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Los ojos de Marbella se abrieron enormes al ver a ese hombre ante ella, se sintió temblorosa. —¿Qué quieres aquí? Lugh se acercó a ella. —¿A qué has regresado? Luego de cinco años, no debiste volver jamás. Ella esbozó una sonrisa que se le antojó cínica. —Hago lo que quiero, puedo volver o irme si me da la gana, tú no eres mi dueño —dijo con la barbilla altiva. Lugh la miró con rabia. —¿Así que fuiste a buscar tu nueva presa cuando saliste de mi vida? Ella sonrió. —Me estás comparando contigo, Lugh, aquí la única serpiente que muda de piel eres tú, y me parece absurdo hablar contigo, déjame en paz, tengo mejores cosas que hablar contigo, y ver como escupes tu veneno —espetó. Lugh no podía creer que ella le hablara de una forma tan cruel, cuando siempre fue una mujer dócil ante su amor. —Es muy cínico de tu parte todo esto, ¡mataste a mi bebé! Da gracias a Dios que no estás presa. Ella se encogió de hombros, sintió que la rabia volvía a su corazón. —¡Pues envíame a la cárce
Lugh corrió afuera del colegio, hasta el estacionamiento, pero ella había desaparecido de su alcance. «Tiene hijos… Marbella tuvo hijos con otro hombre, ¡me olvidó para siempre!», un dolor se clavó como una daga sorbe su pecho, hirió no solo sus sentimientos como su orgullo. —¿Papi? Él miró a Celestia, ¿acaso no había hecho lo mismo que ella? «No, yo jamás amé a Vanessa, ni la desposé, fue un error, pero al menos tuve a mi pequeño tesoro», pensó Lugh cargó a la niña en sus brazos, la llevó hasta el auto para ir a casa. Marbella fue con los niños a casa, les dio la cena. Luego hicieron tarea juntos. Antes habló con ellos. —Clyde, sabes que golpear a alguien no es algo que esté permitido, estoy triste por lo que hiciste, no fue correcto. Clyde hundió la mirada. —¡Lo siento, mami! Es que ese niño malo le pegó a mi hermanita, yo no quiero que nadie le pegue a mi hermanita, siempre la voy a proteger, mamita, a ti también. Marbella esbozó una gran sonrisa, asintió. —Debes proteg
Vanessa tenía ojos tan grandes, casi como si fuesen a salir de sus cuencas. —¡Tú! ¿Cómo demonios volviste? ¿Qué haces aquí? —exclamó gritando, levantándose, como si viera a un fantasma. Marbella solo sonrió. —Tranquila, querida, no soy el monstruo de tus pesadillas, solo soy yo, la misma Marbella de siempre. —Hija, querida, bienvenida. Vanessa bajó la mirada, su madre tomó su mano, se levantó a su lado. —Cálmate, Vanessa —susurró su madre Vanessa pasó del estupor a la rabia, mientras veían como la abuela sentaba a Marbella en una silla. —¡¿Cómo es esto posible, Lugh?! ¿Permitirás que la asesina de nuestro bebé se siente a comer en nuestra mesa y esté bajo nuestro techo? —exclamó con desafío. —Es lo mismo que me he preguntado yo, Vanessa, parece que la familia olvidó que Marbella Ronsard es una criminal, que mató a mi hijo no nato, y luego se dio a la fuga. —¿A la fuga? ¿Acaso no sabes que sufrí un intento de asesinato? Querido exesposo, ¿no estás muy al tanto tú de eso? —excl
Lugh tocó su rostro, sintió rabia, pero al instante supo qué se había pasado con sus palabras. «No debí decir eso, la he ofendido en serio», pensó. —¡Mis hijos no son unos bastardos! Me incriminas a mí, pero ¿no hiciste tú lo mismo? Podría decir lo mismo de tu hija, la diferencia es que no soy tan mala sangre como tú para hablar mal de un niño inocente. —Marbella… —No quiero hablar contigo, Lugh, cuando haya limpiado mi nombre, te lo restregaré en la cara, lo único que si te voy a pedir, es que no me pidas perdón, ahórratelo, porque nunca te perdonaré. Marbella se soltó de su agarre, subió al auto, se fue de ahí. Lugh no lo soportó, tan rápido ella se fue, él subió a su auto, la siguió muy de cerca, hasta que la vio entrar a una mansión, muy cerca de la suya. Él se quedó afuera, a unas cuantas calles. «Ahora es casi nuestra vecina, Marbella, ¿por qué volviste? Has venido a enloquecer mi vida, otra vez», pensó Lugh tomó su móvil, pidió a su secretaria que le pasara el número de
Marbella se puso muy nerviosa al ver a Lugh. Cuando las niñas rompieron el abrazo, Lugh miró a la pequeña —¿Son tus hijos, Marbella? Ella lo miró, asintió. —Hola, ¿Magnolia? —ella asintió—; me encanta conocerte. —¿Usted es el papito de Celestia? Él sonrió, asintió. —Sí, yo soy su papito —Lugh también saludó al niño. —Yo me llamo Clyde. —Mucho gusto, Clyde, espero que les guste mucho el colegio. —Y usted, ¿cómo se llama, señor papito de Celestia? —dijo Magnolia Lugh sonrió. —Me llamo Lugh Ackerman. Los ojos de Clyde se abrieron enormes, pero no dijo nada. Marbella ya estaba demasiado nerviosa, les pidió a los niños que entraran. Clyde tomó la mano de su hermanita, y ella la mano de Celestia, entraron juntos, los tres, al colegio. —Tu hija es tan parecida a ti, Marbella. —Y Celestia es muy parecida a ti. Él sonrió —Sí, de hecho es idéntica a mi padre, hay una foto de él cuando era un bebé que lo comprueba. —Debo irme, nos vemos, Lugh. Él quiso detenerla, no pudo. Cly
Clyde corrió por el pasillo del colegio, escuchó que sonó el timbre al receso, y llegó con su hermanita. —¡Noli! ¡Noli! —exclamó Clyde —¡Clyde! —Ya encontré a tu papito —dijo el niño emocionado. Los ojos de la pequeña se abrieron enormes. —¿De veritas, hermanito? ¿Dónde está mi papito? —Es el señor Lugh, ¡el mismo papito que Celestia! Magnolia se quedó boquiabierta, no podía creerlo, se quedó pensativa por un segundo, tratando de que su pensamiento infantil pudiese entenderlo. —¿Sí? —¡Sí! Celestia apareció ante ellos, Magnolia la miró de pronto. —¡Eres mi hermanita, Celestia! Celestia la miró confusa, pero Magnolia la abrazó con fuerzas. —¿Hermanita? —Tu papito y el mío, ¡es el mismo! —¿Cómo es eso? —Pues que tienen las dos el mismo papito. Celestia hizo un gesto de sorpresa, pero al instante se puso muy feliz, abrazó a Magnolia con fuerza. —¡Entonces, eres mi hermanita! Te vas a quedar conmigo para siempre, no voy a estar sola nunca más —dijo feliz Clyde hizo una ca
—¡Se acabó la hora de visita! —dijo el guardia El señor Peterson se sorprendió, no llevaban más que unos minutos hablando, vio como otro guardia le mirò con recelo, y llamó por teléfono «Pensé que este caso sería fácil, veo que hay gente que está moviendo los hilos, creo que la señora Marbella Ronsard es inocente», pensó El hombre salió, condujo su auto, y cuando vio que lo siguieron paró en la comisaria, solo así dejaron de seguirlo. Bryce recibió una llamada poco después. —¿Cómo pudiste perder a ese tipo? ¿Qué es lo que quiere? —No lo sabemos, pero esto es muy extraño. —Bien, hay que vigilar a John Kansas y a su familia, llegó el momento de que ese hombre muera. Bryce colgó la llamada, estaba en ese restaurante, cuando Orson Ackerman entró. Él sonrió al verlo, era una sonrisa burlona. —¿Qué quieres? —Lo mismo de siempre, querido papito, más dinero. Orson no hizo ningún gesto, le tendió un cheque, el hombre se fue. Orson lanzó un suspiro, estaba agotado de Bryce y de sus
«Mi cuerpo se estremece ante la sensación de sus labios sobre los míos, tiemblo, no puedo controlar mi cuerpo, no puedo evitar responder ante sus besos», pensó Marbella Ella volvió en sí, empujó a Lugh. —¡No me beses, Lugh! —¿Por qué? Respondiste a mi beso, Marbella, sé que aún me amas. Marbella abofeteó su rostro. —No tienes tanta suerte, yo solo te odio. Él la regresó a sus brazos, ella se volvió frágil al sentir su mirada, estaba a punto de volver a besarla, entonces, ella se sintió trémula, se desvaneció en sus brazos con la lluvia fría que empapaba su cuerpo. Lugh tuvo terror de verla tan frágil entre sus brazos, la cargó y la llevó al auto. Manejó hasta su casa. Al llegar fue Chloe quien los recibió, al ver a Marbella tan lívida y débil en los brazos de su exesposo se sorprendió. —¿Qué le pasó? ¿Qué le hiciste? —Nada, ella se desmayó, la traje, está empapada por la lluvia, podría llevarla a su alcoba. Chloe titubeó, pero aceptó, subieron a la habitación. Clyde que abr