Angustiada, miro por el retrovisor, pero, para mi fortuna, no hay alguien siguiéndome. Lo cual, hace que el corazón frenético, comienza a bajar su ritmo cardiaco. Suspiro profundo y sigo conduciendo por más de una hora.Aunque el recorrido hasta mi casa es de media hora, me tomo más tiempo, tomando varios caminos largos por si me ha enviado a alguien a seguirme, no pueda saber dónde vivo. Ya que, aunque vine directamente a enfrentarlo, no quiero que los niños lo vean aún. No cuando parece el asesino desalmado que recuerdo.Respiro profundo y llego a mi nueva casa, donde el mayordomo me recibe con una sonrisa. Sintiéndome a salvo, bajo del auto y cuando estoy por cerrar la puerta de este, algo rápido se acerca a mí y me coloca contra la puerta que anteriormente había usado.Su mirada roja inyectada de puro enojo, me mira fijamente mientras su cuerpo tres veces más grueso, fuerte y alto que yo, me presiona contra mi auto. Sabiendo que no puedo luchar contra su fuerza y que no puedo hace
En estos momentos, había deseado haber entrenado siquiera un poco para alejar a un alfa, aunque sea una beta que no lo va a superar en fuerzas, pero, posiblemente lo hubiese superado en velocidad u otra cosa.Pero, evidentemente, no podía retroceder el tiempo y por eso, solo podía golpearlo hasta donde mis limitados movimientos me lo permitían. Pero, era evidente que eso no era suficiente para él, por lo que, lo golpeé hasta que no pude más.Sin embargo, fue solo cuando alguien lo apartó de mí que sus labios dejaron libres los míos. ¿Qué había pasado? Eugene, quien hacia trabajando en su magia, como lo hacía cuando salía de noche, estaba frente a mí mirando con enojo a Helmut. — Aléjate de ella — dice Eugene con una voz tan fuerte que temía que mis hijos se despertaran. — No te metas en los asuntos con mi esposa — dice Helmut caminando hacia nosotros. — Ella hace años dejó de ser tu esposa — dice Eugene con voz fría y yo asiento aferrándome a su brazo.La mirada de Helmut se centra
Nunca me había gustado hablar mal de Helmut con los niños. Las pocas veces que me habían preguntado por su padre, les había dicho que él estaba muy ocupado trabajando, pero que los amaba. Pero, ahora que estaban frente a él y había dejado una mala idea de la persona de la que no había podido hablarles sin sentir dolor. Era por eso, que no les daba detalles de él. No quería que mi dolor lo vivieran ellos. No quería fallar, así como su madre y ahora, comprobaba que había fallado. — Helmut, vete por favor. — Pido y él se centra en la segunda persona que nuestra unión formó. — ¿Eran dos bebés? — pregunta Helmut y es allí cuando me enteró que sabía de mi embarazo.‘Entonces, ¿estaba buscándome para hacerme abortar?’ me digo mentalmente y por ello, endurezco mi mirada hacia Helmut. — Helmut, márchate, ahora — digo con voz fría. — ¡¿Cómo voy a irme así sin hablar con mis hijos?! — grita Helmut y Ariana se aferra a mi cuello después de saltar por el susto. — Estas asustando a mis hijos.
Entramos a casa y tanto Eugene como yo, estamos sorprendidos. Sabía que mi hijo no era un niño que juega normalmente con cosas de su edad. Aunque, para ser sincero, nunca lo he visto jugando con autos, si no que, los coleccionaba en sus cajas, como toda una persona grande que quería tener en perfecto estado todo.Pero ahora, no era la sorpresa de un niño aprendiendo a caminar a los seis meses y detestando que lo levanten cuando se caía, mucho menos el bebé que tiraba el chupete porque no le gustaba o el niño que dejó el pañal al año porque era ‘vergonzoso’.Ahora, nos había sorprendido mucho. Ni siquiera cuando me dijo la definición de vergüenza, me sorprendí tanto como ahora y a Eugene le pasa lo mismo. Esto fue algo que nos ha dejado aturdidos.— Ariana, ve a tu habitación, te gusta dormir mucho y mañana tenemos clase. — Dice Al
Al día siguientePoco era lo que había podido dormir, después de una noche de enfrentamientos y confesiones. Pero, debía ser responsable y trabajar desde hoy. Por ello, me levanté y ayudé a preparar a los chicos.Bueno, a supervisar que lo hagan bien y los llevé a su escuela, mientras muchas cosas pasan por mi mente. Aunque sabía que iba a tener que enfrentar a Helmut, sigue preocupándome su reacción. Sigue siendo la persona violenta que claramente no sabe controlarse.Es aquí cuando me pregunto: ¿fue buena idea regresar?— Mamá, los viajes interestelares, son costosos. Deja de viajar tanto o podría sobregirarse la tarjeta este mes — dice Ariana y yo salgo de mis pensamientos sorprendida por como mi hija me hace reaccionar.— ¿Por qué siento que cambiaron a mis hijos cuando nacieron? No los entiendo ni un poco mu
Pero, era evidente que no iba a dejarme ir tan fácil. Su mano firme en mi brazo me lo decía. Por lo que, retrocedí apenas su olor a madera y ámbar, que me hace recordar al cedro que había en la entrada de su casa.El olor penetrante me trae muchos recuerdos, en su mayoría dolorosos. Por lo que, me aparto rápidamente de él, sintiendo como su toque me ha lastimado lo más profundo de mi mente.— No quiero que hagas esto. Sé que a ti nadie te manda. Pero, por favor, no vengas a arruinar mi vida por segunda vez. No quiero que mis hijos tengan que verme recoger las ruinas que dejas de mí — digo con frialdad.— Aitana… —— Vine aquí porque quería que los niños te conocieran. En especial, Ariana —— Entonces, la niña se llama Ariana — susurra sentándose e
Con indicaciones, llego hasta la cafetería donde los tres chicos con los que había trabajado, levantan su mano para que pueda encontrarlos. La cafetería es ruidosa, pero, apenas llegó, todo queda en silencio y las miradas se fijan en mí.— Es malo marcharse sin su compañero de almuerzo — dice Helmut y yo descubro que sus miradas se centran en el hombre a mi lado.— Pensé que tenías un almuerzo en un restaurante importante — digo y él suspira profundo.— Solo quiero comer contigo. Incluso si quieres comer en medio de la carretera, te seguiré — dice Helmut sonriéndome y yo suspiro profundo y camino hacia los chicos que claramente se ven incomodos al estar Helmut con nosotros.— No pensé que vendría, señor — dice uno de los chicos— ¿Por qué no lo creías posible
Por fortuna, Helmut logra controlarse y solo se limita a asentir y alejarse en una silla donde sin duda, pelea consigo mismo para controlar su enojo. Al estar allí, me siento incómoda, pero, me esfuerzo en no notar que está allí y trabajar.— ¿Cómo se llama mi hijo? — pregunta y yo respiro profundo.— Albert. —— Aitana, Ariana y Albert — susurra Helmut suavizando su voz.— Sí, así se llaman mis hijos — murmuro.— ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? —— Fui a buscarte después de verte con esa mujer y dije que te daba mi última oportunidad. Quería que mis hijos tuvieran a sus padres juntos, pero, ¿Cuál fue tu respuesta cuando te dije de tener hijos? Me dijiste qué harías que los abortara —&m