—¿Estás bien?Nayla limpió sus lágrimas al escuchar la voz del hombre a su espalda.—Sí, no te preocupes —respondió con prontitud y, aunque era una completa mentira, pues su corazón lloraba lágrimas de sangre.—No lo parece, ¿por qué no vienes a la cocina? Le pediré a mi hermana que te prepare un té —se ofreció.Nayla había creído que quien le hablaba era uno de los invitados a la fiesta de boda, pero al girarse se encontró con el rostro de Ahmed, el hermano de Halima y nuevo asistente de Hasan.—No quiero molestar a Halima, debe estar volviéndose loca con el banquete —respondió con rapidez.—No será ninguna molestia, también puedo hacerlo yo si no te molesta —dijo.Nayla asintió, no se sentía bien y quizá un té le ayudaría, pues no sería una solución.—Eres muy amable, Ahmed —susurró en tono bajo.El hombre le sonrío y Nayla se quedó petrificada al verlo, de repente fue como si Ahmed le recordara a alguien, pero negó. Debía ser su estado de ánimo que le jugaba una mala pasada.—Ven,
Las manos de Abdel temblaron y su corazón se encogió dentro de su pecho hasta el punto que creyó dejaría de latir.“Querido Hasan.El más querido y amado de mis tres hijos y quién menos supo valorar mi amor. Te amé tanto, que fui capaz de hacer todo por mantenerte en la línea de sucesión de tu padre y en este momento final de mi vida, no sé si hice lo correcto o debí dejar que el primer hijo de Abdel ocupara tu lugar.Puedo adivinar la confusión en tu rostro mientras lees estas letras que llevan mi confesión final. No eres tú el heredero de Abdel, sino el hijo que él engendró con otra mujer en la noche de nuestra boda.”Abdel apretó la hoja entre sus manos hasta arrugarla, mientras luchaba para ahogar el gemido que subió por su garganta. ¿Qué es lo que Zaida había hecho? ¿Cómo que tenía un hijo con otra mujer?El dolor le atravesó como un rayo y, aunque deseaba no leer el resto del contenido de la carta, ahora debía hacerlo, tenía que saberlo.“Engañar a Abdel no era tarea fácil, no p
«Le hice creer a tu tía que su hijo nació muerto»Abdel no había leído la última parte de la carta, no había podido tras enterarse de las cosas que Zaida había hecho y que deseaba como última voluntad confesarle a Hasan para hacerlo sentir culpable. Esa era su intención, cargar a Hasan con sus culpas, cuando su hijo era inocente de todo. Nadie le había pedido a Zaida actuar de la manera que lo había hecho. Su ambición y maldad superaba todo lo insuperable.El grito de Azahara de alguna manera no solo rompió el hilo de sus pensamientos, sino también su corazón, fue tan desgarrador, que tocó cada fibra de su ser, él se giró para verla, pero Azahara estaba cayéndose al piso, se había desmayado.Abdel luchó ante la indecisión de llamar a su personal para que se llevaran a Azahara a su habitación o hacerse cargo de ella personalmente. Al final la tomó entre sus brazos y la llevó hasta su habitación, si Azahara pensaba que podía escapar de él, se había equivocado. No la dejaría sola ni a so
Ajenos a todo lo que en el palacio se estaba viviendo y a muchos kilómetros de distancia. Hasan y Sienna llegaron a Italia, la primera ciudad donde iniciarían su luna de miel.—¿Cansada? —preguntó Hasan, mientras miraba a Sienna caminar hasta el balcón de la habitación desde donde se podía tener una panorámica perfecta de la ciudad de Roma.—Echo de menos a Hasin, me pregunto qué estará haciendo —susurró.Hasan la tomó de la cintura y colocó su mentón entre el cuello y el hombro de su esposa.—Debe estar portándose de maravilla, además, no puede estar en mejores manos. Scarlett es su tía —dijo dejando un beso en el cuello de Sienna.—Siento que estoy abusando de mi hermana —susurró.Hasan sonrió.—He hablado con ella sobre el tema, le ofrecí contratar una niñera para cuidar de nuestro Hasin y todo lo que conseguí fue que se enojara conmigo, alegando que no necesitaba contratar a nadie, por lo menos, mientras estuviera ella en Dubái, pronto tendrá que volver a Nueva York para terminar
«¿Qué es lo que te ha hecho?»Nayla miró a su madre palidecer, mientras Azahara trataba de pensar en algo que le ayudara a salir bien librada de ese incómodo momento, no quería que su hija se enterara de la verdad, no así y menos cuando no sabía si su hijo en realidad vivía o no.—¿Qué haces en mi habitación? —preguntó Abdel, enojado por el atrevimiento de Nayla.Ella se giró para verlo.—¿Qué es lo que mi madre hace aquí? —cuestionó ella, ignorando la pregunta de Abdel—. ¿Por qué le haces esto? —insistió.Abdel la miró con cara de pocos amigos.—Vete, Nayla —pidió Azahara con voz baja y tensa. No quería arriesgarse a que Abdel le respondiera y contara la verdad.—No, mamá, no me iré sin ti —respondió y dio un paso hacia delante para tomar la mano de su madre.Ella negó.—Por favor, hija, vete —sollozó Azahara, mirando la mano extendida de su hija.—¿Qué es lo que estás haciendo, madre?—Nayla…—No te sacrifiques por mí de esta manera —susurró la joven al ver a su madre llorar y pensa
«Estamos esperando un beb黫Estamos esperando un bebé»Assim miró a Jenna, mientras sus manos temblaron ante sus palabras.—¿Un bebé? —preguntó casi ahogándose con sus palabras.Ella asintió, se mordió el labio y esperó.—¡Un bebé! —exclamó él, saliendo de su estupor inicial.Assim dejó la caja sobre la cama y tomó a Jenna entre sus brazos y pegó su frente a la de ella.—¿Es verdad? ¿Estamos esperando un bebé? —preguntó él sin poder creerlo.Los ojos de Assim se llenaron de lágrimas, mientras Jenna asentía en señal de afirmación.—Alá nos ha bendecido —dijo.—Soy la mujer más feliz de este mundo, Assim. Un bebé, el fruto de nuestro amor —pronunció la muchacha, con la felicidad marcada en su mirada.Assim bajó sus labios y la besó. Fue un beso corto, suave y delicado, como si Jenna fuera una pieza de cristal y temiese romperla.—Te amo —le susurró, bajando sus manos sobre el vientre aún plano de la joven.—Eres el amor de mi vida, Assim, y este bebé solo confirma, que nacimos para est
Azahara volvió a su habitación, su mayor temor era ser cuestionada por Nayla. No sabría qué responderle para justificar esas semanas que vivió en la habitación de Abdel, sin embargo, trataría de hacerlo, mas Nayla no la cuestionó ni una sola vez, todo lo contrario, Nayla procuró alimentos y líquidos, lo mismo que había hecho Abdel por ella.El corazón de Azahara estaba muy herido por todo lo ocurrido, la confesión de Zaida había abierto viejas heridas que ella creía que se habían secado con el paso de los años, sin embargo, se dio cuenta de que no fue así; nunca sanaron y estuvieron sangrando todo este tiempo.El trato de Abdel, también le recordó los peores momentos que vivió junto a Anás, el hombre nunca le perdonó no haber sido virgen el día de su boda, pero su dinero le servía y la soportó. La odió mucho más cuando no pudo darle ni un solo hijo y la hizo sentir miserable cada vez que tuvo la oportunidad.—Madre —llamó Nayla al ver que dejaba de comer.La preocupación en el corazón
Nayla se apartó de los labios de Ahmed al sentir una sensación extraña recorrer su cuerpo y acunarse debajo de su ombligo. La sensación de cosquilleo fue abrumadora y sus mejillas se tiñeron de nuevo de rojo, dándole un aspecto demasiado inocente y Ahmed tuvo que dar un paso atrás.Nayla despertaba todos los deseos que una mujer podía despertar en un hombre y él no era un santo. Crecer en el extranjero también le había liberado de ciertas cosas que en su país jamás habría hecho y no quería, no deseaba sobrepasarse con Nayla. No la quería para una aventura, ni para satisfacer sus necesidades que habían sido privadas desde que volvió a Dubái. Él deseaba tener algo bueno y profundo con ella.—¿Te veré luego? —preguntó Nayla en un bajo susurro.—El fin de semana estaré visitando a mi madre, tengo libre desde el sábado por la tarde —informó.Nayla asintió.—Entonces me marcho, mi madre debe estar esperando por mí —dijo, sin querer irse.Ahmed, adivinando sus intenciones, tomó su mano y dej