La noche cayó y yo no regresé a casa. Estaba demasiado herida para regresar a un lugar donde sus comentarios hirientes superan las buenas cosas que me ha dicho. Renuente a quedarme en ese lugar, camino al pueblo y cuando llego a un hotel, me transformo en humana y camino al vestíbulo donde varios lobos hablan entre sí.
— Necesito una habitación y ropa limpia — digo a la mujer lobo detrás del escritorio. — Lo siento, pero no tenemos… — susurra la loba y cuando levanta su mirada, su postura relajada se torna rígida. — Ya mismo se lo conseguiremos, señor Baumann. — Aitana. Solo dígame, Aitana, y por favor, no le diga a mi esposo que estoy aquí — digo deseando que no me encuentre, aunque eso es imposible, por el lugar en el que nos encontramos. — Señora, no entiendo que es lo que sucede entre ustedes, pero,Tres días despuésEstaba en el cielo de la lujuria. Había pasado tres días donde bien podría decir que era mi luna de miel. Una donde nunca salí de la habitación del hotel, donde conocí a un nuevo Helmut.Un hombre que no era solo amenazas de muerte y miradas frías, si no también, momentos dulces donde te dice en el oído cuan valiosa eres, segundos, donde te mira como lo más valioso de su vida y mucho más.Me estaba mostrando el Helmut por el que, sin duda, había soñado como mi esposo. Veíamos películas, aunque la mayoría de las veces nos perdíamos en besos que terminaban en nosotros haciendo el amor.Vivíamos momentos, donde nos hacíamos masajes y contábamos cosas de nuestras vidas que fácilmente no somos capaces de confesar. Todos sus miedos y esperanzas, me las contó, aunque le fue dif&iac
No podía describir mi felicidad al ver el anillo con nuestros nombres escritos en él. Era como lo había soñado y él me lo estaba dando ahora. Sin pedirlo, me lo estaba dando. Realmente, era inmensamente feliz.— Esto… no lo esperaba — me limito a decir.— Perdón por tardar tanto en entregártelo. Casarnos sin conocernos, hizo que tuviera una idea equivocada de ti y deseando que terminara pronto, me alejé y trate mal para poder evitar una desgracia. — Susurra Helmut y yo acaricio su mejilla.— Es normal temer y dudar, cuando has sufrido tanto. Pero, por favor, no vuelvas a lastimarme así. dudo que puedas recuperarme si lo haces. — Susurro y él besa mi mano.— Creo que la maldición se ha ido. No te has sentido mal y yo me siento bien. Si es verdad que ya no estoy maldito, podremos vivir nuestro romance poco a poco, sin
Al día siguienteLa debilidad se apodera de mí mientras el mar amenaza con llevarme a sus profundidades si decido soltarme del dorso fuerte de Helmut. No sabía cuánto podía soportar, hasta que el sol que pensé que se había ocultado hace poco, aparecía anunciando que ya era un día nuevo.— Ya ha salido el sol — susurra Helmut y yo quiero alejarme de él por haber pasado toda la noche despierta teniendo sexo con él. Pero, sé que, si me alejó, terminaré siendo parte de las profundidades del mar, porque ni siquiera tengo tiempo de luchar por mi vida.— Eres alguien detestable — me limito a decir sin energía,— ¿Por qué lo dices? — pregunta alejándose un poco de mí, pero, yo me aferro a su cuerpo que es lo único firme en el agua.— Pasamos toda la noche teniendo
La mujer se marcha y yo camino hacia el palacio frio donde espero llegar para gritar con una almohada en mi boca para que no escuche cuanto me ha molestado su comentario que puede convertirse en realidad.Pero, apenas me muevo para ir al palacio donde he vivido hasta ahora, una mano fuerte se aferra a mi brazo y me impide moverme. Sus ojos cálidos de color gris, me piden que me quede, pero, ¿Cómo puedo hacerlo después de tan molesta visita?— ¿A dónde vas? — pregunta Helmut.— Estoy cansada y quiero dormir — digo molesta.— Mi habitación no está de ese lado — dice Helmut y los demás se apartan disimuladamente.— No quiero entrar donde esa loba estuvo. No quiero que sus pulgas se me peguen — digo molesta y Helmut sonríe— No somos perros para tener pulgas — dice Helmut y yo lo miro con los ojos en
Días despuésNoche de luna llenaHoy, como todos los días desde que decidimos darnos una oportunidad, cenábamos juntos, aunque básicamente, yo cenaba sola, bueno, con el cuerpo de Helmut como compañía, porque su mente estaba en otro lado.— Cariño, estas derramando el vino — digo por quinta vez y es allí cuando regresa a la realidad.— Lo siento, no me había dado cuenta — susurra limpiando el desastre que había causado por estar perdido en sus pensamientos.— No pienses tanto en qué día es hoy y cena. No ha pasado nada extraordinario — digo sabiendo que eso no va a calmarlo.Es noche de luna llena y de acuerdo con lo que me ha dicho de su maldición, si no se ha curado conmigo, no habrá forma de que su lado maldito pueda ser controlado.— Es difícil. Llevo toda una vid
Las horas pasan tan lento, que siento que voy a morir de la angustia. Mi cuerpo tiembla y yo me enfoco en pensar en las cosas agradables que he vivido con mi esposo, el anillo en mi dedo, lo muevo una y otra vez, para intentar calmarme.Pero, el silencio hace que pueda sentir mi propio corazón en mis oídos. Cada dos minutos miro el reloj, implorando que el tiempo pase rápido, pero, desgraciadamente, todo ocurre en cámara lenta.Tan lenta que siento como mi cuerpo se adormece por estar en la misma posición implorando que nunca me encuentre. Lo quiero y sé que le dolería ser él quien me mate por no reconocerme y mucho menos, haberlo curado.— Señora Baumann, ya es de día — informa Cleo y yo levanto mi cabeza escondida en mis rodillas.Es allí cuando veo que son las siete de la mañana. Respiro profundo y tomo la mano que Cleo me extiende con una so
Horas despuésAunque me había esforzado en no dormir para poder ir a verlo lo más pronto posible, el agotamiento me impidió quedarme despierta. Por lo que, después de bañarme, aunque intentará caminar de un lado al otro, terminé dormida.Cuando me despierto, el sol está en su punto más caliente y yo me muevo en la cama sintiendo que falta algo, ¿Cómo es posible que alguien con el que viviste momentos agradables solo unos días, te haga tanta falta?— ¿Cómo puedo fingir que esto no nos ha marcado si ya has comenzado a dejar límites que duelen? — pregunto en un hilo de voz, mientras observo como la luz del sol entra por la puerta del balcón.— Ha despertado, señora — susurra Cleo a mi lado, somnolienta.— Sigue durmiendo, no voy a marcharme a otro lado. — Digo y ella
Salimos de la propiedad sin algún problema, aunque los vigilantes me observaron confundidos, seguramente por no tomar un auto cuando la casa más cercana a nosotros está a más de diez kilómetros de distancia.Suspiró profundo mientras corremos, aunque debemos detenernos por lo menos siete veces antes de finalmente llegar a nuestro destino. Es aquí cuando recuerdo lo terrible que soy haciendo ejercicio y como algún día debo ejercitarme para tener buen estado físico.Aunque siendo sincera, ese algún día debe ser en mi próxima vida. Porque dudo que yo me anime a ejercitarme cuando puedo estar viendo una película o leyendo un buen libro. Regresando a mi realidad, observó el hospital y es cuando una idea pasa por mi mente.Así que, caminó lejos del hospital, mientras Cleo me observa confundida por caminar a ningún lugar en específico. Sa