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El señor Peterson recibió una llamada, se apuró a responder. —Hola, ¿qué dice? —el hombre parecía muy consternado Colgó la llamada y observó a Lugh Ackerman. —Me confirmaron que encontraron muerto al señor John Kansas. Los ojos de Lugh se abrieron enormes, dio un traspié. —¡¿Muerto?! —Dicen que el hombre se suicidó, ahora lo único que tenemos como prueba de la inocencia de la señora Marbella Ronsard es el video que el hombre dejó. El señor Peterson lo envió al teléfono de Lugh. —Tengo varias copias y está guardado en la nube, para evitar que se elimine, o algo malo ocurra, creo que, aquí termina mi trabajo, señor Ackerman, aunque hay algo que me gustaría investigar. —¿Qué es? —Sobre ese accidente de la señora Ronsard, como el auto explotó y ella fue obligada a huir porque creyó que usted intentó asesinarla. Lugh asintió. —¡Yo jamás haría algo así! No entiendo por qué Bryce me acusó de esa forma, sin fundamento. —Bueno, eso es algo extraño, señor Ackerman, que ese hombre lo
—¡¿Qué dices, Lugh?! —ella intentó alejarlo—. ¡Oh, solo estás borracho! Aléjate Lugh se levantó, la observó, sacó su teléfono, reprodujo el video y se lo mostró. Lo que ella vio a continuación la hizo estremecer, era un hombre, ella apenas pudo confirmar por sus propias palabras que ese hombre era el mismo mesero del restaurante, fue como si el tiempo viniera a ella, recordó aquel día oscuro. «Flashback: Cinco años antes. Marbella llegó a ese restaurante, esa mujer la había llamado, insistió tanto en verse, Marbella no quería, pero era tan amable como la miel, que sintió que rechazarla la haría verse como una mujer despechada. Al entrar el mesero se acercó a ella, hablaron en voz baja, le sorprendió la actitud del mesero, quien le pidió un dinero extra para conseguir una buena mesa, Marbella no dudó en darle algo de dinero, luego fue a la mesa, no vio nada raro en eso. Cuando Vanessa llegó parecía tan dulce como siempre, pero Marbella tenía la guardia alta, había algo en esa muj
Marbella no podía dejar de llorar, el pasado se mezclaba con las palabras crueles que Lugh le dijo alguna vez. Se levantó luego de eso, notó que ya era el amanecer, ella no había dormido tanto. Decidió irse a dar un baño. Cuando se hizo más tarde, llamó a la abuela. —Hola, abuela, ya que el fin de semana es el cumpleaños de Noli, pensé si podemos adelantarlo el día de hoy, es que ella quiere ir a un parque de diversiones, pero, me gustaría que hoy lo festejemos con ustedes, no tienes que hacer nada, un pastel, unos globos, ella será feliz. —¡Oh, cariño, claro que sí! ¿A qué hora vendrán? Marbella sonrió. —Estaremos ahí por la tarde —aseveró. Cuando Marbella colgó la llamada, se miró al espejo. —Es hora de que pagues por todos tus pecados Vanessa —murmuró como si fuese una sentencia de muerte. Lugh detuvo el auto en casa, bajó, Niall que estaba desayunando en el jardín, se levantó y corrió hacia él. —¿Qué te pasó, Lugh? Parece que vienes del infierno. —Vengo de un infierno,
Marbella miraba a la mujer con ojos severos, y una sonrisa despiadada. —¿Así que creíste que tu mentira duraría mil años, mujer? Lástima que no hay tonto que te la crea por tanto tiempo, ni secreto que perdure. —¡Son mentiras! No he hecho nada malo, ¡lo juro, Lugh! Piensa en nuestra hija, Lugh, Celestia sufrirá por mi ausencia. —Con lo mala madre que has sido, no creo que mi hija te recuerde. Pina corrió a abrazar a su hija. Vanessa al fin se levantó del suelo. —¡Es toda una mentira! ¡Soy inocente! Marbella me ha acusado, seguro de que pagó mucho dinero, como ahora es rica, pagó para que ese hombre mintiera y dijera cosas falsas de mí, ¡soy inocente! —¡Mejor cállate! Ahórrate las mentiras para cuando llegues con el juez, te aseguro que pagarás por haber enviado a un hombre a la cárcel, cuando la delincuente intelectual has sido tú, quisiste destruir mi vida, lo hiciste, pero ahora, te ha llegado tu día, ahora yo arruinaré tu vida. Vanessa lanzó un gruñido, como si fuese una hie
Marbella llegó a la mansión, los niños lloraban. Ella se puso frente a ellos, le dolía ver lo que había ocasionado con sus palabras crueles, y ahora se arrepentía. —Mami, ¿por qué te enojas? —exclamó Magnolia Marbella tocó su pecho, ahí yacía una gran culpa, sus lágrimas cayeron y Noli corrió a abrazarla. —No llores, mami —dijo Noli. Clyde también la abrazó. —No llores, mamita, por favor, no quiero verte triste. Marbella los abrazó. —Lo siento, no quise arruinar la fiesta, ¡lo siento! Perdónenme, por favor. —No estoy enojada, mami, no lloremos más, ¿sí? Marbella asintió, acariciando la dulce carita de su pequeña hija. —Vamos, niños, vayan a cambiarse, y luego vamos a comer el pastel de chocolate que hice para ustedes. —¡Sí! —exclamaron al unísono, corrieron a su habitación. —¡Chloe, soy una mala persona! —exclamó Marbella, levantándose, sollozando—. Me volví loca, no me importó nada, ni siquiera los niños, o la pobre Celestia, hubieses visto su carita cuando vio que llevaba
Marbella iba junto a Chloe y los niños, al llegar al aeropuerto, los niños lloraban. —No quiero irme, mami, quiero despedirme de Celestia, y quiero ver a… ¡Mami, no quiero irme de aquí, aquí me gusta, por favor, mami, quedémonos! —exclamó Magnolia. Marbella la abrazó, también abrazó a Clyde. «¿Qué debo hacer, Dios mío? No sé qué debo hacer, solo quiero huir de todo esto», pensó. Escuchó que anunciaban el vuelo, debían estar en la zona para arribar, intentó llevar a los niños que no dejaban de llorar, caminaron a su lado, tomados de la mano. —¡Marbella! Ese grito fue como si viniera de su imaginación, cuando lo volvió a escuchar, se giró a mirar, no era su fantasía, era real, ¡Lugh estaba justo detrás de ella! —¡Papito! —Magnolia soltó la mano de su madre, y corrió hacia Lugh, Marbella no pudo detenerla, viendo como siu hija corría hacia su padre. Las lágrimas rodaron por el rostro de Marbella. Lugh abrió los brazos y la pequeña saltó a ellos como si fuera un salvavidas. —¡Pap
—¡Suéltenla! ¡Ella es inocente! —exclamó Lugh desesperado. —¡Señor, tenemos que llevarla, allá podrán llamar al abogado y arreglar su situación! —sentenció el policía —Chloe… —Exclamó Marbella—. Llamar al señor Harrison, que me libere cuanto antes, cuida a los niños —ordenó Marbella —¡Llamaré al señor Harrison! —exclamó Chloe—. ¡Cuidaré a los niños, no te angusties, Mar! Marbella se calmó. —Iré con ustedes, no tienen que armar un escándalo —sentenció severa, los policías la soltaron, ella miró a sus hijos—. Mamá vendrá pronto, vayan con Chloe. Ella tuvo que salir con ellos, mientras escuchaba a sus hijos que aún la llamaban, fingió una calma que no tenía, no quería asustarlos más. «¡Soy inocente! Dios mío, ¿qué es esto? ¡Mis hijos, debo ser fuerte por ellos!», pensó. Lugh cargó a Magnolia, tomó la mano de Clyde, y fueron al auto. —Iremos a la mansión, los dejaré ahí, y luego iré por Marbella. —¡Papito, salva a mamita, te lo suplico! —Claro que sí, cariño, es toda una confusi
—¡Cállate, Bryce! No te metas en asuntos que no te importan. Bryce enfrentó a Lugh. —¡Todos los asuntos de Marbella son asuntos míos! Lugh lo tomó del cuello de la camisa. —¿Ah sí? ¿Desde cuándo? Contéstame, ¿o es un asunto de tu mente fantasiosa? ¡Entiende, hombre! ¡Marbella nunca te va a amar! ¿Qué haces con Cordelia? Bryce se quedó sin palabras. —¡Ya basta, Bryce! Déjanos en paz, sé lo que hago, puedo defenderme por mí misma. —¿Sí? ¿Así como cuando este infeliz te quiso matar y tuviste que escapar por su culpa? Lugh le dio un fuerte golpe en el rostro, los policías los separaron. —¡Basta! Lugh se calmó, los policías lo dejaron pasar. Marbella subió al auto con Harrison Duncan, que estaba angustiado. Se fueron. Bryce y Lugh aún se miraron fijamente con un desafío. —Ella nunca volverá a ser tuya. Lugh esbozó una sonrisa burlona. —Tú eres un perdedor, entiéndelo, ¡Marbella podrá odiarme, pero me sigue amando! Siempre me amará a mí, en cambio, tú puedes soñar con ella, s