Assim abrió la puerta del lujoso piso, se sintió un poco cohibido por la majestuosidad del lujar. Él estaba acostumbrado a vivir en el palacio, lleno de lujos y comodidades, pero esto era diferente. —¿Qué pasa? —preguntó Jenna al verlo parado en la puerta. —No es nada —mintió. —Assim… Él sonrió. —Estoy bien, quizá un poco cohibido por el valioso regalo que tus hermanos te han dado —dijo. Jenna volvió sobre sus pasos para tomar la mano de su esposo y arrastrarlo dentro de la habitación. —Si no te gusta o te parece que no podemos quedarnos con el regalo, yo… Assim negó con un movimiento de cabeza, mientas colocaba un dedo sobre los labios de su esposa. —Estoy bien, es solo que esperaba que viviéramos en mi casa —mencionó. Jenna no había pensado en ese detalle y no es que no tomara en cuenta a Assim, pero él vivía en el palacio, tenía una habitación en todas las casas de su hermano. Nunca consideró que tuviera otro lugar… —Assim... —No importa donde vivamos, Jenna, mi hogar es
«Mi único amor»Hasan no podía olvidarse de las palabras de Sienna, hoy por hoy, podría jurar que era el hombre más feliz del mundo. Tenía a la mujer que amaba a su lado, tenía un hijo precioso que cada día crecía y era su razón de ser.¿Qué más podía desear un hombre?—¿Se puede saber por qué sonríes como un tonto? —preguntó Abdel.Hasan lo miró, se puso de pie y colocó sus manos detrás de su espalda.—Le he pedido matrimonio a Sienna —dijo.El Emir enarcó una ceja.—¿No están casados ya?Hasan asintió.—Lo estamos bajo las leyes estadounidenses, pero quiero hacerlo bajo nuestras leyes, tradiciones y costumbres. No tengo dudas de que mi amor por ella durará lo que dure mi vida y quizá sea para la eternidad —confesó.Abdel sonrió.—Nada me complacería más, que darte mi bendición, Hasan —concedió.—Gracias, padre.—No tienes nada que agradecer, hijo. Nada me hace más feliz que ver a mis tres hijos felices —declaró.Al tiempo que Azahara entraba con una bandeja a la oficina.—Señor.—Dé
«Te amo»Callie no podía negar que, aquellas palabras le estremecían de pies a cabeza, dos palabras tan cortas y profundas a la vez. Dos palabras que eran capaces de conmoverla.—Farid.—Sé que es difícil para ti volver a confiar en mí, Callie. Soy muy consciente de mis errores, pero también de mi amor por ti —pronunció extendiendo la mano en dirección de la joven.Farid tenía todas sus esperanzas en una segunda oportunidad para su relación. Deseaba vivir una historia de amor profunda y tan fuerte como las de las novelas, como la misma historia de Hasan con Sienna.Quería darle a Callie y Amir lo mejor de él.Callie miró la mano de Farid, volvió sobre sus pasos y colocó su mano sobre la de él y pudo ver cómo el rostro de su esposo cambió. El semblante temeroso fue reemplazado por uno lleno de esperanza y de amor.El corazón de Callie finalmente le ganó a la razón.—Una sola oportunidad, Farid, no lo arruines —susurró.Farid la haló de la mano, haciendo que Callie chocara con su cuerpo
Jenna sintió un profundo dolor al ver a su madre en aquella circunstancia, sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón se estrujó dentro de su pecho. ¿Cómo había pasado todo esto? ¿En qué momento su madre se convirtió en una despiadada mujer?—Madre —llamó con la voz ahogada.Zaida levantó la mirada para encontrarse con un par de ojos idénticos a los suyos, pero tan distintos a la vez, pues los ojos eran las ventanas del alma y Jenna era como un libro abierto.—¿Qué haces aquí? —preguntó con voz grave, los gritos habían dejado secuelas en ella y la voz estaba apagándose al mismo tiempo que lo hacía su vida.—Vine a verte y a despedirme de ti —susurró en tono bajo, como si fuera un secreto.—No debiste venir, Jenna —murmuró.—¿Por qué? ¿Por qué hiciste todo esto, mamá? ¿Por qué te has condenado a esta muerte espantosa y nos has condenado a vivir el resto de nuestras vidas sin ti? —preguntó.—Jamás lo entenderías, Jenna, jamás —dijo.Ella se inclinó para apartar un mechón suelto del h
Los suaves toques a la puerta hicieron que Abdel dejara de lado los documentos sobre su escritorio y pronunciara un fuerte “pase”, para recibir a quien llamaba.—Señor —pronunció el hombre haciendo una ligera inclinación, el cuerpo de Abdel Rafiq se tensó como la cuerda de una guitarra, pues no esperaba ver al jefe de la policía ese día en su residencia y menos a escasos días de la boda de Hasan.—¿Qué lo traje por aquí? —preguntó, levantándose de su asiento y saliendo de detrás de su escritorio.—Me temo que no son buenas noticias, señor —respondió el hombre, mientras apretaba el sobre blanco detrás de su espalda.—Al mal trago hay que darle prisa —respondió Abdel, había escuchado el dicho de Sienna y lo había adoptado.—La señora Zaida…, ha muerto.Abdel se giró al escuchar la noticia, miró desde su posición el patio de su palacio donde muchas veces paseó con Zaida y sus hijos cuando niños, observó sin ver la ciudad que muchos años recorrieron, creyendo que formaban uno de los matri
Los días fueron pasando y ajenos a la muerte de Zaida, Hasan y Sienna siguieron con los preparativos de su boda.—Casarse por estos lares es un verdadero ritual —dijo Scarlett al ver el precioso vestido de novia que había llegado esa mañana.Era el vestido perfecto, con el que cualquier novia podía soñar, hecho de una fina tela. El vestido era largo y blanco, con muchos brillos, llamativo para realzar la presencia de la novia entre los invitados.Sin embargo, Sienna habría preferido algo menos ostentoso, pero tampoco se opuso cuando Hasan le dijo que era así como debía ser y que se dejara llevar y disfrutara de la experiencia.—Es lo menos que te mereces luego de esa boda exprés en Nueva York —señaló Scarlett, recordando lo desastroso que había sido acudir al ayuntamiento, ver a su hermana casarse en contra de su voluntad y luego soportar los gritos de su madre, cuando Hasan la dejó plantada con la recepción que había hecho para celebrar la boda civil.Sienna arrugó la nariz ante las
—¿Estás bien?Nayla limpió sus lágrimas al escuchar la voz del hombre a su espalda.—Sí, no te preocupes —respondió con prontitud y, aunque era una completa mentira, pues su corazón lloraba lágrimas de sangre.—No lo parece, ¿por qué no vienes a la cocina? Le pediré a mi hermana que te prepare un té —se ofreció.Nayla había creído que quien le hablaba era uno de los invitados a la fiesta de boda, pero al girarse se encontró con el rostro de Ahmed, el hermano de Halima y nuevo asistente de Hasan.—No quiero molestar a Halima, debe estar volviéndose loca con el banquete —respondió con rapidez.—No será ninguna molestia, también puedo hacerlo yo si no te molesta —dijo.Nayla asintió, no se sentía bien y quizá un té le ayudaría, pues no sería una solución.—Eres muy amable, Ahmed —susurró en tono bajo.El hombre le sonrío y Nayla se quedó petrificada al verlo, de repente fue como si Ahmed le recordara a alguien, pero negó. Debía ser su estado de ánimo que le jugaba una mala pasada.—Ven,
Las manos de Abdel temblaron y su corazón se encogió dentro de su pecho hasta el punto que creyó dejaría de latir.“Querido Hasan.El más querido y amado de mis tres hijos y quién menos supo valorar mi amor. Te amé tanto, que fui capaz de hacer todo por mantenerte en la línea de sucesión de tu padre y en este momento final de mi vida, no sé si hice lo correcto o debí dejar que el primer hijo de Abdel ocupara tu lugar.Puedo adivinar la confusión en tu rostro mientras lees estas letras que llevan mi confesión final. No eres tú el heredero de Abdel, sino el hijo que él engendró con otra mujer en la noche de nuestra boda.”Abdel apretó la hoja entre sus manos hasta arrugarla, mientras luchaba para ahogar el gemido que subió por su garganta. ¿Qué es lo que Zaida había hecho? ¿Cómo que tenía un hijo con otra mujer?El dolor le atravesó como un rayo y, aunque deseaba no leer el resto del contenido de la carta, ahora debía hacerlo, tenía que saberlo.“Engañar a Abdel no era tarea fácil, no p