En la habitación principal de la hacienda Arrabal, Egil toma su tercera copa de vino antes de darle el pase a Ana Lupot.Adelaide mira a la joven y un sentimiento extraño se apodera de ella. Está hermosa.—Por favor, siéntate —Ordena Egil luego de saludarla con un beso en su mejilla. Adelaide se estremece al ver la forma en que él la trata. Hace un asentimiento hacia él e intenta salir, pero Egil se lo impide.—No dije que podías retirarte —Adelaide queda estática en la puerta—. Usted se queda.—Puedo volver cuando hayan terminado de cenar —La joven intenta encontrar un motivo para irse.—¡Dije que te quedas! Quiero que nos atiendas.Adelaide se da vuelta y asiente. Sabe que no le queda de otra que acatar las órdenes de su esposo, pero si le diera a elegir, preferiría no mirar nada de lo que ellos hacen.Egil y Ana empiezan a hablar mientras cenan de una manera muy confidente e íntima, una que pone a Adelaide bastante incómoda.Ella se impresiona por la manera que Egil la trata y hast
—Sé que quizás te resulta un poco molesto pensar en que alguien más tenga la atención de tu marido —Continúa, Irene—, pero en el caso de Egil te puedo asegurar que no tiene ningún tipo de vínculo emocional con esa mujer. Él ni siquiera habla con ella, además de lo estrictamente necesario. Para él es solo sexo casual, cuando se canse, dejará de buscarla.—Disculpa que la contradiga, señora, pero su sobrino tiene mucha consideración hacia Petra. Creo que el vínculo que usted dice que no tiene con Ana, lo tiene con ella. Él ni siquiera quiso oírme cuando le traté de explicar lo que había pasado cuando me castigaron.—El caso de Petra es diferente, querida. Ella es una mujer calculadora y ambiciosa. Lastimosamente, aprovechó el momento indicado para quedar como heroína frente a los ojos de Egil y ha sacado todos los beneficios posibles a partir de ese momento.—Pero si la mantiene aquí viviendo en la hacienda y además, sirviéndole ya sabe cómo, es porque algo le atrajo de ella. La verdad,
—Lo más seguro es que si mi primo te manda llamar a su habitación, su esposa se quede a observar todo lo que hacen —Se burla, Lidia. Petra la mira con ira contenida, aunque ahora mismo lo que desea es saltar encima de ella, fue advertida por Egil que debe comportarse. Mostrar serenidad ante sus ojos es su prioridad ahora y no perder lo que tanto le ha costado conseguir—. Me parece que Egil está tomando muy en cuenta a su esposa, tanto que la tiene de perrito faldero y no deja que ninguna sirvienta lo atienda, excepto ella. Dicen que hasta permite que sea ella quien elija los trajes que debe usar todos los días.—Es cierto. A mi primo se lo nota bastante apegado a ella, además, ahora que es la encargada de la casa, todos los sirvientes y guardias la respetan mucho—. Añade Sonia, sorbiendo de su té—. Con la ayuda de la tía Irene están haciendo muchas modificaciones en las rutinas del primo y no se ha escuchado ni una negativa por parte suya.—¿Qué pensará Lilith de todo esto? —pregunta
En el momento que Adelaide regresa a la habitación de su esposo para preparar el baño, él aún sigue con los ojos cerrados. Ella se arrodilla a su lado y lo despoja de sus zapatos, aprovecha para darle algunos masajes y buscar su bata.El baño lo deja listo en un rato.Cuando Egil se levanta para ir hasta la bañera, nota al instante la mancha roja en la cara de Adelaide. Mientras ella lo ayuda a quitar su saco, él la mira detenidamente. Sus dedos pican por quitarle ese mechón de pelo cobrizo que cae suavemente sobre su frente y ver el tono exacto de sus ojos.—¿Quién te hizo esto? —Pregunta en tono firme, pero bajo. Adelaide lo mira directamente a los ojos por unos segundos— ¿Quién le dio ese golpe en el rostro?—Tuve un encuentro con Petra en el pasillo cuando me dirigía aquí —Titubea, Adelaide. Egil la mira con las cejas fruncidas.—¿Ella te hizo esto? —Egil toma su mentón con los dedos y mira la marca roja minuciosamente.—Sí, fue ella —Adelaide traga grueso al contestar. Tiene much
Nadia se queda mirando por la ventana por un largo rato para sosegarse. Nora le salvó la vida y la mantuvo oculta todo este tiempo para que nadie pudiera darse cuenta de que había sobrevivido, curó cada una de sus heridas sin siquiera conocerla o pedirle algo a cambio, debe confiar en ella.—Ven a comer que se te va a enfriar la sopa —dice la anciana desde la mesa—. No te preocupes tanto, ya tengo listo lo que usaremos. Será fácil y rápido.Lo dicho por la mujer hace voltear a la princesa. Nora señala con el dedo unos frascos con un líquido azulado. Nadia vio cuando ella los estaba preparando ayer de noche, pero pensó que eran unos de esos mejunjes que lleva al hospital para los leprosos.—¿Qué es eso? —Se acerca e intenta tocar la botella, pero Nora se lo impide.—Nuestra arma, Nadia —Contesta simplemente, Nora—. Come y trata de descansar porque mañana será un día crucial para el comienzo de tu venganza.Nadia asiente y luego de ayudar a la mujer a lavar los platos, va a descansar co
—¡¿Qué significa esto?! —Grita el hombre al despertar y encontrarse totalmente atado de manos y pies de una gran madera del techo—. ¡¿Por qué me tienen atado?!El lugar es maloliente y oscuro. Parece ser un viejo establo, hay todo tipo de animales recorriendo por el sitio. El techo está lleno de agujeros por donde se cuela el agua de la lluvia y a sus pies solo hay charco.—¡Libérenme ahora mismo porque no serán capaces de soportar las consecuencias! No saben quién soy y ni de lo que soy capaz. Nadia lo mira desde una ventana a su espalda, con una sonrisa macabra en su rostro que presagia el aterrador destino que le espera a ese hombre.—El bello durmiente al fin despertó —La voz de Nadia lo sobresalta. Él intenta voltearse para saber su posición—. ¿O debería llamarte Lucio? Lucio Burnett, conocido ladrón, violador y asesino de mujeres.—¡No puedes acusarme de lo que no tienes pruebas, maldita! Mis hombres me buscarán y cuando me encuentren, terminaré lo que no hice antes.La joven s
Nadia, baja del auto y entra al establo donde prepara algunas cosas antes de bajar a Pedro, pero cuando va saliendo de allí, el policía la intercepta en la puerta.La joven se lleva la mano al pecho para aminorar el susto al ser descubierta. ¿Acaso la vio subir a ese hombre al auto y por eso la siguió? El policía le apunta con su arma mientras se acerca lentamente.—Señorita Nadia Valencia, en nombre de su padre, Bahram Valencia, ordeno que venga ahora mismo conmigo a la jefatura antes de entregarla a su familia.El policía mira a su alrededor con cautela por si alguien más se encuentre en el lugar.—Estoy sola y desarmada, oficial —dice Nadia buscando tregua—. No es necesario que me amenaces con tu arma. ¿Qué podría hacer yo, una mujer débil, para luchar contra un hombre grande como tú?—No te estoy amenazando, señorita. Solo me estoy asegurando de que no haya alguien que me ataque de sorpresa. —Te repito que estoy sola. Si deseas puedo mostrarte el resto de la casa. Vivo con una an
Nadia, Nora y el oficial Peña llegan al pueblo de Vinoxy e investigar sobre los dos hombres, es más difícil de lo que creían. Ninguno de los tres consigue nada relevante, aunque algunos dicen haberlos visto por la casa de una prostituta la noche anterior con otro hombre mayor, pero que desconocen el nombre. Peña aprovecha que las mujeres se encuentran distraídas y llama a uno de sus camaradas para que le dé un mensaje al mismo Bahram Valencia con la ubicación de su hija Nadia. Sabe que está fallando a la promesa que le hizo a la joven, pero fallar a su juramento como policía es mucho peor, según él.Nora, quien lo observa de manera disimulada desde un punto, se da cuenta de su intención y tras escuchar su conversación telefónica, busca inmediatamente a Nadia. Le comenta lo que escuchó y ambas tienen claro lo que se debe hacer con él. El oficial ya debería saber que Nadia no perdona ninguna traición.Luego de muchas búsquedas y sin dar con alguna pista que los conduzca al hombre que h