Milena llegó a la habitación donde se encontraba Diego, él la recibió. Lo abrazó, él solo habló con la mirada.—Intenté venir antes pero no me dejaron verte.Diego había recuperado un poco el movimiento de su boca.—No quise recibir visitas… es que estuve muy mal, no podía casi ni hablar, pero he mejorado mucho. Me alegra que hayas venido a verme.Ella sonrió.—Te ves guapo como siempre. —Se quedaron viendo a los ojos.—Creí que te habías ido. —Ella con una expresión triste le dijo:—No podía irme después de lo que te sucedió. —Hubo una pausa, luego él agregó:—Gracias por quedarte. Ella le agarró la mano, luego besó sus labios.—Estoy feliz porque estás vivo; Karin me contó todo, de verdad estuviste a punto de morir.—¿Karin está bien?—Si, sólo recibió varios golpes, pero se recuperó en pocos días. —Diego se quedó pensativo, después le dijo:—Karin me contó todo, me dijo la razón por la cual no quieres estar conmigo —Milena agachó el rostro—. Tú no tienes la culpa de lo que ella hi
Lucrecia se topó a Ignacio en el pasillo de la casa, ya era casi las 8 de la noche, ella lo observó de arriba abajo, estaba vestido totalmente de negro, con un suéter de cuello alto, jean y botas.—Vas a salir a esta hora?—Si tía.—Y a donde vas así?—¿Así cómo?—Es obvio que no vas a reunirte con tus amigos.—¿Por qué siempre tengo que darte explicaciones de todo lo que hago?—Es que me parece extraño que vayas a salir vestido así.—Mejor me voy.Lucrecia pareció ser una tía entrometida, pero en sus adentros ella presintió que algo extraño sucedía con Ignacio. Preocupada se acercó a un altar que tenía y rezó por su sobrino.Silvia estuvo un rato en el área de la piscina, había salido a fumar y a esparcir la mente. Más tarde regresó a la casa.Cuando entró se dirigió a la sala para tomar las escaleras al segundo piso. Cuando subió, desde el pasillo oyó a Mari Ángel hablando, creyó que la niña se había levantado y estaba jugando con sus muñecas; entonces entró a la habitación, su rost
Ignacio llegó al auto, iba algo alterado, subió al asiento del copiloto y se abrochó el cinturón de seguridad. La luz de adentro estaba encendida porque Mari Ángel quería ver su elefante. Cassandra notó la cara de consternación que Ignacio traía; volteó hacia él, lentamente estiró el brazo y tocó su muslo, para ayudarlo a sentirse mejor le dijo:—Acabas de lograr por lo menos el setenta por ciento de todo el plan. —Ignacio tenía la mirada hacia la nada y no respondió a su comentario. Varios segundos después le dijo:—Vámonos de aquí. Volteó a mirar a Mari Ángel, Cassandra también y sonrió. Mari Ángel le dijo:—¿Dónde está mi mamá?—Después podrás verla, ahora vamos a casa —La niña chilló:—¡Quiero ir con mi mamá! —Ignacio estaba alterado y le habló con dureza:—Ya te dije que después.Mari Ángel se puso a llorar, él reflexionó.—Perdón, ven para acá mi amor. —Extendió sus brazos y la cargó, suspiró en silencio y puso una falsa sonrisa.—¿Te gustaría comer helado de fresa? —Mari Áng
Era casi de madrugada, el especialista en fotografía confirmó la veracidad de las fotos que el Tata le envió a Marino. Después que el hombre se marchó, el Tigre le dijo.—¿Qué hará con ellos ahora? —Marino estaba lleno de indignación y a la vez consternado.—Se suponía que su amante era Ernesto Landér, al parecer fue una fachada que hicieron para despistarme.—¿Pero quién envió esas fotos?—Alguien que quiere abrirme los ojos.—O tal vez quiere que mates a Henrry. —Tal vez esa persona está dentro de la organización y siempre supo de su burla. Pero los voy a matar a los dos, y a todos los que sabían de esto.—Hay algo más, me avisaron del aeropuerto que ingresó al país una tal Amelia Duarte.Marino lo miró con recelo.—¿Y hasta ahora me lo dices? ¿Dónde está?—El taxi que tomó la llevó a una casa en las afueras de la ciudad, esa casa es de Ernesto Landér.—¿No se supone que anda con Henrry?—Llegó sola.—Mañana iré a buscarla yo mismo.En la mañana Ignacio regresó a la casa con Mari Á
Ignacio fue a cenar con Casandra a su apartamento, pues ella lo invitó. Le contó lo sucedió con el inspector Reyes mientras comían.—Es un viejo sabueso.—Si, pero me mantuve firme, me hice el ofendido por sus sospechas. Admiro la intuición que tiene, no se equivoca, sabe que algo sucede pero no logra discernir con claridad de qué se trata.—Ignora que existen dos Silvias, solo con saberlo descubriría muchas cosas.—No creo que lo descubra, mientras Silvia esté encerrada nadie sospechara nada. Se sorprendió cuando le dije que pagué cuatrocientos mil dólares por el rescate de Mari Ángel.—Lo que te pidió Antonio.—Si, estoy seguro que husmearan mis cuentas bancarias.***Samuel no encontró a Henrry, él no volvió al club, tampoco estaba en su casa; entonces le notificó al jefe.—¡Cómo lo dejaste escapar! se supone que siempre te contaba todo lo que pensaba hacer.—No me dijo que pensaba marcharse, pero estoy seguro que se fue a México.—Averigua entonces sí salió del país con esa mujer,
Se difundió la noticia acerca del asesinato de Ernesto Landér, la policía anunció públicamente que el asesino había sido Henrry Suarez, el sobrino de Marino Suarez, mejor conocido como Marino Calavera. El hombre estaba siendo solicitado por la justicia y se presumía que había regresado a México, también se declaró que Henrry era otro miembro de las calaveras, y que estaba siendo solicitado por la justicia. Marino no dudó un minuto, Henrry se encontraba en México y seguramente estaba con Silvia escondidos en alguna parte, pero ese mismo día recibió una llamada de uno de sus hombres, Henrry se encontraba en la casa de su madre.—El desgraciado traidor anda con su cara lavada. —Dio órdenes de que se lo llevaran ese mismo día. Henrry ignoraba que la justicia lo estaba buscando por el asesinato de Ernesto Landér, en cuanto lo supo se imaginó que había sido Silvia quién lo había delatado, "¿quién más podría hacerlo?" Pensó, pero no se le ocurrió que podría ser Samuel.—Perra desgraciada,
Llevaron a Henrry a una de las casas de campo de Marino y de inmediato lo condujeron a la sala de juegos, donde el narco se encontraba. Marino estaba con otros dos hombres de confianza y el Tigre jugando billar.Obligaron a Henrry a sentarse en un sofá, había silencio en esa sala, a excepción del ruido producido por las bolas al colisionar unas contra otras y contra los bordes de la mesa.Pasaron como dos minutos, los cuales fueron eternos para Henrry. La frente le comenzó a sudar y su corazón palpitaba a millón, la espera era por si sola una tortura, aunque en sus adentros estaba maquinando el modo de salir ileso de esa situación.El silencio de Marino era tan atormentador como tener una pistola apuntándole a la cara. Toda su vida había sido un calavera, sabía cómo pensaban y actuaban, especialmente con loa traidores… él era uno de esos, había fallado, había traicionado al más importante de todos los calaveras, se había acostado con su mujer; Henrry presentía que Marino ya lo sabía
El médico examinó a Silvia, su estado de salud se había deteriorado aún más, ya tenía espasmos por las horas que no había consumido drogas; además se había arrancado el vendaje de la herida que Ignacio le causó cerca del hombro. En su caso solo había dos opciones: rehabilitarse o continuar el habitual consumo de estupefacientes.Después que el doctor habló con Ignacio y le explicó la situación, él fue a verla. Silvia estaba recostada en la cama medio sentada con las almohadas sosteniendo su espalda, su cuerpo temblaba y sus labios se veían pálidos. Ignacio se paró a su lado y se quedó mirándola, Silvia volteó a verlo también, con la voz temblorosa le dijo:—¡Lárgate! —De pronto entró Cassandra, sus ojos se quedaron observando fijo a Silvia, hasta que ella levantó la quijada y la miró con odio.—Larguense los dos. —Cassandra miró a Ignacio y le dijo:—Debes darle su droga, o terminarás matándola.Cassandra sacó de su bolso un sobre con una píldora rosada, se acercó a la cómoda y sirv