El conductor del taxi le preguntó a Amelia a donde la llevaba, ella estaba que se soltaba a llorar, sentía que el corazón se le quería salir de su pecho. Pensó por un momento a dónde ir, tenía la sensación de haberlo pedido todo, se encontraba sola como nunca antes y sentía miedo.
Debía distraer a la gente de Marino, sabía que sus ojos estaban encima vigilando cada uno de sus movimientos; entonces le indicó que la llevara al centro comercial que Silvia frecuentaba. Tenía planeado disfrazarse y de allí poder escapar.***Ignacio subió a ver a la niña, tenía su otro cubierto por la tristeza que lo había invadido. Lucrecia y Diego estaban serios; la escena parecía como si todos ellos estuvieran en un funeral.Lucrecia miró a Ignacio y con tono de reproche le dijo:—Espero que no tengas que arrepentirte deSilvia se vistió con una diva de rojo para sorprender a Henrry. Eran las ocho de la noche, ya se había puesto el vestido, este era largo, de un corte liso y pegado a su cuerpo, se sostenía sobre sus hombros con un par de tiras muy finas que dejaban al descubierto su piel tersa. Ernesto entró a la habitación donde ella se estaba arreglando y le entregó una copa de coñac. —Sé que aún es temprano, pero te traje este coñac, lo vas a necesitar. —Cada vez me sorprendes más, ya parece que me lees el pensamiento. Gracias por la copa. —Ella bebió un sorbo, Ernesto se acercó y con sumo cuidado le tocó el hombro, mirándola con admiración; luego deslizó sus dedos a lo largo del brazo con delicadeza, llegando hasta el codo, y volvió a subir despacio, después puso el dedo sobre sus labios maquillando en rojo. —Tienes la piel c
Ernesto quería detener a Silvia e insistió diciendo:—Solo déjalo, puedes continuar con tu vida y dejar el pasado atrás, sobre todo ahora que Marino jamás podrá sospechar que escapaste del país. —Ella con dureza le dijo:—Tengo que enfrentar a Henrry, si no lo puedes entender es mejor que te apartes de mí camino.—No te enojes, solo me preocupo por ti.—¿Desde cuándo te volviste tan miedoso? antes no te temblaba la mano para destruir a tus enemigos, por eso me gustaba andar contigo.—No me he vuelto miedoso, yo mismo podría matar a Henrry y a esa usurpadora si tú me lo pides. Lo teníamos todo planeado, solo debo llamar a Marino y contarle que Henrry y tu fueron los que lo entregaron, así él se hará cargo de ellos y a ti no te pasará nada.Silvia no le contestó nada, se fue a una lad
En casa todos comenzaron a notar que Amelia no estaba feliz como de costumbre; en su mirada era evidente la tristeza que la embargaba, tenía el semblante decaído, pero no les compartió nada d lo que sentía e intentaba disimular.Rita y Nora hablaron del asunto con Fabiola que se encontraba en la casa.—Algo le sucede a Amelia, nunca la había visto así. —Nora les dijo:—Tal vez sigue sufriendo por Mario, al fin y al cabo él fue el que destruyó todas sus alusiones. —Fabiola agregó:—Me da la impresión de que a Amelia le sucede algo más.—¿Por qué no intentas hablar con ella —Le dijo Rita—. Tal vez contigo se desahogue.—Lo intentaré.Al lado de su familia Amelia se sentía mucho mejor. Junto a ellos podía sentir que las cosas serían más llevaderas. Meditó en el
Fabiola le consiguió a Amelia un tinte color chocolate oscuro.—No te preocupes por el bebé, este tinte es orgánico.—Está bien Fabiola, gracias.—Mañana te cambio el look, lástima que Ignacio no podrá ver tu cambio.—No creo que le importe, ahora solo tiene ojos para esa tal Liliana.—Hablas como una esposa celosa —De pronto sonrió con picardía—. Sabes, me encantaría conocer a Ignacio; un día de estos, deberías ir a visitar a los niños y me llevas contigo a su casa.—Sabes que no puedo regresar a esa casa, Marino ya debe estar buscando a Salvia; además Ignacio vive en la casa que le compró a... la otra.—A la amante.—No sé si ese término sea el correcto para ella.—Las cosas hay que llamarlas por su nombre, él es un hombre casado
A Pedro le pareció algo absurdo que Amelia quisiera regresar al pueblo después de lo que había sucedido con Mario y Rosalía. Él se lo dijo a Rita.—Sé que algo le pasa a mi hija, estoy seguro que algo sucede que ella me lo está ocultado—Lo mismo pienso yo; ¿será que en esa casa donde trabajaba le hicieron alguna cosa que no desea contarnos?—No lo sé, pero la noto muy nerviosa todo el tiempo.—Bueno, yo creo que si ella se siente más segura en el pueblo pues debes llevarla allá.—Si nos iremos el domingo en la mañana.—¿Y qué piensan hacer con esas arpías que siguen en tu casa?—Tendrán que irse, Amelia es más dueña de todo que ellas, no olvides que esa es la casa que le compré a mi primera esposa.—Quién sabe si Amelia sea capaz de echarl
A Lupe la llevaron a una casa en un lugar remoto, la metieron a una habitación vacía y la dejaron tendida en el suelo con las manos amarradas durante toda la noche. Ella no pudo dormir, la pasó en vela pensando en su destino, en lo que ellos tenían pensado hacerle.Al otro día en la mañana oyó el ruido de la chapa de la puerta cuando le metieron la llave. Era el grillete, el hombre la miró como una fiera a punto de cazarla. Rápidamente se acercó a ella, la agarró de un brazo y la levantó con brusquedad.—¡Camine! —Le dijo con la voz ronca y la sacó de donde estaba. La condujo al sótano de la casa. Cuando ella vio las escaleras antes de bajar sintió mucho temor, nada bueno podía esperar si la llevaban a ese lugar que desde ya vislumbra frío y oscuro; cosas horribles le pasaron por su mente. Como se quedó paralizada el hombre la empu
Ignacio se llevó a los niños a pasar el día con Karin. Ella preparó el almuerzo mientras él fue con ellos a la cancha de básquet que había dentro del complejo de casas donde vivían.Cuando regresaron fueron a ducharse y Karin preparó la mesa. Ella se había esmerado en complacer a los niños para ganar su cariño, pues se suponía que pronto Ignacio la iba a presentar a la familia, y quería que los pequeños fueran de mucha ayuda para que todos la aceptaran, sobre todo Jr. que le había costado más ganárselo, aunque él no la había rechazado, tampoco se había mostrado muy afectuoso con ella.En la tarde después de dormir una siesta salieron al parque de diversiones como Karin se lo había propuesto a Ignacio. Jr. estaba un poco más animado, Ignacio fue con el niño a subir a una atracció
Lupe no tenía claro el nombre del barrio donde vivía la familia de Amelia, tampoco conocía su apellido. El domingo por la noche Marino ordenó que la llevaran a comer con él a solas en la mesa. Pretendía que Lupe se relajara, se sintiera más en confianza y soltara más de lo que sabía.Cuando estaban sentados en la mesa, él le hizo varias preguntas que ella ignoraba, como el apellido de Amelia.—¿Cómo en tantos meses que la tuvo tan cerca no se enteró de cuál era su apellido o de su procedencia? —Lupe nerviosa respondió:—No hablábamos mucho, y menos de esas cosas, es que ella se cuidaba de no dejarse descubrir en la casa, siempre estaba muy asustada. —Cuando le llevaron la comida, esta estaba en vasijas con tapa, como de un restaurante Michelin. Marino le hizo señas al mozo, este le acercó las vasijas y despu&