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Clyde se quedó sin palabras, solo miró los ojos de Denzel. Ambos salieron del hospital antes de que los guardias fueran por ellos, se sentaron en la banqueta, afuera del hospital. Denzel fumó un cigarrillo, aun con el labio partido, y la sangre escurriendo por su labio roto. —Yo… lamento haberte golpeado —dijo Clyde—. Realmente te odio, ahora. Esas palabras fueron difíciles de digerir para Denzel, ellos no solo eran los mejores amigos, habían ido a estudiar juntos al colegio naval que su padre dirige, habían pasado mucho tiempo viviendo juntos, Clyde no podía entender como su mejor amigo, casi hermano había cambiado tanto. —¿Quién es Elena? Ni siquiera me dijiste nada, es que pensé que éramos amigos, pero, veo que el único amigo era yo —dijo Clyde frustrado. —No digas eso, es que, sé que, si te lo decía, no ibas a apoyarte. —¿Cómo podría apoyar que mi amigo se enrede con una mujer casada? Destruirías un hogar, ¿no pensaste en el pobre hijo de esa mujer? —¡Yo la amo! La amaba…
—Hijo, ¿puedes por favor darme la caja que tengo en ese cajón? El joven asintió, fue a tomarla, y ahí estaba una pequeña cajita de madera, la llevó a su abuelo. —Ábrela —dijo el abuelo. Ahí había fotos de la abuela, y también una cajita pequeña de porcelana, al abrirla, Denzel vio ese anillo, era de diamantes con un rubí en el centro. —¡Es hermoso! Edward sonrió. —Lo compré para tu abuela cuando el dinero valía más y el oro y el diamante eran atractivos para las chicas, tu abuela lo tuvo hasta el último día, dijo que algún día nuestra hija me daría un nieto, él debía darle ese anillo a su novia, es para Noli. Denzel miró a su abuelo con ojos enormes, asintió. Jazmín, Lugh y Marbella estaban en la cocina. —Creo que mi hijo ha entrado en razón, pronto pedirá la mano de Magnolia, estoy segura de eso. Lugh estaba perplejo. —Eso me encantaría verlo, Jazmín. —Pues a mí no, hablé con Denzel, él dijo que no ama a mi hija, no quiero una boda así, sin amor. Ambos miraron a Magnolia,
El hombre llevó a Celestia a su coche, un mesero se acercó y cerró el paso. —¿Todo bien caballero? —Sí, es mi novia, es que se mareó, está de encargo. El mesero asintió, pero vio a la chica con un gesto extraño; sin embargo, no dijo nada, y los vio salir. El hombre condujo hasta un departamento de mala muerte a una hora del centro del pueblo. Al llegar, Celestia ya estaba dormida. El hombre la cargó y la llevó adentro, ahí ya estaba Kate. —¡¿Está dormida?! —Sí. La llevaron a la cama, Kate se abalanzó sobre la chica y le quitó solo la blusa y la cubrió con una manta. —¡Apúrate! —Kate, más te vale que esto no me vaya a traer problemas —dijo el hombre asustado. Ella negó. —¡No seas miedoso, Julián, confía en mí! Hazlo. El hombre se recostó en la cama, se acercó a la chica, como si besara su cuello y sus labios. Kate tomó las fotografías, luego tomó el móvil de Celestia, mientras comenzaba a enviar mensajes al teléfono que tenía en la mano. —¿Qué haces? —Confía en mí. —¿Po
Magnolia caminaba por la orilla de la playa, miraba el cielo oscuro, las estrellas brillaban. —¿Y qué quieres, Denzel? Él la miró, aclaró su garganta. —¿Por qué bailabas con Eric? ¿Qué, te gusta? Ella le miró intrigada, frunció el ceño. —¿Y qué te importa si me gusta? En realidad, es un hombre apuesto, seguro de que cualquier chica estaría encantada de estar con él. Denzel no esperaba esas palabras, estaba acostumbrado a que Magnolia tenía ojos solo para él, verla pensando en otro hirió su orgullo. —Vaya, no pensé que me olvidarías tan rápido —dijo —¿Y qué esperabas? ¿Qué llorará por ti todo el tiempo, mientras tú piensas en la mujer casada? —Magnolia sonrió—. Al final, no sé qué reclamas, tú no mereces mi amor —dijo —Yo no te estoy reclamando, puedes hacer con tu vida lo que quieras, pero, no me gusta Eric para ti, él es muy obsesivo con las chicas, termina volviéndose un acosador. Magnolia sonrió. —Bueno, quizás me guste esa forma de cortejar, Denzel, preocúpate por tu vid
—¡¿Qué dices?! —exclamó Lugh Clyde se quedó perplejo, no podía creer lo que ella decía. Corrió hacia ella, se veía intacta, Lugh la abrazó. —Iremos a la policía ahora mismo. Clyde se quedó un instante sin saber qué decir. Marbella abrazó a su hija. —Vamos al hospital, vamos a denunciar, dime que fue lo que pasó. —Estaba en el restaurante, y no sé en qué momento pasó, bebí solo un trago con Kate, me sentí mal, ella se fue, iba a irme, y desperté en un departamento, estaba en una cama… Celestia se echó a llorar, estaba en pánico, su madre la abrazó, acunó su rostro. —Dinos, hija —insistió Marbella —No tenía mi blusa, nadie estaba ahí sola, ¡ni siquiera tenía mi teléfono! No pude llamarlos, tomé un taxi, solo pensé en venir hasta aquí, ¿Por qué dices que te engañé, Clyde? ¡Yo jamás… jamás… lo haría! —ella rompió en llanto. Clyde estaba tembloroso, le mostró el teléfono, los mensajes ahí, las fotografías. Cuando ella lo vio, se apartó y vomitó, ver esas imágenes la hicieron asq
Clyde se quedó perplejo, no esperó que Celestia lo siguiera y escuchará todo eso. —¡Celestia… yo…! Ella negó, hundió la mirada llena de lágrimas, se alejó de él y fue a su habitación. Clyde cerró los ojos y los abrió, estaba tan frustrado, sintió esa mano en su hombro. —Clyde, escucha, estás tenso, esto es muy fuerte, pero debes permitir que la cordura entre en ti, ¿acaso no conoces a Celestia? Se crio contigo, y luego la amaste como una mujer. ¿Recuerdas alguna vez que te hizo daño o que mintió? Clyde negó. —Nunca. —¡Exacto! La conocemos bien, ella no es lo que esto dice, debes darle el beneficio de la duda, piensa, ¿Acaso ella te dio alguna sospecha? ¿Algún exnovio, o alguien de su pasado? —¡No! —exclamó Clyde al recordar—. Su único amor fui yo, yo fui su primer hombre. —¿Lo ves? No tiene sentido que ella te engañara justo ahora. —Entonces, dime, ¿Por qué quieren hacernos daño? —¡No lo sé! Podría ser un maldito loco obsesionado con el amor de Celestia, sabes que hay gente
Celestia miró a Clyde sin entender por qué estaba tan furioso. Él la apuntó con el dedo y su voz estaba por encima de la octava. —¡¿Cómo pudiste mentirme a los ojos?! Ella le miró incrédula, cuando el hombre dio un paso ante ella, Celestia retrocedió asustada, ¿Quién era ese hombre? De pronto, ella ya no lo reconoció. —¡Clyde! No he mentido. —Era el comisario, ¿¿sabes qué ha dicho? ¡Que ese hombre de las fotografías fue arrestado! ¡Dijo que es tu amante! Lo dejarán libre, porque no hay pruebas, dímelo, Celestia, ten valor, ¿él es tu amante? —¡No! —gritó ella con desesperación. Escuchó que llamaron a la puerta, Clyde decidió abrir al escuchar la voz de su padre. Lugh entró enseguida. —¡¿Qué pasa?! ¿Por qué los gritos? —¡Padre, Clyde…! —Dile, ¡dile que ese hombre es tu amante! Que nos mentiste… Lugh estaba perplejo. —¿Qué dices, Clyde? ¡Reacciona! Dices estupideces —sentenció Lugh en un ataque febril de rabia. —El comisario ha dicho que lo detuvo, lo dejarán libre, porque é
La ambulancia llegó al hospital, bajaron a Marbella, Lugh sentía el corazón en las manos, tembloroso, corrió tras la camilla que empujaban los paramédicos, nunca vio a Marbella tan vulnerable. Intentó ir tras ellos, pero como siempre pasa en estos casos, fue detenido, le dijeron que debía esperar, el doctor iba a revisarla. él hundió la mirada, sintió que lloraba, no podría perder a Marbella, podría perderse a él mismo, pero ella era su todo, era su mundo, una vez la perdió por error, pero no podía perderla otra vez. Cuando llegaron, Lugh dijo que el doctor la atendía. Magnolia abrazó a su hija, Lugh la abrazó con fuerzas, su pequeña hija era tan parecida a su madre, que a veces se la recordaba. Celestia estaba desesperada, Clyde tomó su brazo, la llevó afuera. Cory quiso ir detrás, quería cuidar a su sobrina, pero Niall se lo impidió. —Dales espacio, cariño, por favor, deja que lo resuelvan, son adultos. Cory se abrazó a él, y Niall limpió sus lágrimas, besó su frente. —Clyde.