Capítulo 38: Reclamos

Al día siguiente

El cuerpo me duele cuando me estiro, por lo que, emito un gemido y me relajo en las suaves sabanas que me abrazan de tal forma que se me dificulta abrir los ojos, al sentirme tan bien.

— Despierta ahora — dice una voz fría que logro reconocer.

— Estoy agotada, déjame dormir un poco, por favor — pido cubriendo mi rostro con las sábanas para poder dormir un poco más.

Mi cuerpo duele, como si hubiese corrido una maratón de al menos cien kilómetros, sorprendiéndome que haya podido soportar tanto tiempo teniendo sexo, cuando yo solo corro media hora y ya estoy muriéndome.

— Despierta ahora, Yaitana — dice el hombre que me arrebata las sábanas con tanta brusquedad que hace que me despierte.

El enojo en su mirada hace que calle toda queja que iba a hacer, mientras mi mente intenta procesar porque está enojado si
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