Quería aferrarme. Deseaba hacerlo porque en los días en los que me mostró que me quería, me contó sus miedos y sé que actúa así porque no quiere que muera. Tiene miedo a aferrarse y que yo termine dejándolo como las demás personas, pero, ¿Por qué se protege de una manera que es tan dolorosa para ambos?
— ¿No me quieres ya? ¿La maldición es más fuerte que eso que hace solo dos días decías sentir por mí? — pregunto en un hilo de voz. — Eso ya no importa — dice Helmut rompiendo el contacto visual que habíamos tenido. — Claro que importa, no nos quisiéramos, yo entendería perfectamente que nos separemos. Pero, ¿Quién es tan tonto de divorciarse de la persona que quiere? Helmut, si lo hubiésemos hecho cuando teníamos un mes de casados, lo entenderUn mes despuésIntentaba calmarme frente a lo que estaba pasando, pero, me era imposible. Después de calmarme, había regresado al castillo frio y me había recluido en sus habitaciones, solo para salir después de saber que Helmut estaba en su castillo.Pero, no importaba como le suplicara, seguía pidiéndome lo mismo, como si fuera una canción sin final. No había tenido el valor de decirle de mi embarazo, porque todo lo que le decía sobre nuestro momento juntos siendo un verdadero matrimonio, le molestaba.Aun sí, había decidido quedarme, sentía que debía aferrarme y esperar hasta que él se diera cuenta que su decisión no era la correcta. Pero, esto era demasiado. Ver la nevera completamente limpia, era una clara señal de que me estaba ordenando que me fuera de su propiedad y no comiera de su comida.— Señora, lo siento, pe
Narrador omnipresenteAitana, suspiró profundo y caminó hacia el despacho de Helmut, pero, antes de llegar al mismo, se encontró con el mayordomo de la casa, quién solo bajó la mirada al saber todo lo que había hecho su jefe, para alejarla.— Necesito su ayuda con algo — dice Aitana con el corazón completamente destrozado.— ¿En qué le puedo servir? — pregunta el mayordomo.— Necesito el acuerdo del divorcio y algo con que firmar. Sé que tiene muchas copias de ello. Facilíteme una, por favor — pide Aitana y el mayordomo asiente.— Sí, señora. — Dice el mayordomo mientras Helmut se queda mirando el suelo aturdido.Sentía demasiado dolor, se sentía como una basura que no merecía vivir, pero, sentía que era la única manera de apartar a una mujer que merecí
Aitana, abre sus ojos y se ve en una torre, el lugar no es más amplio que su habitación, pero, al ser todo nuevo, no hay recuerdos de Helmut que la hagan quebrarse. Por lo que, aunque esta con alguien desconocido, se siente a salvo de los recuerdos que la han lastimado con Helmut. — Este es mi hogar. Es una torre aislada del mundo. Por lo que, solo con un mapa del lugar y unos trucos de magia, podrían romper las barreras que he puesto alrededor. Así que, no necesitas preocuparte porque vengan a buscarte. — Dice Eugene y yo asiento agradecida. — Es justo lo que necesito — se limita a decir. — No voy a preguntarte lo que te está pasando. Pero, si me gustaría que me dijeras que es lo que quieres. Así, podré decirte en que puedo ayudarte y en que no. — — No es tu obligación hacerlo — dice Aitana. — Me ayudaste cuando más lo necesitaba y posiblemente, no estaría vivo si no lo hubieses hecho. Así que, si no es algo que sea resucitar a un muerto o matar a alguien más poderoso que yo, p
Siete años despuésHelmut miraba cada foto en su escritorio. Nuevamente tenía el mismo resultado; no era ella. Siete años habían pasado y él no había dejado de buscar a Aitana. Había tenido que seguir con su vida, pero, nunca la había borrado de su mente. — No es ella. Ninguna de ella lo es — dice Helmut molesto y frustrado. — Señor, deberíamos detenernos, quizás ella esta… — — No puede estar muerta. Ella no está muerta — dice Helmut de inmediato. — Déjela ir, quizás fue mejor así. Después de sufrir tanto, lo mejor es que si está viva, ella este feliz lejos de usted — dice Dyder y Helmut suspira profundo, llevando sus manos a la cabeza. — Entiendo si ella me odia, porque cada una de mis actitudes provocaron eso. Pero, por lo menos, ¿no debería dejarme conocer a mi hijo? — pregunta Helmut con dolor. — Señor, le hizo creer que se acostaba con muchas mujeres y que, por ello, morían e incluso, preparó todo para que ella pensara que estaba teniendo sexo con mi hermana en el comedor,
Narra AitanaEstaba nerviosa, aunque le había dicho todos estos meses a Eugene que estaba bien, no podía asegurar ello. Habían pasado muchos años, pero, el dolor seguía presente.Pude lograr graduarme de una buena universidad con notas sobresalientes y varias propuestas de trabajo, pero, el problema no resuelto con Helmut, me impedía seguir avanzando.Era como si tuviéramos un problema pendiente que debía resolver y esta vez, no era la tonta e ingenua Aitana. Así que, esta vez, no iba a recibir migajas y esperar que me den lo que deseen. Esta vez, todo va a ser distinto. — Te ves hermosa, aunque no hayamos tenido mucho tiempo, te ves hermosa con un maquillaje simple. — Dice el maquillista. — Mamá no necesita maquillaje abundante. Mi madre es una diosa y por ello, hasta sin maquillaje se ve deslumbrante — dice mi pequeña Ariana comiendo helado en mi cama. — ¿Cómo me veo, cariño? — le pregunto a Albert, mi niño silencioso y poco interesado en los pequeños detalles. — Te ves hermosa,
Angustiada, miro por el retrovisor, pero, para mi fortuna, no hay alguien siguiéndome. Lo cual, hace que el corazón frenético, comienza a bajar su ritmo cardiaco. Suspiro profundo y sigo conduciendo por más de una hora.Aunque el recorrido hasta mi casa es de media hora, me tomo más tiempo, tomando varios caminos largos por si me ha enviado a alguien a seguirme, no pueda saber dónde vivo. Ya que, aunque vine directamente a enfrentarlo, no quiero que los niños lo vean aún. No cuando parece el asesino desalmado que recuerdo.Respiro profundo y llego a mi nueva casa, donde el mayordomo me recibe con una sonrisa. Sintiéndome a salvo, bajo del auto y cuando estoy por cerrar la puerta de este, algo rápido se acerca a mí y me coloca contra la puerta que anteriormente había usado.Su mirada roja inyectada de puro enojo, me mira fijamente mientras su cuerpo tres veces más grueso, fuerte y alto que yo, me presiona contra mi auto. Sabiendo que no puedo luchar contra su fuerza y que no puedo hace
En estos momentos, había deseado haber entrenado siquiera un poco para alejar a un alfa, aunque sea una beta que no lo va a superar en fuerzas, pero, posiblemente lo hubiese superado en velocidad u otra cosa.Pero, evidentemente, no podía retroceder el tiempo y por eso, solo podía golpearlo hasta donde mis limitados movimientos me lo permitían. Pero, era evidente que eso no era suficiente para él, por lo que, lo golpeé hasta que no pude más.Sin embargo, fue solo cuando alguien lo apartó de mí que sus labios dejaron libres los míos. ¿Qué había pasado? Eugene, quien hacia trabajando en su magia, como lo hacía cuando salía de noche, estaba frente a mí mirando con enojo a Helmut. — Aléjate de ella — dice Eugene con una voz tan fuerte que temía que mis hijos se despertaran. — No te metas en los asuntos con mi esposa — dice Helmut caminando hacia nosotros. — Ella hace años dejó de ser tu esposa — dice Eugene con voz fría y yo asiento aferrándome a su brazo.La mirada de Helmut se centra
Nunca me había gustado hablar mal de Helmut con los niños. Las pocas veces que me habían preguntado por su padre, les había dicho que él estaba muy ocupado trabajando, pero que los amaba. Pero, ahora que estaban frente a él y había dejado una mala idea de la persona de la que no había podido hablarles sin sentir dolor. Era por eso, que no les daba detalles de él. No quería que mi dolor lo vivieran ellos. No quería fallar, así como su madre y ahora, comprobaba que había fallado. — Helmut, vete por favor. — Pido y él se centra en la segunda persona que nuestra unión formó. — ¿Eran dos bebés? — pregunta Helmut y es allí cuando me enteró que sabía de mi embarazo.‘Entonces, ¿estaba buscándome para hacerme abortar?’ me digo mentalmente y por ello, endurezco mi mirada hacia Helmut. — Helmut, márchate, ahora — digo con voz fría. — ¡¿Cómo voy a irme así sin hablar con mis hijos?! — grita Helmut y Ariana se aferra a mi cuello después de saltar por el susto. — Estas asustando a mis hijos.