Narrador omnipresente
Aitana, suspiró profundo y caminó hacia el despacho de Helmut, pero, antes de llegar al mismo, se encontró con el mayordomo de la casa, quién solo bajó la mirada al saber todo lo que había hecho su jefe, para alejarla. — Necesito su ayuda con algo — dice Aitana con el corazón completamente destrozado. — ¿En qué le puedo servir? — pregunta el mayordomo. — Necesito el acuerdo del divorcio y algo con que firmar. Sé que tiene muchas copias de ello. Facilíteme una, por favor — pide Aitana y el mayordomo asiente. — Sí, señora. — Dice el mayordomo mientras Helmut se queda mirando el suelo aturdido.Sentía demasiado dolor, se sentía como una basura que no merecía vivir, pero, sentía que era la única manera de apartar a una mujer que merecíAitana, abre sus ojos y se ve en una torre, el lugar no es más amplio que su habitación, pero, al ser todo nuevo, no hay recuerdos de Helmut que la hagan quebrarse. Por lo que, aunque esta con alguien desconocido, se siente a salvo de los recuerdos que la han lastimado con Helmut. — Este es mi hogar. Es una torre aislada del mundo. Por lo que, solo con un mapa del lugar y unos trucos de magia, podrían romper las barreras que he puesto alrededor. Así que, no necesitas preocuparte porque vengan a buscarte. — Dice Eugene y yo asiento agradecida. — Es justo lo que necesito — se limita a decir. — No voy a preguntarte lo que te está pasando. Pero, si me gustaría que me dijeras que es lo que quieres. Así, podré decirte en que puedo ayudarte y en que no. — — No es tu obligación hacerlo — dice Aitana. — Me ayudaste cuando más lo necesitaba y posiblemente, no estaría vivo si no lo hubieses hecho. Así que, si no es algo que sea resucitar a un muerto o matar a alguien más poderoso que yo, p
Siete años despuésHelmut miraba cada foto en su escritorio. Nuevamente tenía el mismo resultado; no era ella. Siete años habían pasado y él no había dejado de buscar a Aitana. Había tenido que seguir con su vida, pero, nunca la había borrado de su mente. — No es ella. Ninguna de ella lo es — dice Helmut molesto y frustrado. — Señor, deberíamos detenernos, quizás ella esta… — — No puede estar muerta. Ella no está muerta — dice Helmut de inmediato. — Déjela ir, quizás fue mejor así. Después de sufrir tanto, lo mejor es que si está viva, ella este feliz lejos de usted — dice Dyder y Helmut suspira profundo, llevando sus manos a la cabeza. — Entiendo si ella me odia, porque cada una de mis actitudes provocaron eso. Pero, por lo menos, ¿no debería dejarme conocer a mi hijo? — pregunta Helmut con dolor. — Señor, le hizo creer que se acostaba con muchas mujeres y que, por ello, morían e incluso, preparó todo para que ella pensara que estaba teniendo sexo con mi hermana en el comedor,
Narra AitanaEstaba nerviosa, aunque le había dicho todos estos meses a Eugene que estaba bien, no podía asegurar ello. Habían pasado muchos años, pero, el dolor seguía presente.Pude lograr graduarme de una buena universidad con notas sobresalientes y varias propuestas de trabajo, pero, el problema no resuelto con Helmut, me impedía seguir avanzando.Era como si tuviéramos un problema pendiente que debía resolver y esta vez, no era la tonta e ingenua Aitana. Así que, esta vez, no iba a recibir migajas y esperar que me den lo que deseen. Esta vez, todo va a ser distinto. — Te ves hermosa, aunque no hayamos tenido mucho tiempo, te ves hermosa con un maquillaje simple. — Dice el maquillista. — Mamá no necesita maquillaje abundante. Mi madre es una diosa y por ello, hasta sin maquillaje se ve deslumbrante — dice mi pequeña Ariana comiendo helado en mi cama. — ¿Cómo me veo, cariño? — le pregunto a Albert, mi niño silencioso y poco interesado en los pequeños detalles. — Te ves hermosa,
Angustiada, miro por el retrovisor, pero, para mi fortuna, no hay alguien siguiéndome. Lo cual, hace que el corazón frenético, comienza a bajar su ritmo cardiaco. Suspiro profundo y sigo conduciendo por más de una hora.Aunque el recorrido hasta mi casa es de media hora, me tomo más tiempo, tomando varios caminos largos por si me ha enviado a alguien a seguirme, no pueda saber dónde vivo. Ya que, aunque vine directamente a enfrentarlo, no quiero que los niños lo vean aún. No cuando parece el asesino desalmado que recuerdo.Respiro profundo y llego a mi nueva casa, donde el mayordomo me recibe con una sonrisa. Sintiéndome a salvo, bajo del auto y cuando estoy por cerrar la puerta de este, algo rápido se acerca a mí y me coloca contra la puerta que anteriormente había usado.Su mirada roja inyectada de puro enojo, me mira fijamente mientras su cuerpo tres veces más grueso, fuerte y alto que yo, me presiona contra mi auto. Sabiendo que no puedo luchar contra su fuerza y que no puedo hace
En estos momentos, había deseado haber entrenado siquiera un poco para alejar a un alfa, aunque sea una beta que no lo va a superar en fuerzas, pero, posiblemente lo hubiese superado en velocidad u otra cosa.Pero, evidentemente, no podía retroceder el tiempo y por eso, solo podía golpearlo hasta donde mis limitados movimientos me lo permitían. Pero, era evidente que eso no era suficiente para él, por lo que, lo golpeé hasta que no pude más.Sin embargo, fue solo cuando alguien lo apartó de mí que sus labios dejaron libres los míos. ¿Qué había pasado? Eugene, quien hacia trabajando en su magia, como lo hacía cuando salía de noche, estaba frente a mí mirando con enojo a Helmut. — Aléjate de ella — dice Eugene con una voz tan fuerte que temía que mis hijos se despertaran. — No te metas en los asuntos con mi esposa — dice Helmut caminando hacia nosotros. — Ella hace años dejó de ser tu esposa — dice Eugene con voz fría y yo asiento aferrándome a su brazo.La mirada de Helmut se centra
Nunca me había gustado hablar mal de Helmut con los niños. Las pocas veces que me habían preguntado por su padre, les había dicho que él estaba muy ocupado trabajando, pero que los amaba. Pero, ahora que estaban frente a él y había dejado una mala idea de la persona de la que no había podido hablarles sin sentir dolor. Era por eso, que no les daba detalles de él. No quería que mi dolor lo vivieran ellos. No quería fallar, así como su madre y ahora, comprobaba que había fallado. — Helmut, vete por favor. — Pido y él se centra en la segunda persona que nuestra unión formó. — ¿Eran dos bebés? — pregunta Helmut y es allí cuando me enteró que sabía de mi embarazo.‘Entonces, ¿estaba buscándome para hacerme abortar?’ me digo mentalmente y por ello, endurezco mi mirada hacia Helmut. — Helmut, márchate, ahora — digo con voz fría. — ¡¿Cómo voy a irme así sin hablar con mis hijos?! — grita Helmut y Ariana se aferra a mi cuello después de saltar por el susto. — Estas asustando a mis hijos.
Entramos a casa y tanto Eugene como yo, estamos sorprendidos. Sabía que mi hijo no era un niño que juega normalmente con cosas de su edad. Aunque, para ser sincero, nunca lo he visto jugando con autos, si no que, los coleccionaba en sus cajas, como toda una persona grande que quería tener en perfecto estado todo.Pero ahora, no era la sorpresa de un niño aprendiendo a caminar a los seis meses y detestando que lo levanten cuando se caía, mucho menos el bebé que tiraba el chupete porque no le gustaba o el niño que dejó el pañal al año porque era ‘vergonzoso’.Ahora, nos había sorprendido mucho. Ni siquiera cuando me dijo la definición de vergüenza, me sorprendí tanto como ahora y a Eugene le pasa lo mismo. Esto fue algo que nos ha dejado aturdidos.— Ariana, ve a tu habitación, te gusta dormir mucho y mañana tenemos clase. — Dice Al
Al día siguientePoco era lo que había podido dormir, después de una noche de enfrentamientos y confesiones. Pero, debía ser responsable y trabajar desde hoy. Por ello, me levanté y ayudé a preparar a los chicos.Bueno, a supervisar que lo hagan bien y los llevé a su escuela, mientras muchas cosas pasan por mi mente. Aunque sabía que iba a tener que enfrentar a Helmut, sigue preocupándome su reacción. Sigue siendo la persona violenta que claramente no sabe controlarse.Es aquí cuando me pregunto: ¿fue buena idea regresar?— Mamá, los viajes interestelares, son costosos. Deja de viajar tanto o podría sobregirarse la tarjeta este mes — dice Ariana y yo salgo de mis pensamientos sorprendida por como mi hija me hace reaccionar.— ¿Por qué siento que cambiaron a mis hijos cuando nacieron? No los entiendo ni un poco mu