesados en las membresías exclusivas, claro que ese fue un ofrecimiento de Logan, pero beneficia a ambas empresas.Nathan recogió el periódico y lo dobló con cui
El restaurante estaba casi lleno. Parejas, empresarios, conversaciones refinadas. Pero para Logan, todo se volvió irrelevante, sus ojos no se despegan de April. El vestido burdeos realzaba cada curva sin esfuerzo. El escote sutil, la tela deslizando sobre su piel con la perfección de una mujer que ya no era la que dejó atrás. Su cabello lo llevaba suelto, había un brillo en la mirada que no tenía nada que ver con él. Nathan la sostenía del brazo, con esa seguridad de quien sabía que la mujer que llevaba a su lado le pertenecía. Algo se le retorció en el estómago a Logan. Por debajo de la mesa apretó los puños, su mirada se volvió oscura. Megan hablaba. Pero él ya no escuchaba. April se detuvo con elegancia, dejando que la recibieran como si fuera la única persona en la sala. Y entonces, sus ojos se encontraron con los de Logan. El aire se volvió denso alrededor de ambos. April observó que él estaba acompañado de su esposa, la misma mujer por la cual la desechó a ella.Había
—Logan…Su voz salió ahogada, apenas un susurro.Todos se giraron hacia ella.—¿Estás bien? —preguntó Logan de inmediato.—No… no lo sé. De pronto me cuesta respirar —dijo bajito, con la voz temblorosa.April se irguió un poco, sin entender del todo lo que ocurría.Nathan frunció el ceño.—¿Qué pasa?Megan se llevó la otra mano a la sien, cerrando los ojos.—Creo que necesito aire… algo no está bien.—Vamos, te saco de aquí —dijo Logan, rodeándola por la cintura.Ella se apoyó completamente en él, como si le fallaran las fuerzas.—Lo siento… no quiero causar una escena…—No pasa nada —murmuró Logan.Nathan dio un paso al costado, como cediendo el espacio.—¿Quieres que llame a un médico?—No —interrumpió Megan rápidamente—. Solo… solo quiero ir a casa.Logan le echó una última mirada a April, fugaz, apenas un instante.Y luego llevó a su esposa hacia la salida.April los siguió con la vista, sin poder evitarlo. Algo se le apretó en el pecho. No sabía si era culpa, incomodidad o esa ma
—¿Está satisfecho ahora?!Se giró con un gran grito ahogado para abrir la puerta del coche, pero no se abría.—¡Abre la puerta!Nathan frunció el ceño y su voz fue mucho más suave, sabía que tenía demasiada prisa.—April... yo…—¡Dije que quiero bajar!Nathan abrió la boca pero finalmente no dijo nada mientras pulsaba el botón, sus ojos anotaban cómo April cerraba la puerta con rabia hasta que su figura desapareció en la noche.April paró un taxi y cuando llegó a casa ya era tarde.Cruzó la sala sin encender las luces y entró a la habitación donde dormían sus hijos.Los vio ahí, entre cobijas y respiraciones suaves.Se acercó sin hacer ruido.Les acarició el cabello, uno por uno.Solo así podía sostenerse. Solo así no se quebraba.Los miró en silencio y, apenas en un susurro, dejó escapar lo único que llevaba quemándole la garganta desde que salió del restaurante:—Al menos yo los tengo a ellos.Hizo una pausa.—En cambio tú, Logan…Acarició la mejilla de Sienna.—Jamás sabrás que son
Margaret bajó del vehículo como un huracán. No tocó dos veces. Cuando se trataba de proteger lo suyo, no había protocolo que la detuviera.Una empleada abrió la puerta.—La señora Megan está en la sala —informó.Margaret cruzó el vestíbulo con paso firme, el bolso en una mano y el ceño más fruncido de lo habitual.Apenas entró, Megan se puso de pie, ya en modo frágil.—¿Cómo que esa inmunda apareció? —fue lo primero que preguntó Margaret—. ¿Cómo lo sabes?—Estuvimos en el mismo restaurante anoche —respondió Megan con voz queda—. Entró del brazo de Nathan Callahan.Margaret se detuvo en seco. Sus pupilas se dilataron.—¿Nathan? ¿Callahan?Megan asintió.—No solo eso. Logan no dejaba de mirarla.Margaret apretó el bolso con fuerza.—Esa arribista… siempre supo moverse. Ahora cazó otro pez gordo.—Y lo peor… —Megan fue hasta la mesa baja, tomó un periódico—. Es que Logan no lo mencionó.Margaret miró la foto de Logan y April. Juntos. En el cóctel con Al-Fayed.—¿Están trabajando juntos?
Logan suavizó el tono de su voz, sus ojos iban de la niña al pequeño, confundido. «¿Son los hijos de April y Nathan?» se cuestionó. Luego se dirigió al niño. —¿Por qué hiciste esto?El niño tragó saliva.—Y…yo… Solo era un experimento. Logan respiró hondo. La rabia seguía ahí, contenida.—¿Qué se supone que tenía esa botella?—Agua… con un polvo blanco —respondió el niño bajito.Logan lo observó con atención.Había algo en su mirada. En los ojos. En la forma de pararse. Demasiado familiar.—¿Cómo te llamas?—Ethan.Antes de que Logan pudiera decir algo más, una voz femenina intervino.—¡Ethan! ¡No dijiste que ibas a hacerle eso al señor!Sienna intervino, ella tenía su cabello recogido en una trenza, su uniforme impecable, los mismos ojos verdes de April. —Mamá se va a enojar. Nos va a castigar a los dos.Logan los miró. Les sonrió apenas.—¿Su mamá se enoja a menudo con ustedes?Sienna mordió su labio.—Más con él —dijo, señalando a su hermano con el dedo—. Porque siempre hace