Logan entró en la oficina y cerró la puerta tras él con un movimiento brusco. Su hermano menor, Axel Montgomery, alzó la vista de los documentos que revisaba y lo observó con atención.—¿Cómo te fue con Al-Fayed?Logan no respondió de inmediato. Se frotó la cara con ambas manos, intentando calmar la presión que sentía en el pecho. No había esperado que verla le afectara tanto.Axel dejó los papeles a un lado y frunció el ceño.—¿Qué demonios te pasa? Parece que hubieras visto un fantasma.Logan soltó un resoplido irónico.—Eso fue exactamente lo que pasó.Su hermano se inclinó ligeramente hacia adelante.—¿A qué te refieres?Logan se apoyó en el escritorio y exhaló pesadamente.—Me encontré con April.Axel parpadeó sorprendido.—¿April?Logan asintió, sin fuerzas para agregar más.Axel lo miró con más detenimiento, como si intentara leer lo que no decía.—¿Con tu exesposa la que tenías en secreto? ¿La mujer que nunca dejaste de amar?Logan apretó la mandíbula, sin negar nada.—Sí.Axe
La noche cubría la ciudad con su manto silencioso, pero en la mente de April, el eco del día aún resonaba con fuerza.Nathan la había acompañado a su apartamento tras su tensa conversación en la oficina. No habían hablado mucho durante el trayecto, pero su presencia, firme y protectora, le daba un extraño consuelo.Cuando el auto se detuvo frente al edificio, Nathan la miró de reojo.—¿Segura de que estarás bien?April forzó una sonrisa.—Estoy bien, Nathan. Solo… necesito descansar.Él asintió, pero no pareció convencido.—Te acompaño hasta arriba.Ella no discutió. Sabía que él insistiría de todos modos.Cuando entraron al apartamento, el sonido de risas infantiles y pequeñas pisadas corriendo por el suelo de madera los recibió.—¡Mami! —gritó Sienna, corriendo hacia ella con los brazos abiertos.April se inclinó para abrazarla, sintiendo que, por más complicado que fuera todo, siempre encontraba paz en los brazos de sus hijos.Dylan y Ethan también aparecieron, pero en lugar de lan
El sol de la mañana iluminaba la terraza del exclusivo restaurante, donde Nathan Callahan disfrutaba de su café con una tranquilidad que no duraría mucho.Porque en cuanto levantó la vista y vio a Logan Montgomery caminando directamente hacia él, supo que la paz de su mañana estaba oficialmente arruinada.Nathan no se movió. No parpadeó.Solo bajó lentamente la taza y observó cómo Logan se detenía justo frente a él.—Qué sorpresa verte por aquí, Montgomery —murmuró Nathan con calma, aunque su tono tenía un filo cortante—. No me digas que te quedaste con ganas de más después de nuestra última reunión.Logan esbozó una sonrisa cínica, pero sus ojos ardían con rabia contenida.—No te confundas, Callahan. No tengo el más mínimo interés en verte, pero ya que te encontré, mejor aclaremos algo.Nathan dejó el teléfono sobre la mesa y se cruzó de brazos.—Te escucho.Logan se inclinó ligeramente hacia él.—Mantente lejos de mis proyectos.Nathan arqueó una ceja, sin inmutarse.—¿Tus proyectos
Axel negó con la cabeza.—¿Seguro? Porque según mi fuente, Nathan no los expone públicamente. Ya sabes, no quedaría bien que un magnate como él tenga una familia con una de sus empleadas.Logan sintió cómo su estómago se hundía en un abismo sin fondo.«¿April tenía una familia con Callahan?»Se levantó bruscamente de la silla y comenzó a caminar por la oficina como un león enjaulado.Su mente estaba en caos.Nathan no había mentido, era cierto, ahora él estaba con ella.El pensamiento lo golpeó con una brutalidad indescriptible.Se detuvo y apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.—Ella… —Su voz se quebró antes de recomponerse.— Ella nunca habría hecho algo así.Axel lo observó con seriedad.—La dejaste, Logan. ¿Qué esperabas?La culpa le perforó el pecho como un puñal bien afilado.Había perdido contratos, dinero, pero nada de eso importaba. Porque había perdido a April.Porque lo que más amaba en la vida, ahora le pertenecía a otro hombre.Y eso era l
El camino de regreso al apartamento transcurría en silencio. April sostenía la bolsa con la leche mientras Nathan caminaba a su lado con Sienna. La noche estaba tranquila, el aire fresco envolvía la ciudad y todo parecía en calma.Hasta que una voz grave rompió la quietud como un disparo.—¿Hasta cuándo pensabas seguir ocultándome esto?April se detuvo en seco. La bolsa resbaló de sus manos, estrellándose contra el pavimento. El sonido fue insignificante comparado con el estruendo en su pecho.No podía ser.Giró lentamente, su cuerpo se tensó, sintiendo la sangre abandonar su rostro. Y allí estaba: Logan.Con su postura rígida, la mirada afilada y los puños cerrados transmitían la rabia contenida que lo dominaba. No era solo enojo, era algo más profundo, más oscuro.April sintió un nudo en el estómago. Él lo sabía. No había otra explicación. Había descubierto la verdad.Nathan reaccionó de inmediato, interponiéndose entre ellos en un acto instintivo de protección.—No hagas esto aquí
April levantó la cabeza de golpe. Su respiración se detuvo, su mente se quedó en blanco.—¿Qué?Nathan dio otro paso, reduciendo la distancia entre ellos. No la tocó, no la forzó, solo la dejó procesar sus palabras.—Es la única manera de mantenerte a salvo, a los niños a salvo. Si legalmente son míos, nadie podrá quitártelos.April sintió el mundo tambalearse. Sabía que Nathan era un hombre calculador, pero nunca imaginó que llegaría a esto.—Tú… —susurró, tratando de encontrar las palabras—. No puedes estar hablando en serio.Nathan inclinó levemente la cabeza.—Nunca he hablado más en serio en mi vida. Así que piénsalo, April, estaré esperando una respuesta. ***El aire nocturno estaba denso cuando Logan entró a su casa. El silencio lo envolvía, pero dentro de su pecho, una tormenta rugía sin descanso.Cerró la puerta con calma, sin encender las luces. Sus pasos resonaron en el pasillo, pesados, arrastrando el cansancio de un día que le había arrebatado más de lo que podía procesa
Logan apagó el motor del auto y se quedó inmóvil, con la vista fija en la pequeña clínica oculta entre los árboles, lejos de la ciudad. El paquete con las pastillas seguía en el asiento del copiloto, ligero como el papel, pero tan pesado como la sospecha que se había instalado en su pecho.Nunca antes había cuestionado la enfermedad de Megan. Nunca.Durante cinco años, había aceptado cada suspiro de fragilidad, cada mirada lánguida, cada vez que ella se llevaba una mano al pecho como si su corazón estuviera a punto de colapsar.Hasta ahora.Se pasó la mano por el rostro, intentando sacudirse la sensación sofocante que lo envolvía. Había conducido hasta ahí casi en automático, impulsado por una duda que no había pedido, pero que ya no podía ignorar.Bajó del auto y cruzó la puerta sin vacilar. El olor a desinfectante lo golpeó de inmediato.La recepción era pequeña, con un aire impersonal y clínico. Un hombre de cabello gris y bata blanca levantó la vista al verlo entrar.—¿Puedo ayuda
El despacho de Emir Al-Fayed exudaba lujo y poder, con ventanales enormes que ofrecían una vista imponente de la ciudad. No era un hombre que hiciera negocios con cualquiera, y mucho menos uno que perdiera el tiempo.Sentado tras su escritorio, Al-Fayed los observó con una sonrisa astuta, como si ya supiera el desenlace antes de comenzar.—Señor Montgomery —dijo con calma, entrelazando los dedos sobre la mesa—, le preguntaré directamente. ¿Está dispuesto a trabajar con su competencia?April mantuvo la respiración, esperando la respuesta.Logan, en cambio, se acomodó en su asiento con una lentitud exasperante.Desvió la mirada de Al-Fayed y la posó en ella.—Claro —respondió, con un tono que tenía más peso del necesario—. Será una experiencia gratificante, podemos aprender de ambos.Su mirada no solo se encontró con la de April, sino que la sostuvo, estudiándola, disfrutándola.Ella mantuvo el rostro neutro, pero sintió un cosquilleo irritante recorrerle la piel, esa sensación insoport