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—¡Suéltenla! ¡Ella es inocente! —exclamó Lugh desesperado. —¡Señor, tenemos que llevarla, allá podrán llamar al abogado y arreglar su situación! —sentenció el policía —Chloe… —Exclamó Marbella—. Llamar al señor Harrison, que me libere cuanto antes, cuida a los niños —ordenó Marbella —¡Llamaré al señor Harrison! —exclamó Chloe—. ¡Cuidaré a los niños, no te angusties, Mar! Marbella se calmó. —Iré con ustedes, no tienen que armar un escándalo —sentenció severa, los policías la soltaron, ella miró a sus hijos—. Mamá vendrá pronto, vayan con Chloe. Ella tuvo que salir con ellos, mientras escuchaba a sus hijos que aún la llamaban, fingió una calma que no tenía, no quería asustarlos más. «¡Soy inocente! Dios mío, ¿qué es esto? ¡Mis hijos, debo ser fuerte por ellos!», pensó. Lugh cargó a Magnolia, tomó la mano de Clyde, y fueron al auto. —Iremos a la mansión, los dejaré ahí, y luego iré por Marbella. —¡Papito, salva a mamita, te lo suplico! —Claro que sí, cariño, es toda una confusi
—¡Cállate, Bryce! No te metas en asuntos que no te importan. Bryce enfrentó a Lugh. —¡Todos los asuntos de Marbella son asuntos míos! Lugh lo tomó del cuello de la camisa. —¿Ah sí? ¿Desde cuándo? Contéstame, ¿o es un asunto de tu mente fantasiosa? ¡Entiende, hombre! ¡Marbella nunca te va a amar! ¿Qué haces con Cordelia? Bryce se quedó sin palabras. —¡Ya basta, Bryce! Déjanos en paz, sé lo que hago, puedo defenderme por mí misma. —¿Sí? ¿Así como cuando este infeliz te quiso matar y tuviste que escapar por su culpa? Lugh le dio un fuerte golpe en el rostro, los policías los separaron. —¡Basta! Lugh se calmó, los policías lo dejaron pasar. Marbella subió al auto con Harrison Duncan, que estaba angustiado. Se fueron. Bryce y Lugh aún se miraron fijamente con un desafío. —Ella nunca volverá a ser tuya. Lugh esbozó una sonrisa burlona. —Tú eres un perdedor, entiéndelo, ¡Marbella podrá odiarme, pero me sigue amando! Siempre me amará a mí, en cambio, tú puedes soñar con ella, s
—¿Qué haces, Bryce? —exclamó Cornelius El hombre logró guardar la jeringa sin que lo viera. —Yo… —¡Sal de aquí! Ni siquiera tienes ropa médica. Bryce miró a Vanessa con rabia, salió deprisa. Cornelius miró a la mujer, sintió pena por verla así. —Mira en lo que terminaste, Vanessa; al menos me dejarás en paz, al menos que estés aquí, postrada en esta casa, es un alivio para mí, nuestro secreto está a salvo, Lugh no sabrá la verdad, no me odiará, deberías morir, Vanessa, dejarnos en paz para siempre, así Lugh podría ser feliz con Marbella, y con Celestia, haznos el favor, muérete —sentenció y salió de ahí. Mansión Ackerman. Cuando Lugh llegó, encontró a su abuela despierta. —Hijo, ¿cómo está Vanessa? Me enteré de lo que pasó. Lugh bajó la vista, se veía angustiado. —Vanessa está en coma. La abuela se quedó perpleja. —¡Dios mío! Rezaré mucho por ella, Lugh, lo prometo. Él le agradeció. —¿Y Marbella? ¿Se fue a su casa? La abuela negó. —Se quedó aquí, debe ser porque vio mu
Al día siguiente. Marbella abrió los ojos, se levantó sin mover a los niños, se quedó perpleja, observó a Lugh dormido sobre un sofá. «Tal vez volvió en la noche» Marbella tomó una frazada y la puso sobre su cuerpo. Ella fue al cuarto de baño, se dio una ducha con agua caliente. Lugh se despertó, fue al cuarto de baño, cuando se encontró con esa imagen, su corazón latió de prisa, era Marbella. «Es la mujer más hermosa en mi corazón, te amo, Mar» Se acercó lento como pudo, no podía quitar su mirada de su grácil figura. Ella estaba por salir, cuando se encontró con la fuerza de su mirada. —Lugh… Él se acercó, parecía casi un depredador ante su presa, moría por probar sus labios, volver a amarla como en el pasado. Ella tomó la toalla, cubrió su cuerpo, Sus manos estrecharon su cintura, no pudo escapar, sintió como estaba por reclamar sus labios, cuando ella la detuvo. —Lugh, basta, los niños están aquí, además, no quiero esto… Lugh bajó la mirada con tristeza, asintió, domin
Todos se unieron para buscar a Celestia. Cory y la abuela se quedaron con Magnolia y Clyde, quienes no dejaban de llorar. —Quiero ver a Celestia, no quiero que nada le pase a mi hermanita. Clyde abrazó a Magnolia. —Celestia va a volver, Celestia no puede abandonarnos —dijo Clyde. Cornelius corrió desesperado hacia el bosque, Lugh lo siguió y Marbella fue tras él. Sin embargo, se dispersaron tanto, que Marbella quedó varada por un rumbo, Lugh se fue tan rápido, que ni notó que ella iba detrás, siguiéndolo, Marbella, por cara dura, se negó a hablarle. Miró, a todos lados, pronto iba a oscurecer, temía que si la niña estaba por ahí, tendría frío o se asustaría. Hasta que escuchó ese llanto. Se quedó en silencio, siguió el sonido, entonces la encontró. Celestia estaba en el mismo lugar que ella adoraba, bajó el árbol de magnolia. —¡Celestia! —exclamó al verla La niña alzó la vista, chilló. —¡Quiero a mi mamá! Marbella la cargó en sus brazos. —Tranquila, cariño. —¿Mi mami se
El señor Peterson subió a su auto, condujo, mientras escuchaba la grabación de la plática que había sostenido con el señor Bradley, asintió al aprobar que tenía las pruebas para hundir al último hombre que estaba detrás de la mala suerte del señor Ackerman. —Otro caso resuelto, muy bien, debo enviar las pruebas al señor Ackerman. Peterson observó que ya casi iba a oscurecer, decidió detenerse a un lado de la carretera desolada. Escribió un correo electrónico, adjunto la grabación, y envió el correo, sin embargo, su teléfono se apagó por falta de batería, antes de que el correo se enviara, maldijo entre dientes, solía olvidar cargar su teléfono, pero se alegró de tener una pila portátil, abrió la guantera, tomó la batería, y de pronto sintió ese golpe contra su auto, miró por el espejo, sintió rabia, pero luego tuvo miedo. ¿Qué clase de loco o ebrio podría chocar a un auto estacionado, fuera del camino? El hombre iba a encender el auto para irse, cuando un hombre romper su ventanil
Lugh volvió a casa, antes de bajar del auto recibió una llamada, respondió. —Hola. —¿Habla el señor Lugh Ackerman? —Sí. —Le llamo de la agencia del señor Peterson, por desgracia el señor Peterson falleció anoche, hubo un asalto en la carretera de vuelta a GreenBlue. La policía está investigando el incidente. Lugh tuvo un escalofrío. —¡Dios mío! —Sé que el señor Peterson tenía negocios con usted, por ahora, se detendrán todos los trabajos que él tenía, pero después, podremos renovarlo, le estaremos notificando. —Entiendo, lamento mucho esta noticia. Lugh colgó la llamada, pensó en lo que le dijeron. —¿Esto tendría algo que ver con…? ¡Oh, no, Lugh, claro que no! Estás alucinando —musitó. Lugh bajó del auto, observó la noche, pensó en las palabras de Marbella. «Sí, Marbella, yo fallé, pero ¿por qué tienes tanto orgullo? Me equivoqué, ¿cuántas veces debo pedir perdón hasta que me des una oportunidad de demostrarte que soy el único hombre que amarás?», pensó Luego, una gran ide
Por la noche. Amelie se encargó de que todo estuviese listo, revisó las mesas que colocaron los meseros en el jardín, las luces, la comida y el vino. —¿Qué te parece, Orson? Orson estaba a su lado, pero distraído, Amelie le miró con duda, tocó su hombro, el hombre volvió a la realidad, le dedicó una sonrisa. —¿En dónde está tu mente, querido? El hombre negó. —Estoy bien, lo siento, todo es perfecto. Estoy seguro de que a Cory le encantará. Bryce llegó, saludó a todos, pero Orson tenía un rostro severo al recordar las palabras del abuelo Blard. Apartó a Bryce de ahí, lo llevó cerca de una puerta, lejos de Amelie y la abuela. —¿Y ahora qué quieres, querido padre? —Cállate —murmuró Orson, y lo obligó a hablar más bajo—. Escucha, te haré una oferta, la última oferta que te haré, pídeme el dinero que quieras, pero vete lejos de aquí, y no te cases con Cory. Los ojos de Bryce le miraron incrédulos. «Esta es mi mejor oferta, con ese dinero puedo irme lejos con Marbella a empezar u