Los besos que me daba, mezclados con su calidez y el olor a alcohol, les daban a mis papilas gustativas el sabor a gloria. Mi cuerpo se sentía demasiado caliente y el deseo de experimentar esta primera vez, ignoraba toda consecuencia negativa que podría conllevar continuar.
El hombre sobre mí, se alejó solo un poco y como si no fuera suficiente estimulación los toques leves sobre mi botón de placer, lleva su boca a esa parte de mi cuerpo húmeda, haciéndome gimotear por las sensaciones.‘Definitivamente, ser tocada por alguien más es mucho mejor que tocarse uno mismo’ me digo mentalmente.Justo cuando creo que moriré por los movimientos de su boca, él se aleja nuevamente y como si supiera qué, cuándo y cómo hacerlo, me observa con una sonrisa lasciva y lentamente, baja la cremallera de su pantalón.Causando que ese ruido, sea la música m&aacuAl día siguienteEl cuerpo me duele cuando me estiro, por lo que, emito un gemido y me relajo en las suaves sabanas que me abrazan de tal forma que se me dificulta abrir los ojos, al sentirme tan bien. — Despierta ahora — dice una voz fría que logro reconocer. — Estoy agotada, déjame dormir un poco, por favor — pido cubriendo mi rostro con las sábanas para poder dormir un poco más. Mi cuerpo duele, como si hubiese corrido una maratón de al menos cien kilómetros, sorprendiéndome que haya podido soportar tanto tiempo teniendo sexo, cuando yo solo corro media hora y ya estoy muriéndome. — Despierta ahora, Yaitana — dice el hombre que me arrebata las sábanas con tanta brusquedad que hace que me despierte. El enojo en su mirada hace que calle toda queja que iba a hacer, mientras mi mente intenta procesar porque está enojado si
Lo abrace, quería pegar esas partes de su cuerpo a punto de desmoronarse, quería que sus grietas se cerraran al punto de convertirse en cicatrices con las que pudiera vivir. Quería ayudarlo a sanar y que pudiera vivir sin miedos, necesitaba eso para que nuestro hogar fuera fuerte y armonioso. Sin embargo, él me apartó con brusquedad y su mirada me expuso de tal forma que me arrepentí del método que había usado para que él se abriera a mí. Después de todo, no fue el más correcto. — Me gustaste. Es imposible no sentirse atraído hacia ti cuando eres como la luz cálida en medio de mi vida oscura y fría. Por eso, me esforcé en ser frio siempre. Eso era para evitar que murieras por mi culpa — — No voy a morir. — — No es algo que puedes controlar. Así pasó con las mujeres antes de ti. Me gustaron a
La noche cayó y yo no regresé a casa. Estaba demasiado herida para regresar a un lugar donde sus comentarios hirientes superan las buenas cosas que me ha dicho. Renuente a quedarme en ese lugar, camino al pueblo y cuando llego a un hotel, me transformo en humana y camino al vestíbulo donde varios lobos hablan entre sí.— Necesito una habitación y ropa limpia — digo a la mujer lobo detrás del escritorio.— Lo siento, pero no tenemos… — susurra la loba y cuando levanta su mirada, su postura relajada se torna rígida. — Ya mismo se lo conseguiremos, señor Baumann.— Aitana. Solo dígame, Aitana, y por favor, no le diga a mi esposo que estoy aquí — digo deseando que no me encuentre, aunque eso es imposible, por el lugar en el que nos encontramos.— Señora, no entiendo que es lo que sucede entre ustedes, pero,
Tres días despuésEstaba en el cielo de la lujuria. Había pasado tres días donde bien podría decir que era mi luna de miel. Una donde nunca salí de la habitación del hotel, donde conocí a un nuevo Helmut.Un hombre que no era solo amenazas de muerte y miradas frías, si no también, momentos dulces donde te dice en el oído cuan valiosa eres, segundos, donde te mira como lo más valioso de su vida y mucho más.Me estaba mostrando el Helmut por el que, sin duda, había soñado como mi esposo. Veíamos películas, aunque la mayoría de las veces nos perdíamos en besos que terminaban en nosotros haciendo el amor.Vivíamos momentos, donde nos hacíamos masajes y contábamos cosas de nuestras vidas que fácilmente no somos capaces de confesar. Todos sus miedos y esperanzas, me las contó, aunque le fue dif&iac
No podía describir mi felicidad al ver el anillo con nuestros nombres escritos en él. Era como lo había soñado y él me lo estaba dando ahora. Sin pedirlo, me lo estaba dando. Realmente, era inmensamente feliz.— Esto… no lo esperaba — me limito a decir.— Perdón por tardar tanto en entregártelo. Casarnos sin conocernos, hizo que tuviera una idea equivocada de ti y deseando que terminara pronto, me alejé y trate mal para poder evitar una desgracia. — Susurra Helmut y yo acaricio su mejilla.— Es normal temer y dudar, cuando has sufrido tanto. Pero, por favor, no vuelvas a lastimarme así. dudo que puedas recuperarme si lo haces. — Susurro y él besa mi mano.— Creo que la maldición se ha ido. No te has sentido mal y yo me siento bien. Si es verdad que ya no estoy maldito, podremos vivir nuestro romance poco a poco, sin
Al día siguienteLa debilidad se apodera de mí mientras el mar amenaza con llevarme a sus profundidades si decido soltarme del dorso fuerte de Helmut. No sabía cuánto podía soportar, hasta que el sol que pensé que se había ocultado hace poco, aparecía anunciando que ya era un día nuevo.— Ya ha salido el sol — susurra Helmut y yo quiero alejarme de él por haber pasado toda la noche despierta teniendo sexo con él. Pero, sé que, si me alejó, terminaré siendo parte de las profundidades del mar, porque ni siquiera tengo tiempo de luchar por mi vida.— Eres alguien detestable — me limito a decir sin energía,— ¿Por qué lo dices? — pregunta alejándose un poco de mí, pero, yo me aferro a su cuerpo que es lo único firme en el agua.— Pasamos toda la noche teniendo
La mujer se marcha y yo camino hacia el palacio frio donde espero llegar para gritar con una almohada en mi boca para que no escuche cuanto me ha molestado su comentario que puede convertirse en realidad.Pero, apenas me muevo para ir al palacio donde he vivido hasta ahora, una mano fuerte se aferra a mi brazo y me impide moverme. Sus ojos cálidos de color gris, me piden que me quede, pero, ¿Cómo puedo hacerlo después de tan molesta visita?— ¿A dónde vas? — pregunta Helmut.— Estoy cansada y quiero dormir — digo molesta.— Mi habitación no está de ese lado — dice Helmut y los demás se apartan disimuladamente.— No quiero entrar donde esa loba estuvo. No quiero que sus pulgas se me peguen — digo molesta y Helmut sonríe— No somos perros para tener pulgas — dice Helmut y yo lo miro con los ojos en
Días despuésNoche de luna llenaHoy, como todos los días desde que decidimos darnos una oportunidad, cenábamos juntos, aunque básicamente, yo cenaba sola, bueno, con el cuerpo de Helmut como compañía, porque su mente estaba en otro lado.— Cariño, estas derramando el vino — digo por quinta vez y es allí cuando regresa a la realidad.— Lo siento, no me había dado cuenta — susurra limpiando el desastre que había causado por estar perdido en sus pensamientos.— No pienses tanto en qué día es hoy y cena. No ha pasado nada extraordinario — digo sabiendo que eso no va a calmarlo.Es noche de luna llena y de acuerdo con lo que me ha dicho de su maldición, si no se ha curado conmigo, no habrá forma de que su lado maldito pueda ser controlado.— Es difícil. Llevo toda una vid