Salimos de la propiedad sin algún problema, aunque los vigilantes me observaron confundidos, seguramente por no tomar un auto cuando la casa más cercana a nosotros está a más de diez kilómetros de distancia.
Suspiró profundo mientras corremos, aunque debemos detenernos por lo menos siete veces antes de finalmente llegar a nuestro destino. Es aquí cuando recuerdo lo terrible que soy haciendo ejercicio y como algún día debo ejercitarme para tener buen estado físico.Aunque siendo sincera, ese algún día debe ser en mi próxima vida. Porque dudo que yo me anime a ejercitarme cuando puedo estar viendo una película o leyendo un buen libro. Regresando a mi realidad, observó el hospital y es cuando una idea pasa por mi mente. Así que, caminó lejos del hospital, mientras Cleo me observa confundida por caminar a ningún lugar en específico. SaMe había vestido sin pensar que era lo que hacía. La noticia me había caído como un balde de agua fría en invierno, por lo que, pensar, se me dificultaba.— ¿No es una buena noticia, señora Baumann? — Pregunta la chica entregándome la blusa que de inmediato me coloco.— Lo es. Es solo que me sorprende — susurro y la chica asiente de acuerdo.— Es sorprendente como se crea vida con alguien. Es una de las magias que pocos admiran — dice la chica y yo asiento.— Quiero preguntarte esto porque quiero estar completamente segura de esto antes de decirle a mi esposo — digo y la chica asiente.— La escucho —— ¿Qué probabilidades hay de que ese ecógrafo este dañado o que te hayas confundido y no este embarazada? — pregunto y la chica sonríe.Algo que me s
Me sentía devastada, no podía entender como era que había llegado a esa conclusión solo por una noche difícil. Sin embargo, cuando miré al chico, era evidente que no había forma de hacerlo cambiar de opinión. Así sucedió con el acta de matrimonio y posiblemente, esta vez no sea distinto.— Tomó esta decisión sin deseos de cambiar de opinión, ¿no es así? — Susurro y el chico baja su mirada.— El jefe normalmente no cambia de opinión. Pero, usted lo ha hecho doblegar muchas veces, quizás… quizás esta vez pueda lograrlo — dice el hombre y yo suspiró profundo.— ¿Puedes llevarme donde él está? Así podríamos hablar al respecto y arreglar el malentendido que lo arrojo a esta decisión tan abrupta — pido y el chico suspira profundo.
Estaba aturdida, no podía saber quién era, me parecía levemente conocido, pero, no sabía de donde y mucho menos quien era. Lo cual, me impedía saber si era amigo o enemigo. Y lo peor de todo, es que independientemente de sus intenciones, ¿él me vio estar solo en ropa interior?— ¿Quién rayos eres tú? No percibo olor a hombre lobo en ti — digo seria.— Un mal momento para reencontrarnos. Ahora reafirmaras tu idea de que soy un pervertido — dice el chico quejándose, mientras mi mente hace clic y lo recuerda.— Oh, eres el pervertido de esa noche — digo en un susurro.— Eugene. Ese es mi nombre y no, no soy un hombre lobo. Soy más bien un mago que usando pociones, puede transformarse por cortos periodos de tiempo en animales. —— ¿Qué quieres? ¿Por qué está
Quería aferrarme. Deseaba hacerlo porque en los días en los que me mostró que me quería, me contó sus miedos y sé que actúa así porque no quiere que muera. Tiene miedo a aferrarse y que yo termine dejándolo como las demás personas, pero, ¿Por qué se protege de una manera que es tan dolorosa para ambos?— ¿No me quieres ya? ¿La maldición es más fuerte que eso que hace solo dos días decías sentir por mí? — pregunto en un hilo de voz.— Eso ya no importa — dice Helmut rompiendo el contacto visual que habíamos tenido.— Claro que importa, no nos quisiéramos, yo entendería perfectamente que nos separemos. Pero, ¿Quién es tan tonto de divorciarse de la persona que quiere? Helmut, si lo hubiésemos hecho cuando teníamos un mes de casados, lo entender
Un mes despuésIntentaba calmarme frente a lo que estaba pasando, pero, me era imposible. Después de calmarme, había regresado al castillo frio y me había recluido en sus habitaciones, solo para salir después de saber que Helmut estaba en su castillo.Pero, no importaba como le suplicara, seguía pidiéndome lo mismo, como si fuera una canción sin final. No había tenido el valor de decirle de mi embarazo, porque todo lo que le decía sobre nuestro momento juntos siendo un verdadero matrimonio, le molestaba.Aun sí, había decidido quedarme, sentía que debía aferrarme y esperar hasta que él se diera cuenta que su decisión no era la correcta. Pero, esto era demasiado. Ver la nevera completamente limpia, era una clara señal de que me estaba ordenando que me fuera de su propiedad y no comiera de su comida.— Señora, lo siento, pe
Narrador omnipresenteAitana, suspiró profundo y caminó hacia el despacho de Helmut, pero, antes de llegar al mismo, se encontró con el mayordomo de la casa, quién solo bajó la mirada al saber todo lo que había hecho su jefe, para alejarla.— Necesito su ayuda con algo — dice Aitana con el corazón completamente destrozado.— ¿En qué le puedo servir? — pregunta el mayordomo.— Necesito el acuerdo del divorcio y algo con que firmar. Sé que tiene muchas copias de ello. Facilíteme una, por favor — pide Aitana y el mayordomo asiente.— Sí, señora. — Dice el mayordomo mientras Helmut se queda mirando el suelo aturdido.Sentía demasiado dolor, se sentía como una basura que no merecía vivir, pero, sentía que era la única manera de apartar a una mujer que merecí
Aitana, abre sus ojos y se ve en una torre, el lugar no es más amplio que su habitación, pero, al ser todo nuevo, no hay recuerdos de Helmut que la hagan quebrarse. Por lo que, aunque esta con alguien desconocido, se siente a salvo de los recuerdos que la han lastimado con Helmut. — Este es mi hogar. Es una torre aislada del mundo. Por lo que, solo con un mapa del lugar y unos trucos de magia, podrían romper las barreras que he puesto alrededor. Así que, no necesitas preocuparte porque vengan a buscarte. — Dice Eugene y yo asiento agradecida. — Es justo lo que necesito — se limita a decir. — No voy a preguntarte lo que te está pasando. Pero, si me gustaría que me dijeras que es lo que quieres. Así, podré decirte en que puedo ayudarte y en que no. — — No es tu obligación hacerlo — dice Aitana. — Me ayudaste cuando más lo necesitaba y posiblemente, no estaría vivo si no lo hubieses hecho. Así que, si no es algo que sea resucitar a un muerto o matar a alguien más poderoso que yo, p
Siete años despuésHelmut miraba cada foto en su escritorio. Nuevamente tenía el mismo resultado; no era ella. Siete años habían pasado y él no había dejado de buscar a Aitana. Había tenido que seguir con su vida, pero, nunca la había borrado de su mente. — No es ella. Ninguna de ella lo es — dice Helmut molesto y frustrado. — Señor, deberíamos detenernos, quizás ella esta… — — No puede estar muerta. Ella no está muerta — dice Helmut de inmediato. — Déjela ir, quizás fue mejor así. Después de sufrir tanto, lo mejor es que si está viva, ella este feliz lejos de usted — dice Dyder y Helmut suspira profundo, llevando sus manos a la cabeza. — Entiendo si ella me odia, porque cada una de mis actitudes provocaron eso. Pero, por lo menos, ¿no debería dejarme conocer a mi hijo? — pregunta Helmut con dolor. — Señor, le hizo creer que se acostaba con muchas mujeres y que, por ello, morían e incluso, preparó todo para que ella pensara que estaba teniendo sexo con mi hermana en el comedor,