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Marbella no podía dejar de llorar, el pasado se mezclaba con las palabras crueles que Lugh le dijo alguna vez. Se levantó luego de eso, notó que ya era el amanecer, ella no había dormido tanto. Decidió irse a dar un baño. Cuando se hizo más tarde, llamó a la abuela. —Hola, abuela, ya que el fin de semana es el cumpleaños de Noli, pensé si podemos adelantarlo el día de hoy, es que ella quiere ir a un parque de diversiones, pero, me gustaría que hoy lo festejemos con ustedes, no tienes que hacer nada, un pastel, unos globos, ella será feliz. —¡Oh, cariño, claro que sí! ¿A qué hora vendrán? Marbella sonrió. —Estaremos ahí por la tarde —aseveró. Cuando Marbella colgó la llamada, se miró al espejo. —Es hora de que pagues por todos tus pecados Vanessa —murmuró como si fuese una sentencia de muerte. Lugh detuvo el auto en casa, bajó, Niall que estaba desayunando en el jardín, se levantó y corrió hacia él. —¿Qué te pasó, Lugh? Parece que vienes del infierno. —Vengo de un infierno,
Marbella miraba a la mujer con ojos severos, y una sonrisa despiadada. —¿Así que creíste que tu mentira duraría mil años, mujer? Lástima que no hay tonto que te la crea por tanto tiempo, ni secreto que perdure. —¡Son mentiras! No he hecho nada malo, ¡lo juro, Lugh! Piensa en nuestra hija, Lugh, Celestia sufrirá por mi ausencia. —Con lo mala madre que has sido, no creo que mi hija te recuerde. Pina corrió a abrazar a su hija. Vanessa al fin se levantó del suelo. —¡Es toda una mentira! ¡Soy inocente! Marbella me ha acusado, seguro de que pagó mucho dinero, como ahora es rica, pagó para que ese hombre mintiera y dijera cosas falsas de mí, ¡soy inocente! —¡Mejor cállate! Ahórrate las mentiras para cuando llegues con el juez, te aseguro que pagarás por haber enviado a un hombre a la cárcel, cuando la delincuente intelectual has sido tú, quisiste destruir mi vida, lo hiciste, pero ahora, te ha llegado tu día, ahora yo arruinaré tu vida. Vanessa lanzó un gruñido, como si fuese una hie
Marbella llegó a la mansión, los niños lloraban. Ella se puso frente a ellos, le dolía ver lo que había ocasionado con sus palabras crueles, y ahora se arrepentía. —Mami, ¿por qué te enojas? —exclamó Magnolia Marbella tocó su pecho, ahí yacía una gran culpa, sus lágrimas cayeron y Noli corrió a abrazarla. —No llores, mami —dijo Noli. Clyde también la abrazó. —No llores, mamita, por favor, no quiero verte triste. Marbella los abrazó. —Lo siento, no quise arruinar la fiesta, ¡lo siento! Perdónenme, por favor. —No estoy enojada, mami, no lloremos más, ¿sí? Marbella asintió, acariciando la dulce carita de su pequeña hija. —Vamos, niños, vayan a cambiarse, y luego vamos a comer el pastel de chocolate que hice para ustedes. —¡Sí! —exclamaron al unísono, corrieron a su habitación. —¡Chloe, soy una mala persona! —exclamó Marbella, levantándose, sollozando—. Me volví loca, no me importó nada, ni siquiera los niños, o la pobre Celestia, hubieses visto su carita cuando vio que llevaba
Marbella iba junto a Chloe y los niños, al llegar al aeropuerto, los niños lloraban. —No quiero irme, mami, quiero despedirme de Celestia, y quiero ver a… ¡Mami, no quiero irme de aquí, aquí me gusta, por favor, mami, quedémonos! —exclamó Magnolia. Marbella la abrazó, también abrazó a Clyde. «¿Qué debo hacer, Dios mío? No sé qué debo hacer, solo quiero huir de todo esto», pensó. Escuchó que anunciaban el vuelo, debían estar en la zona para arribar, intentó llevar a los niños que no dejaban de llorar, caminaron a su lado, tomados de la mano. —¡Marbella! Ese grito fue como si viniera de su imaginación, cuando lo volvió a escuchar, se giró a mirar, no era su fantasía, era real, ¡Lugh estaba justo detrás de ella! —¡Papito! —Magnolia soltó la mano de su madre, y corrió hacia Lugh, Marbella no pudo detenerla, viendo como siu hija corría hacia su padre. Las lágrimas rodaron por el rostro de Marbella. Lugh abrió los brazos y la pequeña saltó a ellos como si fuera un salvavidas. —¡Pap
—¡Suéltenla! ¡Ella es inocente! —exclamó Lugh desesperado. —¡Señor, tenemos que llevarla, allá podrán llamar al abogado y arreglar su situación! —sentenció el policía —Chloe… —Exclamó Marbella—. Llamar al señor Harrison, que me libere cuanto antes, cuida a los niños —ordenó Marbella —¡Llamaré al señor Harrison! —exclamó Chloe—. ¡Cuidaré a los niños, no te angusties, Mar! Marbella se calmó. —Iré con ustedes, no tienen que armar un escándalo —sentenció severa, los policías la soltaron, ella miró a sus hijos—. Mamá vendrá pronto, vayan con Chloe. Ella tuvo que salir con ellos, mientras escuchaba a sus hijos que aún la llamaban, fingió una calma que no tenía, no quería asustarlos más. «¡Soy inocente! Dios mío, ¿qué es esto? ¡Mis hijos, debo ser fuerte por ellos!», pensó. Lugh cargó a Magnolia, tomó la mano de Clyde, y fueron al auto. —Iremos a la mansión, los dejaré ahí, y luego iré por Marbella. —¡Papito, salva a mamita, te lo suplico! —Claro que sí, cariño, es toda una confusi
—¡Cállate, Bryce! No te metas en asuntos que no te importan. Bryce enfrentó a Lugh. —¡Todos los asuntos de Marbella son asuntos míos! Lugh lo tomó del cuello de la camisa. —¿Ah sí? ¿Desde cuándo? Contéstame, ¿o es un asunto de tu mente fantasiosa? ¡Entiende, hombre! ¡Marbella nunca te va a amar! ¿Qué haces con Cordelia? Bryce se quedó sin palabras. —¡Ya basta, Bryce! Déjanos en paz, sé lo que hago, puedo defenderme por mí misma. —¿Sí? ¿Así como cuando este infeliz te quiso matar y tuviste que escapar por su culpa? Lugh le dio un fuerte golpe en el rostro, los policías los separaron. —¡Basta! Lugh se calmó, los policías lo dejaron pasar. Marbella subió al auto con Harrison Duncan, que estaba angustiado. Se fueron. Bryce y Lugh aún se miraron fijamente con un desafío. —Ella nunca volverá a ser tuya. Lugh esbozó una sonrisa burlona. —Tú eres un perdedor, entiéndelo, ¡Marbella podrá odiarme, pero me sigue amando! Siempre me amará a mí, en cambio, tú puedes soñar con ella, s
—¿Qué haces, Bryce? —exclamó Cornelius El hombre logró guardar la jeringa sin que lo viera. —Yo… —¡Sal de aquí! Ni siquiera tienes ropa médica. Bryce miró a Vanessa con rabia, salió deprisa. Cornelius miró a la mujer, sintió pena por verla así. —Mira en lo que terminaste, Vanessa; al menos me dejarás en paz, al menos que estés aquí, postrada en esta casa, es un alivio para mí, nuestro secreto está a salvo, Lugh no sabrá la verdad, no me odiará, deberías morir, Vanessa, dejarnos en paz para siempre, así Lugh podría ser feliz con Marbella, y con Celestia, haznos el favor, muérete —sentenció y salió de ahí. Mansión Ackerman. Cuando Lugh llegó, encontró a su abuela despierta. —Hijo, ¿cómo está Vanessa? Me enteré de lo que pasó. Lugh bajó la vista, se veía angustiado. —Vanessa está en coma. La abuela se quedó perpleja. —¡Dios mío! Rezaré mucho por ella, Lugh, lo prometo. Él le agradeció. —¿Y Marbella? ¿Se fue a su casa? La abuela negó. —Se quedó aquí, debe ser porque vio mu
Al día siguiente. Marbella abrió los ojos, se levantó sin mover a los niños, se quedó perpleja, observó a Lugh dormido sobre un sofá. «Tal vez volvió en la noche» Marbella tomó una frazada y la puso sobre su cuerpo. Ella fue al cuarto de baño, se dio una ducha con agua caliente. Lugh se despertó, fue al cuarto de baño, cuando se encontró con esa imagen, su corazón latió de prisa, era Marbella. «Es la mujer más hermosa en mi corazón, te amo, Mar» Se acercó lento como pudo, no podía quitar su mirada de su grácil figura. Ella estaba por salir, cuando se encontró con la fuerza de su mirada. —Lugh… Él se acercó, parecía casi un depredador ante su presa, moría por probar sus labios, volver a amarla como en el pasado. Ella tomó la toalla, cubrió su cuerpo, Sus manos estrecharon su cintura, no pudo escapar, sintió como estaba por reclamar sus labios, cuando ella la detuvo. —Lugh, basta, los niños están aquí, además, no quiero esto… Lugh bajó la mirada con tristeza, asintió, domin