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Marbella sintió que temblaba, estuvo segura de que él podría sentir como su cuerpo se estremecía ante él. Odió ser tan frágil en sus brazos. —Señor Ackerman, ¿puede soltar a la señora Blyth? —exclamó Duncan, solo en ese momento el hombre la liberó Estaba perplejo por lo que había hecho. Marbella fue hasta su auto, con el señor Duncan, él condujo, se marcharon. Lugh se quedó ahí, de pie, atormentado. «¿Qué estoy haciendo? ¡Casi beso a una desconocida, que además es mi peor enemiga laboral! Marbella, ella me recordó a ti, te busco en todos lados, pero presiento que nunca volverás», pensó Marbella llegó a casa, Harrison Duncan la detuvo antes de que bajara del auto. —¿Está bien, señora Blyth? Creo que el señor Ackerman intentó propasarse con usted, le pido una gran disculpa por no estar atento a lo que ocurrió. Marbella negó. —Estoy bien, no se angustie. Ella bajó del auto. Al llegar a la habitación de los niños, los observó dormir, salió de ahí y encontró a Chloe, quien la si
El chofer de Vanessa, y las empleadas del colegio la habían ayudado, la mujer abrió los ojos en la camilla del área de enfermería del colegio. —¿Señora Ackerman, está bien? —exclamó al ver a la mujer tan afligida y con el rostro lívido como nieve. La mujer miró a todos lados confusos. —¿Dónde está Marbella? —exclamó confusa, desorientada. —¿Quién? —¡Marbella Ronsard! —la mujer no dejó de repetir su nombre varias veces, asustada, hasta que se calmó. «¡Ella está muerta, ella no puede volver!», pensó con desesperación, preguntándose si lo que vio hace un momento fue una pesadilla o fue algo real. Empresa Ackerman. Todos estaban reunidos en la sala de juntas. Hasta que Bryce salió. —¿Qué es esto, Lugh? ¿Cómo es posible que esa mujer maneje nuestros tiempos a su antojo? Ha pasado dos horas desde que quedamos en reunidos, y la señora Blyth no aparece —sentenció el abuelo Blard, furioso. Lugh estaba estresado. Bryce llamó por teléfono, estaba en el pasillo, su llamada fue respondid
—¡¿Tú eres Mar Blyth?! —exclamó Lugh sintiendo que todo era irreal, dio un paso atrás. Las personas también estaban muy confundidas, observándola sin entender. «¿Ella es Mar Blyth? ¡No es posible! ¿Y su nuevo apellido es…? ¿Acaso se casó con otro hombre?», pensó Lugh sintiendo como su corazón latía tan lento, se sostuvo de la silla para evitar caer. —¿Cómo es eso que tú eres Mar Blyth, hija? —exclamó el abuelo Blard. —Sí, abuelo, todo tiene una explicación, respecto a nuestros temas personales, les pido que, sobre eso, hablemos esta noche, si me dejan invitarlos a cenar. —Claro que sí, cariño, eres bienvenida a cenar esta noche en nuestra casa, querida —dijo la abuela dándole un abrazo. Marbella esbozó una sonrisa, cuando miró a Lugh pudo ver sus pupilas temblorosas, él había perdido todo su temple. —Ahí estaré, abuela. —¿Y bien? ¿Puedes explicarnos que es esto, Marbella? ¿Así que por esa razón desapareciste de nuestras vidas? No estabas muerta, corriste a los brazos de otro —e
Los ojos de Marbella se abrieron enormes al ver a ese hombre ante ella, se sintió temblorosa. —¿Qué quieres aquí? Lugh se acercó a ella. —¿A qué has regresado? Luego de cinco años, no debiste volver jamás. Ella esbozó una sonrisa que se le antojó cínica. —Hago lo que quiero, puedo volver o irme si me da la gana, tú no eres mi dueño —dijo con la barbilla altiva. Lugh la miró con rabia. —¿Así que fuiste a buscar tu nueva presa cuando saliste de mi vida? Ella sonrió. —Me estás comparando contigo, Lugh, aquí la única serpiente que muda de piel eres tú, y me parece absurdo hablar contigo, déjame en paz, tengo mejores cosas que hablar contigo, y ver como escupes tu veneno —espetó. Lugh no podía creer que ella le hablara de una forma tan cruel, cuando siempre fue una mujer dócil ante su amor. —Es muy cínico de tu parte todo esto, ¡mataste a mi bebé! Da gracias a Dios que no estás presa. Ella se encogió de hombros, sintió que la rabia volvía a su corazón. —¡Pues envíame a la cárce
Lugh corrió afuera del colegio, hasta el estacionamiento, pero ella había desaparecido de su alcance. «Tiene hijos… Marbella tuvo hijos con otro hombre, ¡me olvidó para siempre!», un dolor se clavó como una daga sorbe su pecho, hirió no solo sus sentimientos como su orgullo. —¿Papi? Él miró a Celestia, ¿acaso no había hecho lo mismo que ella? «No, yo jamás amé a Vanessa, ni la desposé, fue un error, pero al menos tuve a mi pequeño tesoro», pensó Lugh cargó a la niña en sus brazos, la llevó hasta el auto para ir a casa. Marbella fue con los niños a casa, les dio la cena. Luego hicieron tarea juntos. Antes habló con ellos. —Clyde, sabes que golpear a alguien no es algo que esté permitido, estoy triste por lo que hiciste, no fue correcto. Clyde hundió la mirada. —¡Lo siento, mami! Es que ese niño malo le pegó a mi hermanita, yo no quiero que nadie le pegue a mi hermanita, siempre la voy a proteger, mamita, a ti también. Marbella esbozó una gran sonrisa, asintió. —Debes proteg
Vanessa tenía ojos tan grandes, casi como si fuesen a salir de sus cuencas. —¡Tú! ¿Cómo demonios volviste? ¿Qué haces aquí? —exclamó gritando, levantándose, como si viera a un fantasma. Marbella solo sonrió. —Tranquila, querida, no soy el monstruo de tus pesadillas, solo soy yo, la misma Marbella de siempre. —Hija, querida, bienvenida. Vanessa bajó la mirada, su madre tomó su mano, se levantó a su lado. —Cálmate, Vanessa —susurró su madre Vanessa pasó del estupor a la rabia, mientras veían como la abuela sentaba a Marbella en una silla. —¡¿Cómo es esto posible, Lugh?! ¿Permitirás que la asesina de nuestro bebé se siente a comer en nuestra mesa y esté bajo nuestro techo? —exclamó con desafío. —Es lo mismo que me he preguntado yo, Vanessa, parece que la familia olvidó que Marbella Ronsard es una criminal, que mató a mi hijo no nato, y luego se dio a la fuga. —¿A la fuga? ¿Acaso no sabes que sufrí un intento de asesinato? Querido exesposo, ¿no estás muy al tanto tú de eso? —excl
Lugh tocó su rostro, sintió rabia, pero al instante supo qué se había pasado con sus palabras. «No debí decir eso, la he ofendido en serio», pensó. —¡Mis hijos no son unos bastardos! Me incriminas a mí, pero ¿no hiciste tú lo mismo? Podría decir lo mismo de tu hija, la diferencia es que no soy tan mala sangre como tú para hablar mal de un niño inocente. —Marbella… —No quiero hablar contigo, Lugh, cuando haya limpiado mi nombre, te lo restregaré en la cara, lo único que si te voy a pedir, es que no me pidas perdón, ahórratelo, porque nunca te perdonaré. Marbella se soltó de su agarre, subió al auto, se fue de ahí. Lugh no lo soportó, tan rápido ella se fue, él subió a su auto, la siguió muy de cerca, hasta que la vio entrar a una mansión, muy cerca de la suya. Él se quedó afuera, a unas cuantas calles. «Ahora es casi nuestra vecina, Marbella, ¿por qué volviste? Has venido a enloquecer mi vida, otra vez», pensó Lugh tomó su móvil, pidió a su secretaria que le pasara el número de
Marbella se puso muy nerviosa al ver a Lugh. Cuando las niñas rompieron el abrazo, Lugh miró a la pequeña —¿Son tus hijos, Marbella? Ella lo miró, asintió. —Hola, ¿Magnolia? —ella asintió—; me encanta conocerte. —¿Usted es el papito de Celestia? Él sonrió, asintió. —Sí, yo soy su papito —Lugh también saludó al niño. —Yo me llamo Clyde. —Mucho gusto, Clyde, espero que les guste mucho el colegio. —Y usted, ¿cómo se llama, señor papito de Celestia? —dijo Magnolia Lugh sonrió. —Me llamo Lugh Ackerman. Los ojos de Clyde se abrieron enormes, pero no dijo nada. Marbella ya estaba demasiado nerviosa, les pidió a los niños que entraran. Clyde tomó la mano de su hermanita, y ella la mano de Celestia, entraron juntos, los tres, al colegio. —Tu hija es tan parecida a ti, Marbella. —Y Celestia es muy parecida a ti. Él sonrió —Sí, de hecho es idéntica a mi padre, hay una foto de él cuando era un bebé que lo comprueba. —Debo irme, nos vemos, Lugh. Él quiso detenerla, no pudo. Cly