***Amelia le Preguntó a Ignacio:—¿Qué nos sucedió? —¿Te refieres a…—Lucrecia me dijo que tuvimos un accidente automovilístico. —Igancio se sentó erguido.—Si, fue un accidente, en una autopista, estaba lloviendo mucho y perdí el control del auto. Ambos luchamos por salir ilesos, casi no sobrevivimos. Estuve en coma durante tres semanas… pero desperté, igual que tú vencí a la muerte, regresé a la vida para protegerte a ti y a toda mi familia. ***Jr. y Mari Ángel llegaron del colegio al mediodía, Diego llegó casi igual que ellos acompañado por su primo Andrés.—¡Qué bueno que viniste a almorzar con nosotros! —Le dijo Lucrecia a Diego, ya que él se había quedado viviendo en la casa de la ciudad.—Vine por… Por lo de Silvia. —Respondió Diego.—¡Hoy ha sido un gran día para esta vieja mansión! Y tú Adresito debes estar ansioso por verla.—Todos quieren verla tía, si vieras el revuelo que hay en el grupo con la noticia, pronto esta mansión se llenará de gente q
Ignacio estuvo intranquilo toda la noche, y no aceptó que le administrarán tranquilizantes. Por la mañana no quiso continuar en la clínica, le pidió a Andres que le consiguiera ropa y se marchó por encima de la orden del doctor Hernandez, quien le advirtió que su estado de salud era delicado.—No me quedaré aquí cuando sé que mi hija está desaparecida.—Es precisamente por sus hijos que debe cuidar su salud, si algo le sucede será peor.—Le agradezco todo lo que ha hecho por mí doctor, pero no me voy a quedar. Andrés le llevó ropa, Ignacio se alistó y fue a ver a Diego. Él estaba despierto, pero había sufrido una parálisis facial. Diego estaba sentado en la cama y se veía cabizbajo. Ignacio lo abrazó.—De verdad creí que estabas muerto cuando te vi tendido sobre un charco de sangre. —Diego no podía mover bien su boca, pero intentaba hacerlo.—Por poco muero… tú que haces de pie.—No puedo quedarme aquí. Tengo que hacer algo —Se acercó y en voz de susurro le dijo:—Silvia y Ernesto
Ignacio fue a la habitación de Jr. Y se sentó al lado de su hijo en la cama. El niño cabizbajo le dijo:—¿Cuándo vendrá Mari Ángel? —Ella vendrá pronto.—Dicen que la secuestraron hombres muy malos. —Ignacio pensó por varios segundos en qué responder.—¿Te puedo decir un secreto? —Si.—No puedes decírselo a nadie.—Te prometo que no se los diré.—Bien —Recostó su cabeza a la de su hijo —. Conozco a la mujer que se llevó a tu hermana, ella es una enemiga que tengo desde hace mucho tiempo.—¿Por qué secuestró a mi hermanita?—Porque ella quiere ser mamá, y se llevó a la niña para criarla, como si tuviera todo el derecho de hacerlo. Esa mujer no le hará daño a Mari Ángel.—¿La vas a dejar con ella?—No, pronto la voy a obligar a devolvermela, ella no tiene ningún derecho sobre mi hija.Ignacio recordó la primera vez que él y Silvia hablaron de divorcio, fue la misma noche que la encontró con otro hombre en un hotel y la sacó de allí a la fuerza.FLASHBACKIgnacio la había sacado del ho
Ignacio llegó al grupo Alcázar, se acercó al escritorio de su secretaria.—Buenos días Andreina.—¡Licenciado! Usted por aquí.—Si, tenía que hacerlo. ¿Mi asistente ya llegó?—Sí, llegó temprano. —¿Dónde está? no lo encontré en su oficina.—Es que hay una junta extraordinaria que el licenciado Alberto convocó a última hora.Ignacio entró a la sala de juntas, todos voltearon a mirar hacia la puerta preguntándose quién los había interrumpido. Alberto sonrió al verlo.—¡Ignacio! ¿Qué haces aquí? ¿Deberías estar en casa descansado, ya que decidiste desobedecer al doctor e irte de la clínica.Ignacio con el semblante serio le dijo:—Yo también me pregunto qué hacen todos ustedes aquí, ¿y a ti quién te nombró presidente supletorio en mi lugar? Eso debería hacerlo Jimena, no tú —Miró a Priscila—. Tú tampoco deberías estar aquí. Alberto le dijo:—Oye Ignacio, ¿qué te pasa? ¿Acaso ya olvidaste que tenemos tantos derechos como Diego y tú de tomar acciones administrativas en esta empresa?—¿U
Más tarde Ignacio fue a su oficina, luego llegó Andrés.—Tu encuentro con Alberto y Priscila fue un choque de trenes como todos los estábamos esperando.—No podía ser de otra manera después de lo que pretenden hacer.—Ya comenzaron los rumores por todos los pasillos del grupo.—¿Qué rumores?—Los partidarios de Alberto dicen que tú pretendes formar una dictadura.—Estoy seguro que esos dos han ido poniendo a todo el mundo en mi contra, desprestigiando mi administración pretenden lograr votos a su favor, —¿Vas a dejar que lo hagan?—Por supuesto que no, acudiré a estancias superiores, debo ir con los que han estado al tanto de todo lo que Diego y yo hemos estado haciendo estos tres años. —Te refieres al tío Ignacio.—Sí, por suerte Diego y yo jamás le hemos hecho algún reproche con respecto a Alejandro, en cambio Alberto y Priscila no fueron para nada prudentes, ni siquiera el día de su funeral repararon en hacer comentarios desagradables e irrespetuosos; no les importó el dolor que
El celular de Silvia repicó, cuando contestó se trataba de Henrry, ella al oír su voz de mala manera le dijo:—¿Qué quieres y por qué llamas a mi teléfono personal?—¿No te agrada escucharme? Después de todo lo que hicimos en nuestro último encuentro, al menos deberías ser un poco más cariñosa, ¿no crees? —¿Qué quieres?—Estoy afuera de tu casa, quiero enseñarte algo. —Silvia blanqueó los ojos.—Ya voy de salida y no tengo…—Solo será un minuto. —Sivia se asomó por la ventana de la habitación, y vio el auto de Henrry afuera.—Está bien, ya bajo a abrirte.—Es mejor que no estén por ahí tus sirvientes, lo que tengo que mostrarte es algo que no querrás compartir con nadie.Silvia bajó y abrió la puerta, Henrry entró la sala. Llevaba consigo una caja mediana.Ella se fue hacia el centro de la sala.—Bien, ¿qué es lo que me quieres enseñar? espero que valga la pena.Henrry se acercó y puso la caja sobre la mesa de centro.—Abrela, es un regalo que preparé para ti. Silvia lo miró con ci
Henrry llegó al bar, sacó la caja que llevaba en el maletero del auto, subió a la oficina y la dejó sobre una encimera. Samuel lo vio llegar y fue donde él estaba, Henrry se había sentado a fumar un cigarrillo y se veía enojado.—¿Qué tienes?—Nada ¿Por qué lo preguntas?—Te ves molesto, mejor dicho, estás molesto.—¡Vaya que me conoces!—Tengo tres años contigo, por supuesto que te conozco. Deberías decirme qué te sucede, de verdad estas últimas semanas te he estado notando inquieto, no estás para nada tranquilo —Se sentó sobre una esquina del escritorio y miró a Henrry a los ojos—. Quisiera que me contaras qué te está pasando.Henrry se quedó mirándolo fijo por algunos segundos, de pronto en un tono frío le dijo:—Maté a Fabiana y a Ernesto Landér… les corté la cabeza a ambos.Samuel se impresionó y abrió grandes sus ojos, luego puso una leve sonrisa.—¿Es broma verdad?—No —Restregó el cigarro contra el cenicero, luego se puso de pie y agregó:—¿Recuerdas aquello que no te quise c
Samuel aprovechó cuando estuvo a solas y le marcó a su jefe para contarle lo que ahora sabía del nuevo cártel, y que este era el causante de la guerra entre cárteles en México. Pero Samuel aún ignoraba que existía otra mujer idéntica a Silvia, y que ella había robado su identidad.—¿Qué más te dijo? —Preguntó el comandante de la policía en México.—Henrry quiere convertirse en el cabecilla de ese cártel.—¿Cómo piensa hacerlo? en cuanto esa gente se entere que él asesinó a su líder seguro intentarán matarlo; no olvides que el Tata es un tipo muy peligroso, trabajó años con el padre de Ernesto.—Tiene cómo llegar a ellos a través de la muñeca; según sé, ella fundó ese cártel junto a Ernesto, ha sido su amante. Ella le pidió que le cortara la cabeza a Fabiana. Henrry mató a su propia esposa para reconquistar a la muñeca.—Hay que detener a esa mujer antes que tome el control de ese cártel. Hablaré con el cónsul para que dé la orden de aprehensión contra Henrry Hernadez, y hay que reunir