«Mackenzie»«Mackenzie»Hasan revisó los documentos, él no recordaba haber firmado ese documento. El original debía tener el nombre de la chica, jamás haría un trato a ciegas y menos, un contrato de matrimonio.El Emir se concentró en buscar la hoja original, de hecho, esos papeles no debían estar en su escritorio, no era algo que tenía que revisar ahora, pero a falta de mayor información decidió investigar por su cuenta.Hasan tecleó el nombre de Steven y esperó a que la página desplegara la información sobre el empresario norteamericano, lo que él no se esperaba era saber de su muerte y lo peor, no era reciente. Steven había fallecido casi dos años atrás, entonces, ¿había cumplido ya el acuerdo? ¿Se había casado con la hija de Mackenzie y era la mujer que no podía recodar?Él lo pensó por varios minutos, existía la posibilidad de que fuera así o también de haber llegado a un acuerdo favorable con la hija del difunto…—Vamos a ver —susurró mientras buscaba la información que necesita
Hasan había llegado a Nueva York y ni siquiera se molestó en tomarse un descanso, técnicamente corrió a la ensambladora, como si llevara prisa, lo que jamás imaginó era encontrarse con aquella hermosa mujer con cabellos dorados como el oro.—Hasan.El cuerpo del Emir se tensó al escuchar el susurro que ella dejó escapar y fue como si el tiempo se detuviera para los dos. Sus miradas se encontraron, sus corazones saltaron a la vida y no hubo nada más interesante en el mundo que verse.La garganta de Sienna se secó, habría dado lo que fuera por correr a los brazos de Hasan, pero sabía, que podía estar equivocándose, pero lo deseaba. Anhelaba tanto que la tomara entre sus brazos, que la besara…«“No puede volver, señora Sienna, las cosas de este lado son muy complicadas. No sé ni siquiera por dónde empezar.”Sienna había hecho una pausa en la lectura, su corazón martillaba dentro de su pecho con fuerza y con miedo. Dos sentimientos letales, aun así, se obligó a seguir.“Hemos encont
—Te he preguntado si nos conocemos —habló Hasan, tratando de controlar su dolor de cabeza, aunque eso parecía ser misión imposible.Hasan sentía que la cabeza iba a partírsele en dos, sentía los latidos como si fuera un corazón y la mujer delante de él no ayudaba. Lo miraba como si fuera un demente que no fuera capaz de recordarla.El Emir se fijó mejor en ella, cabellos rubios y un vientre bastante abultado. Por un momento pensó que quizá ella era la mujer que él estaba buscando, sin embargo, no sentía ninguna fuerza atrayéndolo a ella.—¡Callie! —el grito de alguien más les hizo girar en dirección de la joven.La muchacha corrió hasta situarse delante de ellos, mientras sus ojos se detenían delante de Hasan.—¿No estabas muerto? —preguntó Scarlett sin poder evitarlo.La impresión y el asombro pasaron por el rostro de Hasan con rapidez. ¿Esas mujeres la conocían? ¿Por qué creerían que estaba muerto? «Hasan»Sienna también lo había llamado por su nombre cuando había irrumpido en la o
«Espera y verás»Aquella promesa lejos de disgustar a Hasan, le hizo sentirse fascinado. Sienna no era una mujer que se fuera por las ramas. Ni siquiera se molestó en ser cuidadosa para decirle que eran esposos. ¡Incluso ella quería golpearlo! Y él debía estar muy loco para sentirse irremediablemente atraído por ella.—¿Siempre eres así? —preguntó.—¿Así cómo? —cuestionó Sienna achicando los ojos.—Tan directa.—En la mayoría de veces —respondió con simpleza.Hasan asintió, se alejó de ella para tratar de liberarse de su influencia, esa mujer tenía un aura magnética, atrayente y rebelde que lo envolvía.—¿Vas a contarme? —preguntó, sentándose en el sillón.—Sí, pero no hoy. Acabo de parirte un hijo, deberías estar dándome amor —refutó Sienna con sentimentalismo.Hasan tragó el nudo en su garganta. Ella tenía razón, si todo lo que decía era verdad, él no debería estar haciendo esas preguntas ahora, sino dándole tranquilidad y cariño.—Cuidaré del bebé, mientras duermes —le dijo, sin sa
Farid no respondió ante el ataque de Zaida, por el contrario, se hizo a un lado y dejó que los representantes de cada Emirato se hicieran cargo de ella.—No te verás libre tan fácilmente de mí, Farid —amenazó—. ¡Me has ayudado en muchas cosas, no puedes salir impune de todo esto! ¡No seré la única que pague, tú vendrás conmigo! —gritó.—¡Llévensela! —gritó Jahir, mientras se acercaba a su primo.Farid sabía que Jahir haría pagar a su madre, sobre todo, porque había atentado contra la vida de su tío. Abdel era apreciado por el Emir de Abu Dabi.—Comprenderás que, una vez que hayas involucrado a todos los representantes de cada Emirato, no podrá ocultarse nada. Todo será de dominio público.—Lo sé, Jahir. Lo sé desde el momento que empecé a reunir las pruebas en contra de mi madre. Jamás imaginé que su corazón estuviera tan sucio como para querer matar a mi padre y orquestar otras cosas que han estado ocultas —mencionó.—Sin Hasan, eres el único representante de Dubái y estando
Hasan escuchó atento las palabras de Sienna, hubo momentos en los que ella hizo una larga pausa, como si necesitara valor para continuar. No podía culparla, sabía que su madre era voluntariosa, siempre lo había sabido, pero jamás imaginó que su maldad fuera tan grande. —Hasan.—Debí imaginar que las cosas eran así —dijo él, girándose para no ver a Sienna.—Es difícil, cuando no puedes recordar lo que nos ha hecho durante los últimos meses —expresó Sienna, tratando de hacerlo sentir mejor.—Debí saberlo, debí intuirlo al descubrir que los médicos tratantes de mi padre no estaban haciendo nada por él. ¡No tengo justificación! ¡Debí ser consciente de su maldito juego desde que me presentó a Nayla como mi prometida! —gritó exaltado.Descubrir la clase de mujer que era Zaida fue un golpe bajo, pero lo que realmente le molestó fue no haberse dado cuenta antes de todo el mal que había dejado a su paso. Sus marcas en la espalda, ahora tenía una explicación lógica, era el castigo que Sie
Callie sintió una terrible opresión en el pecho, sus manos temblaron como si fueran hojas mecidas por un bravo viento y un escalofrío recorrió su columna vertebral al tiempo que un nudo se formaba en la boca de su estómago que amenazaba con ahogarla. —¿Callie? —llamó Scarlett a la joven—. ¿Estás bien? —preguntó al ver que ella no respondía, pero que tampoco dejaba de temblar.—No lo sé, tengo una sensación extraña en el pecho y el estómago —susurró al borde del llanto.Callie de repente se sintió profundamente triste y perdida, era una sensación que jamás había experimentado en su vida, ni siquiera en los días más oscuros luego de su regreso de Dubái.—¡Estás pálida y tiemblas como una hoja! —exclamó la joven con preocupación.Callie trató de serenarse, no sabía el motivo por el cual estaba viviendo aquel episodio, quizá eran nervios o talvez la ansiedad por conocer a su bebé.—Deberíamos ir a un médico, puede ser el bebé. Quizá quiera nacer —dijo la chica sin dejar el tono pre
—¡Señor Abdel! —gritó Assim al verlo parpadear.El hombre había pensado que solamente había sido un reflejo cuando lo miró parpadear la primera vez, pero ahora, que Abdel abría los ojos se sintió aliviado. Necesitaba tanto el consejo de un mayor.Abdel, sin embargo, no respondió al llamado de Assim, se sentía aturdido y melancólico.—Señor…Assim presionó el botón que el cuerpo médico había instalado en la habitación de Abdel en caso de cualquier emergencia.Los médicos hicieron acto de presencia con prontitud y Assim no tuvo más remedio que esperar afuera, mientras pensaba en su siguiente movimiento.El ex consejero se paseó por el pasillo, mientras analizaba la posibilidad de que fuese Abdel quien lo ayudara a convencer a Farid de defenderse. No tenía sentido terminar con la maldad de Zaida, si en el proceso uno de ellos fuera a perecer, pero Farid mostraba pocos deseos de vivir. Quizá Callie Costner fuera la solución, pero su entrada al país seguía prohibida, alguien tendría que in